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Según Saramago| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Hoy no veo nada más estúpido que la izquierda”.

José Saramago

José Saramago, el escritor portugués ganador del Premio Nobel de Literatura de 1998, estuvo ayer en Colombia para presentar una charla llamada “El libro como instrumento de paz”.

Ayer mismo el diario El Tiempo, uno de los de mayor prestigio de Colombia, publicó una entrevista con el autor de El Evangelio según Jesucristo y Ensayo sobre la ceguera que ofrece puntos de vista muy interesantes en el caso de un escritor que siempre ha estado comprometido con las causas de la izquierda.

“Hoy no veo nada más estúpido que la izquierda –dijo contundente—. Sufre de una especie de tentación maligna que es la fragmentación. Unos enfrentados a otros, por grupos, por partidos, por opciones. Viven en medio de confusión porque están conscientes de que el poder se les escapó. Hay una tentación autoritaria en muchos. De los ideales no queda nada”.

Se percibe, incluso en el texto escrito, un dejo de decepción en las palabras de este autor de 84 años, nacido el 16 de noviembre de 1922 en el seno de una familia campesina sin tierra en Portugal y que desde hace años ha vivido en un exilio voluntario en Lanzarote, en las islas Canarias de España, como protesta por la decisión del Gobierno de su país de vetarlo para el Premio Literario Europeo debido a que su novela El Evangelio según Jesucristo ofendía a los católicos.

Las críticas al progresismo contemporáneo no han hecho abdicar a Saramago de su identidad con la izquierda combativa de su juventud. En 1969 se unió al Partido Comunista Portugués, cuando éste vivía todavía en la clandestinidad; pero al contrario de tantos otros que han dejado atrás el comunismo con el paso del tiempo, él mantiene testarudamente su afiliación y su identidad política.

“Yo digo en broma que [soy comunista] por cuenta de alguna hormona –le dice al reportero de El Tiempo—. No tengo más remedio. Ser comunista o ser de izquierda, es un estado del espíritu. Puede que hayas sido derrotado, pero te mantienes”.

En Colombia es inevitable que quienes se consideran de izquierda terminen reflexionando sobre la situación de la guerrilla y en particular de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC, que desde hace décadas mantienen una violenta rebelión armada en contra del Gobierno democrático y de buena parte de la sociedad colombiana.

“Para las generaciones jóvenes el pasado no existe –comienza su reflexión—. Colombia lleva 50 años viviendo una tragedia. Y esa tragedia no los toca, cuando debería tocarlos”. Y continúa: “Colombia podría ser, o haber sido, el paraíso. Por hoy no se ve luz al final del túnel. Hay desaparecidos, secuestrados, paramilitares, guerrilleros… En un principio, supongo, [los guerrilleros] tuvieron ideales para cambiar algo, pero… degeneraron en secuestradores, narcotraficantes y lo peor es que no sabrán vivir de otra forma.”

Quien habla de esta manera es el Saramago que apoyó la idílica rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y que encontró en la sencilla vida de los indígenas mexicanos una razón para ver el futuro con ilusión y optimismo. Es también, significativamente, el mismo Saramago que en 2006, en una entrevista con Carlos Loret de Mola en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, le recomendó a Andrés Manuel López Obrador aceptar la derrota electoral y trabajar desde la izquierda por un triunfo para 2012. “Si yo fuera López Obrador lo que haría sería tener una idea; sigo teniendo sospechas de que me quitaron la Presidencia, pero los hechos son los hechos y yo sigo aquí en la oposición y reorganizando”.

Saramago no es un escritor que piense que sus obras puedan transformar el mundo. “No cambia nada. La literatura tiene influencia en personas…. La literatura es una aventura personal… No tengo la esperanza de que mis libros cambien la humanidad. Ésa no es la función de la literatura”.

Y quizá sea cierto. La literatura no está hecha para cambiar a la humanidad. Pero la palabra puede y debe llevar a la reflexión individual. Y es ahí donde el valor de los escritores como fuerza de transformación se vuelve evidente.

Habrá quien cuestione a Saramago y diga que se ha vuelto viejo y que, por lo tanto, no hay que prestarle demasiada atención. Pero en las palabras del novelista surgen verdades ante las cuales es imposible cerrar los ojos.

Puede uno discrepar de los puntos de vista de Saramago. Eso no es lo importante. Lo significativo es que la suya es una voz honesta que deben escuchar todos, en especial quienes se enorgullecen de pertenecer a la izquierda. Para ellos es indispensable meditar sobre las palabras de un viejo hombre de izquierda que nos dice que hoy no hay nada “más estúpido que la izquierda”.

Contra la lógica

Crimes Against Logic (McGraw-Hill) es el título de un libro fascinante de un joven filósofo neozelandés, Jamie Whyte, que nos muestra cómo los políticos, sacerdotes, periodistas y otras figuras públicas ofrecen constantemente argumentos que violan las leyes de la lógica. El autor cuestiona con fino sentido del humor a quienes dicen que la salud es un derecho humano, a quienes quieren castigar a los que con su comportamiento sólo se afectan a sí mismos, a los que dicen que el aborto es un tema que sólo le compete a la madre y a quienes defienden la idea de la Trinidad en religión. El autor, ex profesor de filosofía en la Universidad de Cambridge, ganó el premio de la revista Analysis por mejor ensayo de un filósofo de menos de 30 años.

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