En el albergue Las Burbujas en la ciudad deportiva de Villahermosa, Tabasco, se realizó una pastorela para entretener a las personas desalojadas por el desfogue del canal en el Alto Grijalva. (El Universal)
Expertos y autoridades de Protección Civil de Chiapas aseguraron que un día después de la apertura del “tapón” y la operación del canal de desagüe en el Alto Grijalva, el proceso de desfogue se realiza de manera normal y sin incidentes, bajo la estricta vigilancia y supervisión de expertos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Las aguas del caudaloso río empezaron a correr de nuevo el martes pasado, luego de permanecer bloqueado durante 44 días, frente a la comunidad Juan de Grijalva, del muncipio de Ostuacán, tras la caída de un cerro aledaño que a su paso dejó una estela de 19 muertos y seis personas que aún son buscadas en tierra y bajo las aguas.
El líquido se desplaza gradualmente a lo largo de un canal de 800 metros de largo por 100 de ancho, que paulatinamente se irá extendiendo y profundizando.
Luis Manuel García Moreno, subsecretario de Protección Civil, informó que el trasvase de las aguas de un lado a otro del río a través del canal, continúa realizándose de manera normal sin que hasta ahora se presenten incidentes ni situaciones fuera de control, de acuerdo a las estrategias y el plan de acción ejecutados por Conagua y CFE.
No existe ningún tipo de incidentes, salvo que a medida que transcurran los días el río intensificará su volumen y cantidad de agua, e irá ensanchándose a través de las paredes del canal hasta que el líquido retome su cauce normal, como fue antes de que el cerro se viniera abajo, recalcó el funcionario estatal.
“El desfogue del Grijalva hacia río abajo (hacia la presa Peñitas) se desarrolla conforme al diseño de los especialistas en ingeniería hidráulica y bajo la estricta vigilancia y el monitoreo de 24 horas de brigadas e ingenieros especializados en ese tipo de actividades”, agregó el entrevistado.
El subsecretario, García Moreno, indicó que la zona de Juan de Grijalva es el tramo más vigilado del río. Precisó que en ese punto montañoso del municipio de Ostuacán, alrededor de 20 expertos mantienen vigilancia directa sobre las aguas, con el apoyo de equipos de alta tecnología que proporcionan información oportuna del comportamiento de las aguas a su paso por la hondonada, río abajo.
Abundó que otra veintena de trabajadores, entre meteorólogos, geólogos y personal de rescate de Protección Civil, se despliega en la zona en labores de supervisión directa para tener reportes inmediatos del fluido de las corrientes.
Cuentan las horas para regresar a su hogar
En el albergue montado en Tuxtla Gutierrez, Chiapas, los refugiados cuentan el paso de las horas desde que el martes pasado las aguas del río Grijalva empezaron a fluir de nuevo. Los invade un anhelo único: volver al hogar.
“Estoy desesperado y enfermo por estar lejos de mi casa, si el río sigue mansito, regresaremos pronto”, confía Pablo López Acosta, de 74 años, originario del ejido Santos Degollado del municipio de Tecpatán.
Don Pablo tiene esperanzas que el río siga “mansito” en su desembocadura por el canal del “tapón” de Juan de Grijalva, para que el deseo de regresar no se esfume en el transcurso de los días.
“Nuestro anhelo es regresar, esperamos en Dios que no vaya a pasar otra cosa con las aguas; estoy desesperado por volver y dormir en mi cama; mi presión arterial subió hasta 190, debido a que no me acostumbro a estar fuera de mi tierra”, advierte.
El campesino es uno de los 316 refugiados temporales que desde hace una semana se alojan en el albergue del domo del Instituto de Seguridad Social para Trabajadores del Estado de Chiapas (ISSTECH), luego de que el Gobierno Estatal evacuó a un total de 3 mil 500 personas de 33 comunidades que se asientan en zonas de riesgos en el centro y norte de la entidad.
Los refugiados dejaron viviendas y tierras de cultivo en Santos Degollado, Rómulo Calzada, El Limón, Limón Viejo, Paso de los Pobres y Herradura. Desde hace un día, luego de la liberación de las aguas, sólo piensan en volver.
De la ranchería El Limón es Ricardo Olán Pérez, su esposa Bertha y sus tres hijos menores. El hombre de 30 años de edad, busca el regreso, pese a que sabe que su casa ya se encuentra bajo las aguas.
“Ahí está mi vida, la agricultura y la pesca con las cuales sobrevivimos todos los días, no podríamos ir a otras tierras, y no como quiera se puede dejar tirado lo que nos costó tanto esfuerzo”, señala.