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Sartori y la circunstancia mexicana

José Juárez Medina

La reciente visita a nuestro país, para recibir un doctorado honoris causa por parte de la UNAM, de Giovanni Sartori, suscitó numerosas e intensas controversias, pronunciamientos y comentarios; no podía ser de otra manera ya que es considerado por muchos especialistas como el politólogo más conocido de la actualidad.

Por razones de espacio compartiremos con usted solamente algunas reflexiones al respecto, unas tienen que ver con la coyuntura de nuestro país y otras sobre sus planteamientos teóricos y posiciones actuales.

La presencia del ingeniero, porque es el autor de Ingeniería Constitucional Comparada, llega justo en el momento en que acaba de iniciar el plazo de un año para que el Congreso lleve a cabo la reforma del Estado, en la que como se sabe se discutirán cambios en las relaciones entre los poderes; de la forma de gobierno; del sistema de partidos y del sistema electoral, aspectos todos que el politólogo italiano a estudiado extensa y profundamente. Hay que hacer notar que es un conocedor del caso mexicano, por lo que sus opiniones al respecto son más que autorizadas.

Dijo que es necesario modificar la Constitución para permitir la reelección de los legisladores, la segunda vuelta electoral y una mayor facultad de veto al Poder Ejecutivo sobre las decisiones del Legislativo, particularmente en materia presupuestal. Al mismo tiempo expresó sus dudas acerca de las ventajas de un cambio de sistema de gobierno de un presidencialismo hacia un semiparlamentarismo. Así de claros fueron sus posicionamientos a estos aspectos frente a los que la clase política tomo posiciones divididas. Temas sobre los que habrá necesidad de abundar en los próximos meses.

Pero en lo que se refiere a la reforma del Estado señaló que no cree que ésta se pueda procesar en un año porque: a) es muy poco tiempo para acometer una tarea tan compleja; b) reformar la Constitución en un contexto de polarización como el que ha experimentado México a raíz del proceso electoral del año pasado dificulta los acuerdos y/o que los actores cedan posiciones en aras de una negociación equitativa, y c) el descrédito de la clase política en general y la falta de legisladores preparados abona más al escepticismo que a la virtud.

Particularmente este último señalamiento de Sartori nos hace llamar la atención de que el diseño ingenieril de la política, por más que esté bien hecho, se lleva a cabo con hombres concretos, sujetos a intereses y pasiones, algo que es difícil de encuadrar en la ingeniería, lo que de ninguna manera niega el espacio que le corresponde a la técnica en toda obra humana.

Hay que destacar, y mucho, el pronunciamiento de Sartori en el sentido que la democracia en México no es sinónimo de igualdad ni de equidad de ahí que la sociedad y los jóvenes no crean en los políticos, en la clase política y en las decisiones políticas.

No hubiera sido descortés de su parte decir que a menudo se identifica esto último con la corrupción y el contubernio.

Pero todavía fue más claro: “En México hay una cohabitación muy cercana entre empresas privadas, gente adinerada y actores políticos. Todo el sistema es un conglomerado que de cierta manera es resultado del pasado porque el PRI fue un partido muy absorbente”.

Esta es la democracia real en nuestro país, hemos sido muy incisivos sobre ello en nuestras colaboraciones, es bueno que un politólogo relevante de la actualidad lo suscriba y nos de su punto de vista autorizado.

Por lo demás, creo ver en estas declaraciones una mutación de un convencido de las técnicas procedimentales para erigir a las instituciones políticas así in vitro, para abrir paso a los factores históricos, filosóficos, económicos, amén de los de la condición humana, en la configuración de éstas. Esto es muy nítido cuando dice que las últimas reformas constitucionales en América Latina han sido peores: “no es la ley de la gravedad, sino la ley de la decadencia humana”. El ingeniero Sartori cree en su obra, es decir, en la ingeniería constitucional y la técnicas procedimentales, dentro de la democracia, que deben seguirse para configurar sistemas de gobierno estables y eficientes, pero en lo que tiene dudas es en la calidad de los políticos y es muy enfático en ello. Este no es un detalle menor ya que las instituciones las configuran y encarnan los hombres de carne y hueso.

En una palabra, las teorías de Sartori sobre la democracia y los sistemas de gobierno, elegante y eruditamente elaboradas sin duda alguna, nos dan mucha luz al respecto, sobre los tipos ideales. Lo que también hace falta son teorías, reflexiones, hipótesis que nos permitan lidiar con un ambiente en donde los diferentes grupos sociales y políticos no son democráticos: políticos, empresarios, sindicatos, iglesias y, si usted me apura, hasta las familias, he ahí el punto. Hay tareas, muchas tareas.

josemedinajuarez@yahoo.com.mx

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