Es bien sabida la frase de que: “Cuando Dios quiere perder al hombre, lo ensoberbece”.
Eso fue lo que le pasó a Hugo Chávez, cuando decidió convocar al referéndum sobre las modificaciones constitucionales en Venezuela, que le permitirían seguir gobernando hasta el fin de sus días.
De otra forma no se explica que lo haya hecho, aunque su derrota fue apenas por un punto de diferencia y el cuarenta por ciento de los electores no votaron.
El asunto no sólo preocupó y dividió al pueblo venezolano, sino que además entrañaba un grave riesgo también para los países de Latinoamérica, porque otros se podían sentir tentados a seguir su ejemplo.
El resultado debe de haber sorprendido a las instancias electorales, pues el Consejo Nacional Electoral, se tardó varias horas en dar a conocer los resultados. Se había dicho que éstos se conocerían hacia las siete de la tarde y los hicieron públicos casi a la una de la mañana.
Largas horas de angustia deben de haber vivido los opositores a Chávez, sobre todo pensando que, aún ganando el NO, éste podía maniobrar para que resultara que ganó el SÍ.
Incluso, una cadena norteamericana sostuvo que las Fuerzas Armadas de Venezuela, había presionado a Chávez para que aceptara el resultado, lo que ha sido desmentido por instancias locales y por el mismo presidente. Pero lo cierto es que el pueblo dijo NO.
Sin embargo, advierto en la actitud de Chávez una maliciosa tendencia, pues si bien acepta el resultado y su derrota, afirma que ese asunto no ha terminado, lo que deja entrever que pronto lo volverá a intentar y es factible que entonces se asegurará de ganar.
Pero además, la aceptación de su derrota le servirá para darle credibilidad a un eventual triunfo en caso de que suceda. “Si yo acepté que perdí, la vez anterior, acepten ustedes que ahora perdieron”, podrá decir entonces y muchos le darán la razón.
Nadie debería estar de acuerdo en que una persona se prolongue indefinidamente en el ejercicio del poder y eso es lo que pretendía Chávez al eliminar el obstáculo constitucional de la no-reelección.
Probablemente, en su próxima embestida ya no proponga que la edad para votar se reduzca de los 18 a los 16 años, pues se afirma que fueron precisamente los estudiantes los que inclinaron a la balanza a favor del NO.
Eso también pone de manifiesto que los grupos estudiantiles siguen siendo un factor real de poder en los estados latinoamericanos y yo diría que en el mundo.
Aquellos años de Berkeley, París y México, si bien forman parte de una gran historia, sus efectos no han desaparecido por completo.
El sector estudiantil de cualquier país, sigue siendo nitroglicerina, que se mantiene estable mientras no la testereen, pero si la agitan detona y fuerte.
Los opositores a Chávez recibieron oxígeno puro y pueden respirar tranquilos unos meses. Pero, no dudo que el dictador por propia determinación volverá por sus fueros y con más candados para asegurar su triunfo.
Le debe de haber dolido a Chávez, no poder festejar con su compañero Fidel Castro, quien si logró que le abrieran la puerta para ser reelecto presidente de Cuba.
Es obvio que por más que quiera Chávez no es Castro, ni tiene la fuerza histórica ni el control que éste ha logrado estructurar a lo largo de casi cincuenta años en el poder. Pero que el venezolano aspira a convertirse en el sucesor de Fidel dentro del contexto continental, nadie lo duda.
En tierra de pretendidos caudillos nunca faltarán los Chávez que quieran erigirse en los adalides del mundo o cuando menos de sus respectivos países.
Lamentablemente, éstos siempre constituirán una amenaza para la paz continental y serán motivo de preocupación para todos los habitantes de nuestros territorios.
En suma, Chávez recibió un soberbio revés, por su soberbia y ansias de poder desmedido. Sucedió, como decía mi padre: “No tienen llenadera”, aunque esta vez fracasó.
Por lo demás, “Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano”.
