Durango

Sombrerete revive lo que el viento se llevó

Un Nochebuena llena de buenos propósitos para el año que está por iniciar, expresó Aurorita Cordero Cuéllar.

Un Nochebuena llena de buenos propósitos para el año que está por iniciar, expresó Aurorita Cordero Cuéllar.

Brisia Arlette Ramírez

EL SIGLO DE DURANGO

SOMBRERETE, ZAC.- Aurorita Cordero Cuéllar decidió regresar y quedarse en Sombrerete porque aquí tenía todo y le gustaba enseñar, aparte de que cuidaba de su madre que había sufrido una caída.

Son más de 37 años que la distancia los ha mantenido “separados” de sus hijos pero Juan Adrián llega con frecuencia a Sombrerete a visitarla, lo mismo a sus otros retoños y nietos. Aurorita ama tanto a Sombrerete que no desea abandonar esta tierra, pero señala que en enero espera su jubilación y se iría al encuentro de su esposo, ya que sólo la distancia los separa, pues siguen siendo pareja. “Lo que el hombre une en la Tierra sólo lo separa Dios”.

Uno de sus hijos, Jorge, ya vive con él. Adrián, de oficio periodista y cantante, acompaña a su madre y juntos se apoyan en la elaboración de un semanario.

Aurorita siempre se ha caracterizado por realizar muchas labores altruistas y en pro de la reconstrucción de los templos; se ha desempeñado como funcionaria del Ayuntamiento en diversas administraciones.

Pero su labor va encaminada a que su querida tierra resurja de nuevo en el aspecto cultural. “¡Claro, es el Real de Sombrerete!, fue la segunda ciudad más importante de Zacatecas por su riqueza! Y tanto quiere a Sombrerete que hasta sacrificó su matrimonio.

En 1982, se inicia la Academia Comercial Alonso de Llerena en la Escuela Bracho, donde la llaman para impartir Taquigrafía y Mecanografía y atender a tres grupos.

Los recuerdos llegan a ella y se toca el cuello con la mano. “Me afectó la garganta. Eran 110 muchachos y el polvo del gis me afectó tanto la salud que se me acabó la voz de soprano, pero conservo mis casetes de cuando cantaba”.

Duró 20 años como maestra de academia, pero se ufana de haber formado 800 alumnos que mantienen a sus familias en las minas y en diversas empresas. En 1990, la invitan al Jardín de Niños, Club de Leones como maestra de música de los pequeños, pero tuvo que hacer exámenes en Zacatecas.

50 AÑOS COMO MAESTRA DE MÚSICA

Entre risas, señala: “Tocaba puro piano y en tres meses aprendí a tocar el teclado”. Ahí en ese jardín de niños impartió clases durante 19 años y fue donde recibió su jubilación de 50 años como maestra de Música.

Ha pasado por escuelas particulares, 29 años en escuelas federales y el resto como maestra incorporada. Muchos de sus alumnos han formado grupos musicales.

COMO MADRE.

Como madre he sido muy trabajadora, manteniendo a mis hijos dándoles educación en buenos colegios y aparte estudiaron música. “A nosotros nos inculcaron una educación de mucha cultura. Como esposa soy 100 por ciento trabajadora. ¡Sí, señor!, él cuidaba a los niños, y yo, a tocar”, añade.

Qué tiempos aquellos, señala con nostalgia y recuerda que su dominio de la música clásica la hizo alternar con figuras internacionales de la talla de la alemana Doris Schek y Lauro Uranga, que fueron contratados para tocar en Sombrerete en el famoso Teatro Hidalgo. Se truena los dedos y urga en su memoria atrayendo la fecha: “¡Aaaayyy, muchacha de Dios, fue en 1974”!.

HISTORIADORA

A la par de sus actividades musicales, empezó a reunir un archivo y control histórico de hechos mundiales, nacionales, estatales y locales, por lo que solicita se construya una hemeroteca municipal.

De igual modo, destaca que fue encargada del Museo Municipal y ayudó en su construcción. Fue presidenta de asociaciones políticas y culturales, secretaria de las ferias de La Candelaria, la encargada del primer viacrucis viviente en 1982; formó parte de la Asociación Amigos de Sombrerete, que se formó con el ex gobernador Genaro Borrego Estrada y conformó el grupo de 50 artesanos que rehabilitaron el Templo de San Francisco.

En 1992 la nombran consejera del IFE, por José Woldenberg. “El mejor porque a Luis Ugalde ya lo echan para fuera. ¿Cómo de que no? Yes, very well”.

HA ESCRITO TRES LIBROS.

“¡Ah, calor de Andrés!...Sombrerete era una ciudad muy importante, 100 por ciento minera, mejor que Guanajuato y Pachuca, ya que el oro de aquí era el más puro”. Por eso decidió escribir su historia.

El primer libro que escribió se llama “Sombrerete, pasado y presente”. El segundo se titula “Usted debe saber que ....”, un libro de cápsulas históricas, y el tercero, “Cronología histórica de la ciudad de Sombrerete”.

Ninguno de ellos ha sido editado, salvo el último que apenas va a ser financiado por el ex alcalde Juan Quiroz García y está todavía en proceso.

“¡Uuuuuuyyyyyyy, Uuuuyyyyy! Mira qué fotos más bonitas”, indica y se toca las mejillas con ambas manos, para después mostrar la colección de fotos antiguas de Sombrerete que vienen en este último libro.

Muestra las fotos de templos y señala: “Mira, no formo parte del Comité de Pueblos Mágicos, porque siento feo y voy y les digo sus verdades. Todo lo hacen mal. Hasta la elección de las reinas. En las ferias de 1960 se escogía a las damas más cultas y bellas y era por votos, por puja y hoy ya no se hace eso”.

MUY DEPORTISTA.

Aurorita es muy deportista, ya que cuando estaba en el D.F. todos los domingos iba al Estadio Azteca a ver jugar al Cruz Azul . Le gustan los dulces de leche, el calabazate, el atole, el dulce de camote, el champurrado y sus comidas favoritas son el arroz, el pollo, los frijoles y no bebe ni fuma, como ejemplo que le dieron sus padres.

“Mi único vicio es la cultura y que pierda el América”, señala entre risas. “¡Uuuyyy, Uuuuyyy, me están sacando todos los pecados mortales!”.

Tiene sólo tres nietos, dos de Jorge y uno de Adrián: Asiria, que a ratos llega a jugar con su abuela durante la entrevista. “Son pocos. Qué bueno! Cuando Dios quiere, poca familia!”.

CULTURA Y EDUCACIÓN, POR LOS SUELOS.

La cultura y la educación hoy en día andan por los suelos. Que primero se culturicen los padres y luego los hijos. Vemos las paredes pintadas, graffiteadas, y los padres no corrigen a sus hijos, abunda.

Como madre siempre fue estricta con sus hijos y primero debían hacer la tarea y acudir temprano a sus deberes. “Eso les sirvió mucho a mis hijos, Jorge y Adrián, que hablan inglés y formaron su grupo de rock cantando en inglés, y a Asiria ya le gusta la tocadera”.

“YA ME SACASTE TODAS LAS CONFESIONES”

“¡’Pérame qué!, ya me sacaste todas las confesiones, no un dato sino veinte, sólo falta que te diga que me caí el viernes”, y muestra un parche en una de sus rodillas.

Aurorita Cordero se levanta a las 6:00 de la mañana, “a ver cómo anda el mundo y el deporte”. Desayuna a las 9:00 y se va a platicar al mercado, de cultura, con las personas que encuentra a su paso.

Lee de todo: libros de leyendas, de historia y de personajes. A las 13:00 regresa a su casa. “Y compro mi comida en la calle. Porque se me quema la comida ¡Ah, Chihuahua, las papas!”, exclama, como si se estuvieran quemando en la estufa. “¡Dígame, arriba el Cruz Azul, pero de comida no me hablen!”.

De salud se encuentra bien. Recuerda que en días pasados acudió a un chequeo con el doctor Fernando Ávila, del Centro de Salud, pero éste aprovechó para preguntarle cuál era la historia del edificio del antiguo hospital.

-¿Entonces usted es cronista? –¡Cállate..., que me oiga la cronista!, ríe, agacha la cabeza y mueve las manos hacia abajo, como si hubiera hecho una travesura.

SU MANO ESTÁ EN MUCHAS PERSONAS Y LUGARES

La mano de Aurora Cordero se aprecia en muchos lugares de Sombrerete, aparte de su gente. En el último año formó a un grupo de 30 guías de turistas, hoy desaprovechados. Aunque ella atiende en forma personal a los turistas y éstos la buscan.

Le gusta desayunar avena, merendar café con leche con un pan de concha y ver las las noticias de Ricardo Rocha, Juan Ruiz Healy y lanza al aire su clásica exclamación: “¡Ay, Santo Niño de Plateros!”.

Se levanta y se dirige a un piano eléctrico que se encuentra en su casa. Le costó 50 mil pesos en Zacatecas. En este momento presenta algunas fallas y no se puede escuchar.

A pesar de ello, saca sus anteojos envueltos en su funda de fieltro a cuadros, se los pone y se sienta en el banco: sus manos recorren velozmente el teclado. Aunque no se escucha nada, tararea: “Tatatatá, tatá´tatá...La marcha de Zacatecas, “Para Elisa”, de Beethoven, y una de Mozart. La pequeña Asiria, con los brazos depositados a la orilla del piano, la observa y ríe.

“Me tardé seis años en aprender a tocarlo, pero es bien pagado y aparte tengo otros dos teclados más”, presume. Antes de que empezara la rehabilitación de su antigua casa, que presentaba graves goteras y cuarteaduras, le daba clases de piano a 20 pequeños. “Ya no hay quién enseñe por notas”.

“¡Esto fue peor que la confesión divina, carambas! ¡Peor que veinte sacerdotes!”, reclama . Hablar con Aurora Cordero es hablar con un enorme archivo cultural e histórico. Es el centro de atracción de turistas, de empresarios, de alcaldes, de los alumnos de diversas escuelas, de periodistas y de maestros.

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