Más de 41 millones de latinoamericanos se hicieron la prueba del VIH en 2006, gracias a la puesta en marcha por primera vez de exámenes masivos, que son la clave para doblegar a la enfermedad, según los expertos.
Brasil y El Salvador, los dos líderes en este ámbito en la región, han llevado la prueba a clínicas de atención primaria, a parques y vecindarios.
“Hemos dicho, no hay excusas, aquí está, delante tuyo”, dijo Rodrigo Simán Siri, el director del programa de Sida de El Salvador.
Lo que aleja a las personas del examen de sangre “es el miedo a saber la verdad, basado en que se discrimina a las personas con VIH”, el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), que provoca el Sida, explicó Simán Siri en una entrevista telefónica.
La enfermedad sigue asociada en muchas mentes con las sexoservidoras, los homosexuales y los drogadictos, y hasta hace unos años prácticamente sólo se sometían a la prueba personas que pertenecen a esos grupos “de riesgo”.
“Los centros que la ofrecían fueron estigmatizados, porque eran usados por la población más vulnerable”, dijo Amalia del Riego, una experta de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Con ello, no osaban entrar en esas clínicas especializadas abogados, o mujeres embarazadas, o adolescentes tras su primera experiencia sexual.
Pero el evitar saber no protege a nadie. El virus está presente en la sangre de 1.83 millones de latinoamericanos y caribeños, según el programa de Sida de la ONU, y más de dos tercios de ellos lo desconoce.
Las cosas han comenzado a cambiar. Un método de detección más rápido y barato, y donaciones de fondos mundiales contra el Sida han permitido a algunos gobiernos lanzar campañas multitudinarias que han logrado que se dispare el número de personas que se hacen la prueba.
El año pasado se analizaron 41.3 millones de muestras de sangre en 18 países de Latinoamérica, según datos aún parciales que publicará la OPS en las próximas semanas.
PROGRAMA ANTI-SIDA
Brasil, cuyo programa anti-Sida es reconocido a nivel mundial, es el pionero. En 2005 en la ciudad de Curitiba 9 mil personas acudieron a las unidades de salud en un mismo día, durante el primer experimento de prueba masiva en Latinoamérica, según Paulo Lyra, otro experto de la OPS.
En 2006, 38.7 millones de brasileños se hicieron el examen de sangre, lo que supone más del 28 por ciento de los adultos sexualmente activos.
Su ejemplo no ha caído en saco roto. El pasado 27 de junio, El Salvador desplegó un ejército de personal sanitario que tomó muestras de sangre a 54 mil 461 personas, durante el día nacional de la prueba del VIH, la primera campaña de ese tipo en todo el territorio de un país latinoamericano.
Este año 300 mil salvadoreños sabrán si son seropositivos o no, según Simán Siri. Ni Brasil ni El Salvador cobran nada por el examen, el cual les cuesta entre 0.4 y 1.2 dólares.
Esas pruebas son, según los expertos, una medida preventiva fundamental para combatir una lacra que el año pasado mató a 58 mil latinoamericanos y 11 mil caribeños, según la ONU.
Un diagnóstico positivo permite a la persona afectada tomar medidas para no infectar a sus seres queridos. El examen también ayuda a los que comprueban que no están infectados, pues frecuentemente acarrea una toma de conciencia.
“La prueba pone al individuo a pensar en sí mismo, en los factores de riesgo en su vida”, dijo Del Riego.
Aún se desconoce el impacto de estas campañas en la trasmisión de la enfermedad, por ser un fenómeno nuevo, según la OPS.
No todos los países han adoptado el modelo. Algunos se han mostrado reacios a generalizar la prueba porque carecen de la infraestructura y los recursos para ofrecer tratamiento a las personas que resulten seropositivas, según Del Riego.
El líder en cobertura es Brasil, donde un 85 por ciento de las personas con Sida recibe fármacos retrovirales gratis. Ese porcentaje sólo llega al 35 por ciento en Nicaragua.
La situación es especialmente grave entre las embarazadas, pues tan sólo un 21 por ciento de las gestantes latinoamericanas infectadas con el virus recibe medicamentos para impedir la transmisión al bebé, pese a que los fármacos son eficaces, baratos y llevan en el mercado más de una década, según la OPS.
Queda mucho por andar, según los expertos, pero por lo menos ahora algunos países de la región ya no se niegan a saber.