El torneo Interliga de donde saldrán dos equipos mexicanos para participar en la Copa Libertadores de América, a celebrarse este año, ha tenido resultados que sin duda traerán aparejadas serias implicaciones en el futuro cercano.
El primer análisis recae sobre el paupérrimo papel desempeñado por el Cruz Azul en lo que debe considerarse un absoluto fracaso. Los integrantes de la Máquina simplemente no quisieron calificar y se valieron para ello del peor futbol que pudieron desarrollar. El cinismo llegó al borde cuando el director técnico Isaac Mizrahi declaró a su llegada a México: ?fracaso, ¿cuál??, mostrando con ello que el historial celeste y la afición le importan un rábano.
Hace mucho que los cementeros no obtienen algo importante, y aunque la ausencia en la Libertadores permita un buen campeonato local y haya quien le pueda dar la razón a Mizrahi sigo pensando que una institución del tamaño del Cruz Azul merece respeto, debiendo jugar a tope hasta las cascaritas.
El América en cambio, tomó con seriedad el evento, y aunque está muy lejos de practicar un buen futbol, ha puesto por lo menos vergüenza y se encuentra instalado en una de las finales. Sus rivales serán los Tigres de la Autónoma de Nuevo León, equipo que se dice castigado por haber tenido que participar los últimos dos años en ambos torneos, pero creo que los seguidores felinos merecen el esfuerzo y Tigres debe buscar su lugar en la Libertadores y trascender como equipo grande.
El equipo que mejor ha hecho las cosas en este minitorneo es sin duda el Necaxa, pues los dirigidos por José Luis Trejo sumaron tres victorias en igual número de partidos y parecen ser el candidato para aparecer como el equipo conocido como México Dos.
Por supuesto que es prematuro pensar que los hidrorrayos que vimos en el Interliga mantengan el mismo nivel en nuestro campeonato. Pero por plantel, situación económica y trascendencia Necaxa puede y debe encarar con decoro los dos torneos.
Para meterse en la justa sudamericana deberán vencer a Jaguares de Chiapas, equipo a quien, la mera verdad, le vendría bien no tener que jugar la Libertadores. La realidad de los del sureste es diametralmente opuesta a la del propio Cruz Azul y de los demás finalistas pues Chiapas no cuenta con la infraestructura mínima que le permita competir en los dos torneos.
Quizá sea emocionante para ellos y su público lo agradezca, pero el frío análisis demuestra lo reducido del plantel y las dificultades a sortear, sobre todo siendo un equipo con problemas de porcentaje.
La actuación de Monterrey, una vergüenza; la grisura de Tecos es ya legendaria pero donde deben estar preocupados en serio es en la hermosa Morelia. Pese a cerrar el torneo en Estados Unidos con una victoria, el cuadro que dirige Marco Antonio Figueroa no juega a nada, carece de contundencia y es terriblemente indisciplinado.
Hace ya rato que Monarcas no da tema para hablar bien de ellos y el público, otra vez el sufrido público, no merece que anden barriendo el piso con el prestigio que tanto trabajo costó ganar. La temporada que está por iniciar debe ser un examen a fondo para un equipo que llegó a ser grande y se empeña en volver a la medianía.
