El rosario de torpezas que rodea al caso de dopaje de Salvador Carmona, tiene entre otros personajes siniestros a uno cuya peligrosidad radica en que cree saber de una materia en la que ha demostrado ser un neófito, el Derecho, y a quien para abreviar llamaremos Señor Licenciado.
El primer culpable de todo este enredo es el jugador, quien con su irresponsabilidad y reincidencia no sólo cavó la tumba de su carrera, sino que puso en riesgo la participación de México en el pasado Mundial y obligó a su equipo a hacer el peor ridículo administrativo de su historia.
Lejanos parecen aquellos días en que dentro de la Copa Confederaciones se comunicó la separación de Carmona y Galindo; también se pierden en el tiempo las declaraciones de supuestos códigos éticos entre el plantel esgrimidos por Alberto de la Torre, Decio de María, Guillermo Cantú, el ínclito Ricardo La Volpe y la mayoría de los seleccionados y el torpe manejo del asunto ante la FIFA.
Tras ser sancionado un año por dopaje, se insistió en la inocencia de Carmona pese a que había dado otra vez positivo en un ulterior examen y esto lo sabían las altas esferas federativas y en su club; sólo así se entiende aquel viaje a Zurich de un grupo de jerarcas futbolísticos para negociar un urgente perdón para el atleta. Pero entremos en materia por lo que hace a mi querido Señor Licenciado y la directiva de la Máquina Celeste.
Despidieron al masajista, Adán Hernández, quien para completar su salario vendía complementos alimenticios al plantel celeste. Su demanda en la Junta de Conciliación y Arbitraje va por buen camino. El TAS notificó a la FMF la suspensión de por vida de Carmona y ésta lo informó a Cruz Azul antes de enfrentar a Pachuca. El alto mando azul consultó al Señor Licenciado, y éste, sabihondo como es, les anunció que había que desconocer al TAS y se podía alinear a Carmona, pues ya estaba en curso un amparo contra esa resolución.
Inocentes como son los directivos de La Noria, le creyeron e hicieron un ridículo intergaláctico. El Señor Licenciado jamás había oído hablar del TAS, ni sabía que hasta la FIFA se le cuadra; tampoco sabe que el juicio de amparo sólo procede contra leyes o actos de autoridad, y no sé cuál creyó, en su loca imaginación, sería el tribunal competente para conocer de su supuesto “amparo”, porque si de veras lo presentó, es para encerrarlo en un manicomio.
Al Señor Licenciado se le fue Aarón Galindo a Europa sin recuperar Cruz Azul un centavo porque no tenía contrato, el jurisconsulto juró que existía el documento y amenazó con vetar al futbolista. Qué decir de César Villaluz, que no se fue a otro equipo porque nadie lo asesoró pues tampoco tenía contrato. En fin, mis respetos para el Señor Licenciado, y por favor, nadie vaya a creer que hablo de Víctor Garcés.