Carlos Slim es el máximo representante del sueño mexicano. En tan sólo diez años no sólo se convirtió en el empresario más pudiente de México, sino que se coló hasta el tercer lugar de la lista Forbes de los más ricos del mundo. ¿Qué honor para México?
El sueño de Slim es tal que hoy es prácticamente imposible para cualquier mexicano no gastar al menos cinco pesos diarios en alguna de las empresas que forman su multimillonario emporio. La cadena de restaurantes más grande del país, el 80 por ciento de los servicios de Internet, telefonía fija y móvil en México; una aerolínea nueva de “bajo costo”; un grupo financiero enorme; tiendas departamentales de lujo, tiendas de discos, entre otros.
Slim y su fortuna dividen opiniones. Muchos ven con admiración el éxito empresarial de este magnate, mientras que otros consideran aberrante el poder económico que Slim ha amasado, sobre todo en un país como México que tiene los niveles de distribución de la riqueza más desiguales del mundo y en los que la pobreza vulnera a más del 45 por ciento de la población. Mientras Slim se burla de los dos únicos hombres que superan su fortuna, Bill Gates y Warren Buffet, al mencionar que él no es Santa Claus para repartir dinero a fundaciones …
La enorme diferencia entre Slim y los otros multimillonarios de los que se burla es abismal. Gates es un genio innovador cuya investigación en el mercado del software ha revolucionado la vida de millones de personas. Queramos o no, todos los usuarios de una computadora han utilizado Windows o Microsoft. Por su lado, Warren Buffet ha puesto el ejemplo al anunciar, en julio del año pasado, que su enorme fortuna no pasará directamente a sus hijos, sino a fundaciones de caridad bien administradas. En otras palabras, mientras que Gates y Buffet representan el otro lado de la riqueza, el de los millonarios con conciencia social, el del rostro de la filantropía corporativa, Slim parece el rostro del monopolista que no inventa nada, que sólo administra su negocio para maximizar sus ganancias, sin importarle el juicio que la historia hará de él.
En cuanto a los servicios que Slim ofrece, ¿cuántos de los que usamos su cara compañía celular no sufrimos la falta del servicio por más de ocho horas el pasado seis de febrero? ¿cuántos recibimos una disculpa de la empresa o una bonificación por la falla? Lo peor, la Procuraduría Federal del Consumidor multó a Telcel con sólo 5.5 millones de pesos, que equivalen a menos del dos por ciento de las ganancias diarias de la compañía.
El sueño se convierte en una pesadilla del absurdo. De acuerdo con Forbes, durante el 2006 la fortuna de Slim creció mucho más rápidamente que la de Gates, al incrementarse en unos ¡52 millones de dólares diarios! y todo a expensas de la clase media mexicana. Porque aunque Slim niegue los datos dados a conocer por la OCDE sobre los altos costos de su compañía celular para los usuarios, lo cierto es que si la comparamos con cualquiera de las compañías de telefonía estadounidenses, Telcel es mucho más costosa e ineficiente. Sólo por poner un ejemplo, en una ciudad como Nueva York, donde la vida es mucho más cara que en el Distrito Federal, de las pocas cosas que son más baratas que en la capital mexicana se encuentra justamente el servicio de telefonía fija, móvil y de Internet.
La falta de reglas antimonopólicas para una competencia real en la telefonía, el todavía peor servicio que ofrecen los actuales competidores de Telcel, la ausencia de árbitros con verdadero poder para regular la competencia y, por supuesto, los miles de millones de Slim nos mantienen a los usuarios en jaque. Por ello, todos los días más que soñar con algún día juntar al menos el .01 por ciento de la fortuna de Slim, lo que la mayoría de los mexicanos debería tener es una pesadilla al esperar su cuenta mensual del celular.
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