El correo de enero reveló, manifiesta o veladamente, las complicaciones a sortear de inmediato.
El listado de asuntos, problemas y conflictos registrados durante el mes perfiló la agenda de febrero y puso al centro del debate una cuestión que la cortedad de la nueva Administración había dejado de lado: si cuenta con la inteligencia, la organización, el equipo, la capacidad y la fuerza necesaria para encarar y remontar esa agenda de complicaciones.
El calendario de febrero, marcado por la efeméride constitucional, el arranque del periodo ordinario de sesiones, la posibilidad y la imposibilidad de las reformas fiscal y electoral, dejará ver con mucho mayor claridad el perfil del nuevo Gobierno.
Febrero no da para tomar decisiones rápidas y espectaculares, alentadas por la idea de legitimarse en el poder. El mes que arranca, demanda mucho trabajo político, muchas horas de escritorio, menos visitas al interior y al exterior del país, muchos acuerdos. Demasiada política.
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Durante los primeros 31 días del año, en el plano social, económico, político y diplomático, despuntaron muchos asuntos complicados. Buena parte de ellos eran, de algún modo, naturales, pero estuvieron recargados por los problemas, el malestar, las facturas y los compromisos derivados del proceso electoral.
Los alimentos se encarecieron más para quienes llevan el dinero en el bolsillo y no en la cartera y se reanimó el malestar social acumulado, provocando la percepción de que la inflación podría salir de control. Los operativos policiales en distintas plazas de la República, la extradición de varios capos del narcotráfico y el afán de integrar en un solo cuerpo al conjunto de las policías federales, no amedrentaron a la delincuencia ?ahí está el caso de Monterrey, liderando este año las ejecuciones? y pusieron en claro que el combate al crimen organizado exige mucho más que buena voluntad. El Programa del Primer Empleo quedó como un anuncio, esto es, como el spot de un gran producto con un sinnúmero de restricciones. La creciente tentación del secretario José Ángel Córdova Villalobos por ajustar las políticas de salud pública a principios religiosos y morales dejó al descubierto a la nutriente del ala reaccionaria del Gobierno. La ausencia del secretario Juan Elvira en la agenda ambiental ?manglares y calentamiento global? sembró dudas sobre su nombramiento.
En el campo de la política, enero dejó una estela de complicaciones. Las giras del presidente Felipe Calderón culminaron con un saldo marcado por los desencuentros más que por los encuentros en el plano internacional, generando la impresión de una diplomacia errática y confusa.
Una política exterior que, en su expresión, hace sentir que no encuentra el nuevo eje de su actuación porque no hay mucha claridad en la política interior donde aquélla habrá de fincarse.
En la política interior, cuatro hechos rubricaron el primer mes del año: uno, la desesperación de los consejeros electorales por salvar el puesto advirtió que pueden provocar un conflicto superior al de su relevo; dos, la lideresa del magisterio, Elba Esther Gordillo, mandó señales de que, con o sin acuerdos, por ningún motivo dejará de cobrar el talonario de facturas que le dejó su apoyo a la campaña presidencial de Felipe Calderón; tres, los términos de la contienda de Enrique Jackson y Beatriz Paredes por la dirección del PRI anticiparon que ?sin importar quién se quede con las riendas? ahora sí el nuevo partido tricolor será completamente igual al anterior; y, cuatro, la reactivación del movimiento social con motivo del alza en algunos productos básicos dejó ver el grado de conflictividad que puede tener el año.
Si cada uno de los sucesos e iniciativas registrados en enero plantearon el número de frentes que tiene el Gobierno y que habrá de encarar, el problema más llamativo fue el creciente conflicto entre el Gobierno y su partido. Si alguien metió ruido y complicó la más reciente gira del presidente Felipe Calderón no fue la Oposición, fue... ¡el partido en el Gobierno! Si algún partido desató conflictos en distintos estados de la República, fue... ¡el partido en el Gobierno! Si algún partido le integró un pesado Gabinete de sombra al Gobierno, fue... ¡el partido en el Gobierno! Si alguien le disputó espacio al presidente Felipe Calderón, fue... ¡el ex presidente Vicente Fox, del partido en el Gobierno!
Vamos, en el frente interno-interno el presidente Felipe Calderón encontró su mayor desafío. Y no es un asunto menor que el partido en el Gobierno destaque por ponerle piedras a su Gobierno.
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En el trasfondo de las reacciones a los sucesos registrados durante enero se encuentra el inventario del malestar, los compromisos, las deudas y las facturas derivadas de la elección de Felipe Calderón como presidente de la República.
El afán de la dirección de Acción Nacional para que el Gobierno se someta al partido y no éste al Gobierno. Los pronunciamientos y nombramientos del secretario José Ángel Córdova Villalobos en temas y áreas del sector salud en extremo delicadas. El desplante del sindicato magisterial señalando que, con o sin acuerdo por escrito, cuentan con la partida presupuestal para rezonificar salarialmente al gremio. Los reclamos velados y los manifiestos desaires de Hugo Chávez por haberlo utilizado en la campaña presidencial de Felipe Calderón. El afán de los consejeros del IFE por señalar que su relevo pondría en duda la legitimidad de la elección presidencial. La ausencia de una clara agenda legislativa para el periodo ordinario de sesiones que ya empezó. El protagonismo de Vicente Fox, criticando veladamente a su sucesor. La recarga del perredismo y de organizaciones sindicales del malestar social derivado del alza en los precios de productos básicos...
Todas y cada una de esas reacciones y sobrerreacciones tienen un denominador común: cobrar las cuentas y las facturas, ajustar los saldos que dejó la elección presidencial.
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El calendario de febrero establece claramente el arranque a fondo del Gobierno y de la actividad política y legislativa.
Hay muchos frentes abiertos. En la forma en que el Gobierno los encare está cifrado el margen de maniobra que tendrá. Ese margen puede ampliarse o reducirse, de acuerdo con la destreza política que el Gobierno imprima a sus decisiones y sobre todo, a sus acciones.
En la postura que el mandatario adopte frente a la dirección de su partido, ante la actuación de varios de sus secretarios de Estado que o bien no han estado a la altura de la circunstancia o se han tomado licencias sin solicitarlas, en el fijamiento de la agenda legislativa, en la reelaboración de la política exterior que por fuerza está atada al interior, el presidente Felipe Calderón se juega el perfil de su Gobierno.
Febrero ya empezó y el correo de enero está en la puerta.
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Posdata: el anterior Sobreaviso fue criticado por varios lectores. Releído éste, es menester reconocer que le faltó balance y precisión en algunos señalamientos. Bien vale pedir una disculpa a los lectores.
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