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Secuestro

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Hay una violencia indispensable: la violencia contra la violencia”.

André Maurois

El video colocado en la página de Youtube es escalofriante. Nos presenta a un ganadero secuestrado de Atoyac de Álvarez, Guerrero, suplicando a sus hijos, familiares y amigos que reúnan el dinero para pagar su rescate.

Luis Fierro se ve más viejo en el video que sus 65 años de edad. Tiene la barba crecida y el rostro demacrado. Su secuestro dura ya más de 20 días. En un tiempo de apenas 57 segundos, habla frente a la cámara, pero no la mira directamente. Sus ojos permanecen bajos en señal de humillación. No es posible ver el video sin sentirse profundamente conmovido.

Recuerdo hace años, cuando un respetado librero y editor fue secuestrado en la Ciudad de México, algunos intelectuales de izquierda escribieron sobre el caso y se lamentaron que, a pesar de no ser un hombre muy rico, hubiera sido secuestrado. La verdad es que los secuestros hace mucho tiempo que dejaron de afectar únicamente a los ricos. Las víctimas usuales son hoy personas de clase media o a lo mucho media alta. El dinero que no ha podido reunir la familia del ganadero Fierro es al parecer un millón de pesos.

Los secuestros son una parte nada más del panorama de inseguridad pública de nuestro país. Las ejecuciones y los robos violentos se han convertido en hechos cotidianos, incluso en aquellos lugares que tradicionalmente han gozado de tranquilidad.

La gravedad del problema de la inseguridad, y la falta de sensibilidad de nuestros políticos ante él, nos revela la lejanía de éstos a los problemas reales de la población. Las encuestas señalan constantemente que la inseguridad pública es considerada por los mexicanos como el principal problema del país. Los procesos electorales no aparecen ni siquiera en esta lista. Pero ¿cuál fue el problema crucial al que los diputados y los senadores del país han dedicado todo este año de actividades? A una reforma electoral cuyo propósito principal ha sido evitar el pago de los tiempos de radio y televisión que los políticos usan para su propaganda.

México es un país con enormes problemas de delincuencia. En el 2006 se registraron 11,800 homicidios dolosos en territorio nacional. Después de Colombia, tenemos el mayor número de secuestros en el mundo. Los asaltos y robos afectan a todas las comunidades y todas las clases sociales. La impunidad asciende a cuando menos el 96 por ciento de los delitos que se denuncian en el país. Si consideramos la cifra negra no reportada, el porcentaje es todavía superior.

Muchos de quienes atiborran las cárceles mexicanas no son reales delincuentes. Con un poco de inteligencia o de dinero, casi cualquier criminal puede evitar ir a la cárcel. Los secuestradores y narcotraficantes saben que tienen que llevar siempre consigo una cantidad en efectivo para comprar su libertad en caso de ser detenidos. En cambio, las cárceles están llenas de personas que están apenas siendo juzgadas, pero que ya han sido castigadas. Los policías prefieren perseguir y extorsionar a ciudadanos honestos que arriesgar las represalias de combatir a la delincuencia real.

La señora Isabel Miranda de Wallace, quien ha perseguido de manera personal e incansable a los secuestradores de su hijo Hugo, incluso en Estados Unidos como ocurrió con la cómplice Brenda Quevedo, ha demostrado que sí es posible hacer investigaciones profesionales y detener a delincuentes peligrosos. Sólo que ese trabajo lo tiene que hacer el ciudadano mismo. Todas las policías de nuestro país, que cuentan con alrededor de 400 mil efectivos y nos cuestan miles de millones de pesos al año, no pueden hacer el trabajo policial que la señora Wallace ha realizado para no permitir que la muerte de su hijo Hugo se añada a la enorme lista de homicidios impunes en nuestro país.

En este momento podemos ver y escuchar la súplica angustiante del ganadero Luis Fierro pidiendo a sus hijos, familiares y amigos que reúnan el dinero que le exigen sus secuestradores. A los 65 años de edad se atreve a pensar que tiene derecho todavía a vivir unos años más. Sabe la facilidad con la que los secuestradores disponen de las vidas de sus víctimas y la impunidad con la que se cometen estos crímenes.

No conozco a Luis Fierro, pero su tristeza me ha afectado. Y me doy cuenta que un sistema político que no se ocupa de su suerte, por estar ocupado en el reparto del poder y del dinero de las elecciones, no entiende realmente cuál es su responsabilidad.

VACILADA

Para Santiago Creel el asunto es muy sencillo. El juicio de amparo promovido por el Consejo Coordinador Empresarial contra las restricciones a la libertad de expresión introducidas por la reforma electoral es una “vacilada”. Así se burlan los políticos de las preocupaciones de los ciudadanos. De hecho, estos mismos políticos están orgullosos de su reforma electoral. Y es lógico. La reforma prohíbe a cualquier ciudadano o institución contratar tiempos en los medios de comunicación -electrónicos o impresos- para oponerse a las posiciones de los políticos en campaña. Qué cómoda posición. Pero, claro, ellos tienen el poder y no se les puede decir nada. También José López Portillo y su séquito lo tenían cuando estatizaron la banca en 1982. Y también se burlaron de los accionistas de la banca que trataron de ampararse contra esta acción.

Página de internet:

www.sergiosarmiento.com

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