La enuresis ha sido definida como una descarga involuntaria y persistente de orina durante el día, la noche o ambos momentos, después de los cuatro o cinco años de edad y cuando no existen indicios de una enfermedad. La enuresis nocturna hace referencia al hecho de que la micción tenga lugar durante el sueño. Para entendernos, calificamos a un niño de enurético cuando se hace pis en la cama.
Existen casos aislados de niños que mojan su cama de una forma deliberada. Este tipo de comportamiento se muestra relacionado con conductas de oposición o desafío hacia los padres. Aquí una intervención apropiada iría encaminada a restablecer una adecuada pauta de relación entre padres e hijos más que al tratamiento conductual que referiremos más adelante. En otros casos, la conducta de mojar la cama aparece asociada a conductas de temor a la oscuridad, monstruos o fantasmas. También aquí la elección terapéutica debería encaminarse a solventar los miedos más que a corregir la posible enuresis.
Para efectuar el diagnóstico de enuresis nocturna son suficientes dos episodios mensuales en el caso de niños de cinco o seis años y un solo episodio al mes en niños de mayor edad. A pesar de lo dicho, un niño de cinco años con un control recién adquirido tendrá accidentes ocasionales en los que mojará la cama durante algún tiempo, que puede extenderse hasta un año. Con ello quiero decir que hay que tener cierto cuidado a la hora de etiquetar al niño como enurético.
Entre sexos hay diferencias significativas, así las niñas adquieren el control de la micción antes que los niños, apreciándose una diferencia entre ambos de dos o tres años. Esto explica la mayor incidencia de enuresis nocturna entre varones.
Tipos de enuresis:
Enuresis primaria versus secundaria. En el primer caso no ha existido control voluntario de la micción desde el nacimiento, en tanto que en el segundo el niño vuelve a orinarse en la cama después de haber logrado el control nocturno durante un periodo de tiempo significativo, normalmente establecido entre seis a 12 meses.
La génesis de la enuresis nocturna primaria se ha relacionado frecuentemente con factores de desarrollo, disfunciones fisiológicas o factores de aprendizaje; se manifiesta con mayor frecuencia en los varones; suele ser regular respecto al número de noches y veces que los niños mojan la cama; y remite con la edad en una elevada proporción.
La enuresis secundaria se encuentra más asociada con problemas emocionales o sucesos estresantes y con cierta patología orgánica como las infecciones urinarias; presenta una mayor incidencia en el sexo femenino; la frecuencia de accidentes durante la noche es más esporádica; la edad de comienzo se sitúa entre los cinco y seis años de edad, siendo poco frecuente a partir de los 11 años; y la remisión espontánea parece ocurrir en menor proporción que en el caso de la enuresis primaria. Muchos profesionales aconsejan analizar los factores asociados al inicio del problema, de ahí la importancia de la clasificación, con el fin de ajustar la intervención psicológica adecuada, antes de comenzar un tratamiento específico para la enuresis.
MÉTODOS DE TRATAMIENTO
El tratamiento esencial en la mayoría de los casos es la utilización de una gráfica de estrellas o pegatinas de colores que representarían las noches secas y una cruz cada vez que el niño moja la cama. Este gráfico cubriría las cuatro semanas que tiene un mes y estaría al alcance del niño para su clasificación. Con este sistema se trata de recompensar al niño cada vez que no moja la cama, incrementando el número de noches secas para la obtención de premios de forma paulatina a criterio de los padres. Los premios o gratificaciones pueden ser variados y siempre serán también a criterio de los padres y con acuerdo previo de los niños. Ellos de antemano deberán saber la lista de recompensas que llegarán a adquirir.
Mientras se utiliza el sistema de gráficos es adecuado que los padres NO regañen a su hijo por mojar la cama. El simple hecho de estampar una cruz o no recibir la recompensa ya tiene efecto en sí. Es asimismo importante que se implique al niño y se le traspase el problema, así también será efectivo seguir ciertas pautas cuando el niño moja la cama. Debería responsabilizarse de ayudar en el cambio de sábanas, de llevar la ropa sucia al lugar de la ropa para lavar o a la lavadora y cambiarse el pijama. El nivel de responsabilidad atribuido a un niño lo marcarán los propios padres atendiendo a determinados criterios como por ejemplo: edad del niño, tiempo que dura el problema, etc...
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