En algunas ocasiones pensamos que nuestra vida se ha convertido en un fastidio y sentimos la necesidad de romper con todo. Queremos establecer cambios que le den un nuevo rumbo a nuestra existencia. Muchas veces decimos frases como: “Qué fastidio, siempre lo mismo” o “la rutina me está matando” o “quisiera mandar todo al carajo”.
En ocasiones, ciertas personas se sienten ahogadas por el hecho de hacer cosas que se han convertido en hábito y que ya no estimulan seguir haciéndolas. Trabajar, estudiar, incluso, hacer deportes, son actividades que se convierten en un hábito y que pueden llegar a aburrirnos. Pero, ¿qué hace que otras actividades no nos hastíen y las hagamos siempre sin ningún problema? Por ejemplo, comer un mismo tipo de alimento con frecuencia. Hay fanáticos de los panes, hamburguesas, pizzas o helados. Igual y normalmente –al levantarnos- hacemos toda una rutina de aseo personal de la cual nunca nos cansamos.
Hacer nuestras tres comidas es rutinario para nosotros y jamás nos aburrimos de hacerlo. Dormir siete horas diarias nos resulta muy normal. Lo hacemos siempre y tampoco nos fastidiamos de realizar esta actividad todas las noches. Entonces, ¿por qué nos cansan ciertas actividades? ¿Qué es lo que hace que algunas rutinas nos aburran y otras no?
La rutina es el establecimiento de hábitos en forma arraigada o irreflexiva con la que logramos ciertas habilidades debido a la costumbre de hacer reiteradamente una actividad determinada.
Sin embargo, existen personas a quienes no les gusta hacer lo mismo todos los días. Si lo analizamos a fondo, veremos cómo todos –de alguna manera- hemos ejercido rutinas que nos han permitido lograr objetivos que nos permiten en la actualidad, ser quienes somos. En un país normal estudiamos hasta alcanzar un título, para luego convertirnos en profesionales especializados y, de esta manera, obtener el standard de vida por nosotros deseado. Ahorramos para invertir el dinero en algún negocio, adquirir una vivienda, un carro o cualquier otro bien. Trabajamos todos los días de manera responsable para adquirir mayor experiencia en nuestra profesión y convertirnos en profesionales destacados. Hacemos deporte diariamente para mantener nuestro cuerpo en forma y evitar el envejecimiento. Y como éstos, existen miles de ejemplos que podríamos citar de cómo una rutina nos permite alcanzar objetivos que son beneficiosos para nosotros.
Si nos guiamos por dichos ejemplos, podemos ver que seguir una rutina no es tan malo como algunos lo consideran. La diferencia estriba en el planteamiento de objetivos que nos lleven a trabajar con constancia para conseguirlos. El alcanzar metas es lo que nos va a permitir tener el estímulo para trabajar obstinadamente y sin aburrirnos. Ahora bien, hay personas que se aburren haciendo siempre lo mismo. Quienes, experimentan este sentimiento, son personas que están inmersas en un cuadro depresivo que los lleva a no tener ganas de hacer algo.
Esta conducta viene acompañada de un descenso en el ánimo, sentimientos de tristeza junto a los de ansiedad, ideas pesimistas acerca de la vida, el trabajo, la gente, además de una lentitud permanente en sus movimientos y en la generación de ideas. También experimentan disminución del apetito, bajas en la autoestima, la frecuencia sexual, además de insomnio.
El aburrimiento es una especie de depresión, de la cual la persona que la experimenta no se da cuenta, pues la interpreta como cambios normales de conducta.
Pero las personas que sufren aburrimiento, pueden provocar para ellas mismas invalidez en el trabajo. Tienen mermas en el intelecto. Con frecuencia se sienten fracasados, sienten desesperanza y falta de energía. Estas situaciones repercuten en el ambiente familiar, en el de la pareja y en el sexual. Es más pueden caer en adicciones como la droga, antidepresivos y alcohol. Las personas que sufren de aburrimiento en grado extremo, sienten miedo ante nuevas situaciones como sistema de defensa frente a las cosas que les causan angustia. Es por ello que, en ocasiones, se aíslan o se tornan en personas ensimismadas, tímidas y aburridas.
No existe una lista de cosas que se puedan hacer para evitar el aburrimiento. Francamente, puede ser que alguien, de vez en cuando, experimente fastidio por alguna cosa u otra. Lo que no es normal es que todo, incluso la propia vida, cause hastío.
En principio, la persona debe detectar qué es lo que está haciendo que provoca constantemente este sentimiento. Si es un trabajo que ya no le gusta hacer y que perdió atractivo puede cambiarlo. Lo que no debemos permitir nunca es que el hastío se apodere de nosotros al punto tal que nos invalide en el trabajo. Si no nos gusta un empleo de oficina con un horario rígido, busquemos una actividad flexible que nos permita sentirnos más dueños de nuestro tiempo.
Si ya hemos caído en el hastío, definitivamente debemos acudir a la consulta del psicólogo, que nos ayude a recuperar las ganas de vivir. Esto se logra, cambiando los puntos de vista acerca de las cosas que nos rodean. Todos los aspectos de la vida, tiene un lado bueno y uno malo. Busquemos siempre los positivos y reflexionemos sobre los negativos con el objetivo de llevar a la reflexión y al cambio de rumbo. La vida, con sus cosas buenas y malas, merece ser vivida. No dejemos que el aburrimiento nos impida ver lo mejor que ella tiene: nosotros mismos.
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