Hace ya más de dos meses que se efectuó el relevo de dirigentes en el sindicato de la empresa Ford y la autoridad laboral no ha tomado nota de ese movimiento. La dilación hace temer a los trabajadores un arreglo que prolongue la permanencia en el mando sindical de Juan José Sosa, que hace 17 años se encuentra a la cabeza de ese sindicato perteneciente a la Confederación de Trabajadores de México.
La empresa cuenta con tres plantas en nuestro país, en Cuautitlán, donde se ensamblan unidades; Chihuahua, donde se fabrican motores y Hermosillo, donde se realiza estampado y ensamblado y a cada una corresponde una sección sindical. La de la capital sonorense, la más numerosa de las tres, convocó a la renovación del mando sindical nacional, a través de un congreso nacional de elecciones, que se efectuó en su propia sede los días 18 y 19 de mayo. Fue elegido líder nacional quien ya lo era de la sección anfitriona, Ricardo Martínez Herrera. Simultáneamente, en la Ciudad de México Sosa organizó una reunión sin valor estatutario en la que se hizo elegir una vez más, como lo ha hecho desde 1990.
Ambos dirigentes solicitaron a la secretaría del Trabajo la toma de nota de su elección, sin que la autoridad laboral se haya pronunciado. Los opositores a la reelección, sin embargo, temen que se desconozca la elección de Martínez Herrera. Suponen o saben, que se ha producido un acuerdo entre el comité nacional de la CTM, encabezado por Joaquín Gamboa Pascoe y la empresa Ford para que Sosa prevalezca, no obstante que obtuvo sólo los 600 votos de la sección de Chihuahua, a que pertenece, mientras que su opositor reunió los tres mil de Hermosillo y los 700 de Cuautitlán.
Organizados en una Comisión para la defensa del voto del Sintraford, los partidarios de la nueva dirección sindical han propuesto un recuento o, como ese comité lo expresa, que la secretaría del Trabajo “comisione personal para que verifique mediante voto secreto la voluntad mayoritaria de los trabajadores”. En una comunicación dirigida al presidente Felipe Calderón y al secretario Javier Lozano, les hacen “un llamado preventivo, porque una decisión equivocada de la autoridad provocaría una grave desestabilización”. Para evitarla, ese sector de trabajadores ha actuado con gran prudencia. Al volver de dos semanas de vacaciones, se plantearon la realización de paros de protesta a fin de obtener la toma de nota a favor de Martínez Herrera, pero desistieron de efectuarlos, sabedores de que cada día en que se suspendiera la producción de vehículos significaría que se dejaran de fabricar mil doscientas unidades.
El conflicto sindical, que podría agravarse por la inercia gubernamental y la eventual injerencia de la dirección nacional cetemista, parece derivado de la situación financiera de la firma automotriz en todo el mundo. Una de las vías de resolución de sus problemas ha sido contar con la colaboración de los sindicatos con los que contrata. Una nota de The Wall Street Journal, del dos de marzo pasado, publicada en la selección de material de ese diario financiero que aparece en Reforma, narraba la mudanza de la actitud de Jerry Sullivan, el dirigente sindical de la industria automotriz que reconocía la necesidad de flexibilizar su posición ante las dificultades financieras de la empresa. “Ford está en una situación desesperada. Si esta compañía se hunde, quiero ser capaz de mirarme al espejo y decir que hice todo lo que pude para evitarlo”, dijo el dirigente, que ha trabajado 35 años en esa firma y hace diez encabeza el sindicato.
A la empresa le conviene contar en México con una colaboración semejante, encarnada en Sosa. Apenas consumada su presunta reelección, el dirigente impugnado condujo a los trabajadores de Cuautitlán a realizar un paro técnico de dos semanas (que concluyó el 4 de junio), con el argumento de que si empeoran las condiciones de la empresa se llegaría al cierre de la ensambladora y la liquidación de la planta de personal. Los trabajadores aceptaron recortar al 75 por ciento sus salarios durante ese paro. Seguramente los convenció la certidumbre de que Sosa sabe de qué habla. En poco más de tres lustros en que dirigido el sindicato, el número de los asalariados se ha reducido de ocho mil en total a poco menos de cinco mil.
En Cuautitlán en particular la cifra pasó de cinco mil a setecientos. Como una muestra adicional de que la crisis financiera de la empresa no tiene visos de arreglo, Sosa informó que fue vendida la mitad de la superficie ocupada por Ford en ese municipio mexiquense que era de más de cuatrocientos mil metros cuadrados.
Dentro de las complicaciones que en general afectan a la industria automotriz en México Ford parece llevar la peor parte. En el primer semestre de este año la producción de esa rama fabril sufrió una reducción de casi cinco por ciento, mientras que la de Fordi más que triplicó ese porcentaje al llegar a 17.8 por ciento.
En el mismo mayo en que se relevó a Sosa del mando sindical, o éste pudo refrendarlo (lo cual está por decidirse), el grupo Expansión encargó a la firma consultora Top Companies un estudio de satisfacción del personal de grandes empresas con su compañía. Poco más de cien accedieron a participar en el estudio, en el que Ford resultó a la cabeza. Su presidenta y directora en México Louisa Goeser tiene la oportunidad de que esa percepción del personal no se diluya, si impide que la dirección de la empresa interfiera en los asuntos de sus trabajadores.