Soldados filipinos ingresaron ayer al hotel tomado por soldados rebeldes en el barrio financiero de Makati en Manila, Filipinas. (Fotografías de EFE)
Toma grupo de disidentes militares un hotel durante siete horas para exigir la renuncia de la presidenta Gloria Macapagal.
La presidenta Gloria Macapagal Arroyo sofocó rápidamente un intento de rebelión en el que un grupo de militares disidentes se tomó un exclusivo hotel capitalino para exigir su renuncia.
El grupo anunció su rendición tras un operativo del Gobierno en el que ingresó un tanque ligero al hotel Península.
Los militares, que demandaban que Arroyo renunciara bajo alegaciones de que su Gobierno es corrupto, aceptaron rendirse mientras nubes de gases lacrimógenos invadían el vestíbulo del Península. Las Fuerzas de seguridad utilizaron un vehículo blindado para abrirse paso por las puertas de entrada y efectuaron disparos de emergencia.
Poco después que terminó el incidente de siete horas, el Gobierno anunció un toque de queda desde la media noche hasta las 5:00 de la madrugada en Manila y las áreas aledañas, mientras se realizaban otros operativos. Se establecieron puestos de control y la Policía y las Fuerzas militares se mantenían en estado de alerta roja.
El ministro del Interior Ronaldo Puno manifestó que esperaba que el toque de queda fuera sólo por una noche.
Al menos dos personas resultaron heridas durante el asalto en el hotel de Makati, distrito comercial de Manila. El líder de los militares disidentes aceptó salir pacíficamente para evitar un derramamiento de sangre.
Los militares y sus simpatizantes civiles, entre ellos el ex vicepresidente Teofisto Guingona, fueron llevados en grupos a esperar los autobuses de la Policía. No quedaba claro de manera inmediata si eran arrestados o sólo eran trasladados para interrogarlos. Varios periodistas fueron detenidos también.
Arroyo aseguró que el Gobierno es estable y dijo que el Ejército le es leal.
“Una y otra vez hemos mostrado al mundo la estabilidad de las instituciones de nuestra democracia y la fortaleza de este Gobierno”, expresó en un discurso televisado a todo el país.
“Las acciones equivocadas de unos pocos no hablan por toda la gente o el Ejército y la Policía”, agregó Arroyo. “Se implementará toda la fuerza de la Ley sin ningún tipo de concesiones”.
Los primeros disparos surgieron unos 75 minutos después de que expiró el plazo dado a los oficiales disidentes para que se rindieran, una vez que las autoridades obtuvieron órdenes de detención en su contra. Luego de escucharse el resquebrajamiento de vidrios, el vestíbulo comenzó a llenarse de gas lacrimógeno y las personas en ese lugar se cubrieron la cara con trapos empapados con agua.
Al menos un soldado disidente, identificado por un brazalete rojo, fue visto de cuclillas en el vestíbulo con un dedo en el gatillo de un rifle M-16. Numerosos periodistas ignoraron el llamado del vocero de la presidenta para que abandonaran el lugar.
Apoyados por otros oficiales disidentes y dirigentes de la Oposición y de la izquierda, los militares acusados de golpistas trataron de alentar por tercera vez la revuelta llamada “poder popular” mediante llamados telefónicos y mensajes de texto por teléfono en busca de captar numerosos adeptos.
Pero mientras terminaba el día y los huéspedes del hotel eran desalojados, pocas personas respaldaron el llamado para derrocar a Arroyo, quien ha superado al menos tres conjuras golpistas y tres demandas de juicio político en casi siete años tumultuosos en el poder.