La dependencia de sustancias es un proceso de enfermedades caracterizado por un modelo de uso patológico de una sustancia con una deficiencia en el funcionamiento social y mental. El Ser Humano con una dependencia de sustancias sufren de una compulsión irresistible de usar cierta sustancia en mayor dosis y frecuencia, a pesar de saber las consecuencias físicas y psicológicas y a pesar de la desorganización extrema de sus vidas.
Las personas dependientes de sustancias tienen tres cosas en común: la negación de que tienen un problema, el creer que necesitan la droga para funcionar normalmente y la dependencia de una sustancia. Otros síntomas pueden incluir la tolerancia (la necesidad de aumentar la dosis de la droga para lograr el mismo efecto), la dependencia fisiológica, deterioro de las relaciones interpersonales, impulsividad, inmadurez, comportamientos dependientes y una habilidad disminuida para hacerles frente a las cosas.
Cualquier persona puede volverse adicta. No hay evidencia de que haya tal cosa como una “personalidad adictiva”, ni hay evidencia de que los traumas de la niñez o el estrés de la vida causen la dependencia de sustancias. Hay evidencia de que un alto nivel de estrés puede hacer resaltar o empeorar los síntomas de esta enfermedad en las personas susceptibles.
La dependencia de sustancias es una enfermedad vitalicia. Sin tratamiento, es continua y progresiva. No puede curarse, pero puede controlarse. Sin tratamiento, se tienen síntomas persistentes que aumentan en frecuencia e intensidad y se vuelven más dañinos. La vida de la persona se centra en la droga y el funcionamiento social se ve deteriorado. A medida que progresa la enfermedad, la persona hace lo que sea necesario para obtener drogas. Puede ocurrir un comportamiento criminal y se presenta una total alienación de la cultura de no drogas. Se deteriora la condición física de la persona y el consumo continuo de drogas conduce a la muerte. Con tratamiento, mejoran los comportamientos disfuncionales y la salud puede restaurarse en la mayoría o en todos los aspectos de la vida.
El tratamiento siempre incluye la abstinencia de la sustancia que fue abusada. Si hay dependencia fisiológica, el tratamiento empieza con la desintoxicación. Los métodos principales de tratamiento incluyen la atención psicológica individual y familiar, la orientación, la educación y la modificación de comportamientos. El aprender sobre la dependencia de sustancias y el descubrir maneras de cómo hacerles frente a las consecuencias emocionales y psicosociales de la dependencia de sustancias son metas importantes del tratamiento.
Hay varios problemas que tienen probabilidad de ocurrir durante el inicio de la recuperación, son: un exceso de confianza acerca de la recuperación; la depresión; el insomnio; el temor y la ansiedad; cambios en las relaciones interpersonales; cambios en la autoestima; dificultades para organizar el tiempo; dificultad en reintegrarse a la familia; el deseo de usar; el sentirse abrumado o incapaz de hacerles frente a las responsabilidades y a los problemas.
Algunas acciones que una persona con dependencia de sustancias puede tomar para maximizar la recuperación son: abstenerse de las drogas callejeras y del alcohol. Asistir a las reuniones de grupos de autoayuda. Tener una persona con la cual pueda apoyarse en momentos de ansiedad o descontrol emocional en AA se les conoce como “padrino”. Organizar el tiempo de ocio. Hacer ejercicios regularmente y con vigor. Comer sanamente. Fijar metas realistas a corto y largo plazo. Conocer las señales de advertencia de la recaída.
El paciente debe desarrollar un plan sobre qué pasos tomar en caso de que ocurran señales de una recaída, maneras concretas de limitar el estrés deben tenerse presentes siempre.
La señales comunes de la recaída incluyen: la negación de los temores o ansiedades acerca de la sobriedad; la decisión de que lo único necesario para permanecer sobrio es la abstinencia; el ser demasiado confiado acerca de la recuperación; el evitar las discusiones de temas delicados; el comportamiento compulsivo en otras áreas de la vida (por ejemplo en el trabajo o en el comer); el actuar de manera muy abrupta hacia el estrés o los cambios; el aislarse; el sostener expectativas poco realistas; la depresión; cambios en el estado de ánimo; el pensar que los problemas no tienen solución; el evitar divertirse; el culpar a otros; sentirse muy cansado; comer mal; abandonar la rutina diaria o la estructura; sentirse sin esperanza; rechazar la ayuda de otros; tener fantasías y sueños acerca de tomar o consumir drogas; mentir; racionalizar que el consumo de drogas mejoraría la vida; buscar amigos viejos que usan drogas; reanudar el uso; negar que el uso es un problema.
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