Santos, ¿el equipo de todos?

El futbol es una “religión” cuyas primicias, diezmos y ganancias totales están siendo acaparadas por unas cuantas familias corporativas en México. Y en este sentido, a eso obedece la decisión que se ha tomado de que los juegos como local del Santos se transmitan por sistema de cable y, además, en pago por evento. Se puede argumentar que es una decisión de la empresa que tiene los derechos de transmisión de los juegos y que dice amar al futbol, aunque parece amar más otras ventajas del futbol, y que por lo tanto el club no puede hacer nada. También se puede argumentar que lo mismo se ha hecho en ciudades como Monterrey y Guadalajara. De igual modo, puede decirse que es una tendencia en el futbol global.

Precisamente en esto último radica lo preocupante: se está llevando al extremo la privatización de un espectáculo deportivo cuyas raíces y repercusiones son fundamentalmente públicas y sociales, sin que el aficionado, que bien puede ser visto como cliente y consumidor, pueda defenderse de las decisiones unilaterales de los corporativos televisivos y las grandes empresas dueñas o patrocinadoras de los clubes.

¿Hay alguien que pueda defender al aficionado del futbol de este tipo de medidas? Pero para el aficionado al futbol su única defensa es la de aceptar las decisiones de los dueños del balón que, insisto, están privatizando un deporte cuyas repercusiones sociales rebasan lo meramente deportivo. La población en Torreón tiene un ingreso per cápita que ronda en los diez mil dólares anuales, cifra que en realidad quiere decir que el grueso de los torreonenses -y podemos decir los laguneros- no rebasan ingresos familiares mensuales de cinco mil pesos. Pues bien, ahora tendrán que destinar cerca de quinientos pesos mensuales a la contratación del servicio y además pagar por ver el juego, a menos que, prefieran los adultos varones ir a un bar y que la familia, que antes se reunía a ver el juego, lo escuche por radio o se entretenga viendo una película de Vicente Fernández a esa hora.

Por último, el Club Santos ¿acaso no tendría que asumir una actitud de compromiso con su afición como lo hicieron los miles de aficionados que abarrotaron el estadio y las calles de las tres ciudades pugnando por la permanencia del equipo en La Laguna? Cuando el club requirió de la población, ésta respondió con fidelidad, ahora que la afición requiere de un compromiso similar del club, su única respuesta ha sido “yo te aseguro que yo no fui”. ¿No que era el “equipo de todos”? José Salinas.