“La voluntad política no se impone a la naturaleza”.
Adrián Lajous Vargas
E l principal problema de México en los próximos años será la caída de la producción petrolera. El propio presidente Felipe Calderón, que no es un político que se caracterice por su pesimismo, advierte que México tiene reservas probadas para sólo nueve años de producción. Aun si se desarrollan nuevas reservas, es de esperarse que en los próximos años México se convierta en un importador neto de petróleo.
En junio de 2003 y noviembre de 2004 México produjo 3.4 millones de barriles diarios de petróleo crudo. De enero a noviembre de este 2007, la cifra ha descendido a 3.1 millones. Si se considera noviembre por sí solo, la producción nacional alcanza solamente 2.9 millones de barriles diarios.
La principal razón de esta caída es la declinación en la producción de Cantarell, el yacimiento petrolero que hace algunos años llegó a representar el 60 por ciento de la producción petrolera nacional. Según un reporte de Reuters dado a conocer ayer, y que citaba a la Secretaría de Energía como fuente, Cantarell tuvo en noviembre de este 2007 una producción de 1.3 millones de barriles. A principio de este año, la cifra era cercana a los 1.6 millones de barriles. En diciembre de 2005 Cantarell ofrecía todavía 2 millones de barriles cada día a Pemex.
Las cifras son contundentes, pero no sorprendentes. Desde hace años los especialistas han venido advirtiendo sobre la declinación de Cantarell. En esta misma columna he publicado muchas veces informaciones que registraban la inevitable caída en la producción de ese yacimiento. Ni siquiera la velocidad con la que ha ocurrido este proceso ha sido una sorpresa. Más o menos los especialistas esperaban una tasa de declinación similar a la que estamos presenciando.
Ni siquiera si nuestros políticos se pusieran las pilas hoy mismo y determinaran abrir la exploración y explotación de petróleo a la Iniciativa Privada, o decidieran hacer una verdadera reforma fiscal que le permitiera a Pemex quedarse con la misma cantidad de dinero que conservan las empresas petroleras en el mundo y lo dedicara completamente a la inversión, se podría revertir el proceso a tiempo. El desarrollo de nuevas reservas petroleras requiere tiempo, dinero y tecnología, es cierto, pero también suerte. Pero aun si contáramos con la mejor de las suertes, bien podrían pasar cinco o seis años para que encontráramos yacimientos que pudieran reemplazar a Cantarell. En ese lapso es probable que nos convirtamos en importadores de petróleo.
Es verdad que hemos logrado un aumento en la producción de gas natural muy importante en muy poco tiempo gracias a la apertura a la inversión privada. Entre enero y noviembre de 2007 se logró un aumento de 13 por ciento contra el mismo periodo de 2006 en la producción de este combustible. Se alcanzó así un récord histórico de 6,026 millones de pies cúbicos diarios, en buena medida como consecuencia de los nuevos proyectos privados que políticos como Manuel Bartlett hicieron tanto por tratar de detener. Pero en la cuenca de Burgos, Coahuila, los yacimientos ya estaban detectados y solamente faltaba permitir la inversión.
Las cosas serán más difíciles para el petróleo. El tabú que impide la inversión privada en este producto es mucho mayor que en el gas. Al parecer tendremos que esperar a quedarnos sin petróleo, e importarlo de Venezuela, Arabia Saudita o Brasil, para darnos cuenta del error histórico que hemos cometido como país.
Hasta este momento los políticos hacen todo lo posible por ocultar a los mexicanos la gravedad de la situación. Los altos precios del petróleo en los mercados internacionales permiten este engaño de manera temporal. De hecho, el propio presidente Calderón, quien conoce la gravedad de la situación, decidió por razones políticas congelar los aumentos de precios en los energéticos en este último trimestre de 2007, con lo que siguió promoviendo la ilusión absurda de que somos un país rico en petróleo que puede darse el lujo de malbaratarlo.
Como país tuvimos una enorme suerte en 1976 cuando, en medio de una crisis económica, nos sacamos la lotería al encontrar un yacimiento de las dimensiones de Cantarell y además en aguas someras que hacen su extracción relativamente fácil y barata. La riqueza que nos sacamos en esa lotería, sin embargo, la hemos dispendiado de una manera impresionante al utilizarla para subsidiar el gasto corriente del sector público. Con esta estrategia no sólo hicimos políticamente imposible la realización de una verdadera reforma fiscal sino que cometimos el peor de los pecados económicos: utilizar un recurso natural no renovable para subsidiar el gasto no productivo del Gobierno.
DISCULPAS
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha recomendado al Gobierno de Guanajuato que ofrezca una disculpa pública a los directores de los periódicos A.M. y Correo. La razón es que el secretario de Gobierno guanajuatense los llamó “faunos rastreros”. La CNDH sólo puede ofrecer recomendaciones a los funcionarios públicos, por lo que no podrá reconvenir al cardenal Norberto Rivera Carrera por haber llamado “prostitutas y prostitutos de la comunicación” a “algunos” periodistas a los que no se atrevió a identificar. Pero el cardenal quizá debería ofrecer esta disculpa de motu proprio.
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