La educación en México tiene ante sí un enorme obstáculo: el desencuentro entre la titular de la Secretaría de Educación Pública Josefina Vázquez Mota y la Presidenta (¿vitalicia?) del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo y me refiero a un obstáculo magnífico porque desgraciadamente, el sistema educativo nacional no camina sin los acuerdos que se logren establecer con un sindicato enorme (el más grande de Latinoamérica), poderoso, corporativo, políticamente fuerte y adherido siempre al poder.
De todos es conocido el enorme poder que tiene el SNTE y que en el presente sexenio ha recibido todo el apoyo de la Presidencia de la República, al grado que Felipe Calderón le ha permitido un mayor protagonismo académico a su presidenta, incluso por encima de la propia secretaria del sector, tan es así que el SNTE presentó al presidente, en un acto privado, el documento denominado “Un nuevo modelo educativo para el siglo XXI”.
En este sentido el Gobierno Federal ha recibido, de diversos actores políticos nacionales sendas sugerencias para limitar su relación con la maestra Gordillo a un mero trato laboral –sindical, evitando conceder canonjías personales a la dirigente magisterial, incluso se menciona que ha llegado el momento de que el sindicato de maestros se empiece a democratizar: “Se trata de establecer un orden legal a la actuación del sindicato, ya que una cosa es la autonomía sindical y otra muy diferente la necesidad del Gobierno Federal de limitar su acción política”, (Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Básica).
La conquista del poder político por parte de la dirigencia del SNTE, es histórica y claramente caciquil, pero en los últimos años esas posiciones de poder se han incrementado a grados de magnitud anormal e indebida, conforme a la ley que rige a los sindicatos.
El protagonismo educativo al que ha llegado Elba Esther Gordillo, se ha hecho evidente al menospreciar el trabajo de la licenciada Vázquez Mota, titular de la SEP, a quien considera sin perfil para el puesto, sin preparación para enfrentar tan enorme reto y sin proyecto propio para desarrollar al frente de una secretaría tan importante. Este distanciamiento se hizo público el día en que se realizó la ceremonia de inauguración de clases el pasado 20 de agosto de 2007, al reencontrarse ambas personalidades y darse un frío saludo de mano, para luego pasar al acto protocolario de inicio de cursos; “no voy a hacer las paces con nadie porque no estoy en guerra con nadie” espetó la maestra Gordillo a los reporteros que la abordaron ese día.
Estos desencuentros no sólo son inútiles, sino por demás nocivos ya que impiden que las reformas educativas tan urgentes en nuestro Sistema Educativo Nacional se lleven a cabo, solamente basta revisar algunos datos relevantes: Cerca de 25 millones de niños viven en situación de pobreza y de analfabetismo, como el caso de niños indígenas en los que alcanza un alarmante 44% (el promedio nacional es del 8 %); 40,000 niños se quedan sin instrucción primaria cada año y un millón de niños entre 4 y 15 años de edad, no asisten a la escuela, más del 50% de los alumnos inscritos tiene problemas para leer y comprender textos, por mencionar algunos de estos datos.
Aunado a lo anterior el SNTE se opone a la evaluación de los maestros a través de un Sistema Mexicano de Evaluación Educativa, que propone Felipe Calderón (la evaluación como único medio para lograr detectar problemas y proponer mejoras) y contrapropone la creación de una norma mexicana (NOM) para evaluar la calidad educativa, mediante una comisión nacional integrada por la SEP, el SNTE, la Conago, las universidades y los padres de familia. En el papel pareciera adecuada la propuesta, pero de todos es conocido que, si quieres que algo no camine en México, crea una comisión.
El sistema educativo mexicano tendrá que reformularse porque no satisface los objetivos académicos y escolares, ni la necesidad de una educación obligatoria de 15 años con una nueva organización curricular y una nueva concepción de la instrucción centrada en el aprendizaje, pero con tamañas desavenencias entre la SEP y el SNTE, se antoja poco menos que imposible.
Como podrá observarse, las diferencias entre la Maestra Gordillo y la licenciada Vázquez Mota, son incorrectas y cuando se les inquiere al respecto sólo atinan a dar un listado de buenas intenciones que ni la SEP, ni el SNTE van a poner en práctica.
Cómo abatir el enorme rezago que nuestro profesorado presenta, sobre todo en actualización, capacitación, superación y profesionalización docente, si las señoras no logran ponerse de acuerdo.
El enorme poder y la presencia que Elba Esther Gordillo Morales está adquiriendo en el Gobierno calderonista, la ha llevado a solicitarle al jefe del Ejecutivo su apoyo y autorización para lograr acrecentar su poder, en menoscabo de la titular del ramo, a quien vemos en desigualdad de circunstancias bajo este estéril enfrentamiento.
Dicho poder no tiene límites, ya que la líder magisterial se quiere colar hasta las arcas de la nación al proponer “Construir con la Conago y la Secretaría de Hacienda la iniciativa de Ley de gasto e inversión para el Sistema Educativo Nacional; poder contar con presupuestos de inversión multianuales, así como calendarios de ejercicio presupuestal ajustados al nuevo ciclo escolar 2007–2008”. De veras que la ambición es total.
La pregunta es ¿Le permitirán en este sexenio involucrarse en asuntos políticos y económicos que tradicionalmente no han sido de la competencia del SNTE?, el señor presidente de la República, tiene la palabra.
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