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Son los ‘jefes de jefes’

Alrededor de 11 mil personas acudieron al baile. (Fotografía de Julio Hernández)

Alrededor de 11 mil personas acudieron al baile. (Fotografía de Julio Hernández)

Eunice Martínez Arias

Los Tigres del Norte emocionan a los miles de laguneros que acuden a su baile en la Expo Gómez.

El Siglo de Torreón

GÓMEZ PALACIO, DGO.- El “rugido” de la gente fue ensordecedor. Hernán fue el primero en subir al escenario a bordo de una plataforma, luego aparecieron Luis, Jorge, Óscar y al último Eduardo.

Las cuatro enormes y largas pantallas que estaban como fondo en el monumental escenario, proyectaban imágenes de Los Tigres del Norte; sin embargo toda la producción y la tecnología de primer nivel que traían los músicos fue lo menos importante, la madrugada del domingo lo que hizo vibrar la Expo Gómez fue la presencia de los hermanos Hernández, quienes una vez más demostraron que son “Los Jefes de Jefes”.

Aunque lo nieguen, Los Tigres son todo un fenómeno social; ellos logran convocar multitudes, en este caso alrededor de 11 mil personas que no cesaron de vitorearlos. Como buenos líderes, se solidarizaron con sus paisanos mojados y se interesaron en sus sufrimientos, pero lo más importante es que se pusieron a nivel del pueblo y éste se lo agradeció con tremendos aplausos.

El reloj marcaba las 00:37 horas cuando comenzó su actuación. No se sabía quiénes estaban más emocionados, si las mujeres que lograban acaparar la mirada de sus ídolos, los hombres que veían en ellos a sus “compas”, “sus paisas”, o los niños cargados en hombros y que sólo dejaban de cantar para ver fijamente a los artistas.

“¿Cómo están gente de todo el estado de Coahuila? ¿Y el estado de Durango? ¿Cómo están las ‘Camelias’ esta noche y mis ‘jefes de jefes’? Es un gusto grande estar con ustedes en esta gira 2007. Luis, Óscar, Eduardo Hernán y un servidor Jorge Hernández”.

Delgados, sonrientes, entregados. Sus trajes color amarillo brillaban tanto como ellos, lo mismo que sus botas color plata.

La primera tanda había comenzado con Señor Locutor, luego le siguieron Le Compré la Muerte a mi Hijo (mejor conocida como El Camaro) y La Sorpresa.

Uno, dos, tres, cuatro acordeones; un sax, guitarras. Desde arriba del escenario la imagen de miles de sombreros resultaba impresionante; abajo, fue común ver grupos de amigos cantando a todo pulmón, parejas que se abrían cancha para echarse un “dancing” y hasta familias que acudían completas para escuchar a sus ídolos.

El ánimo fue el mismo desde el principio, pero aumentó cuando comenzaron los primeros acordes de La Mesa del Rincón, luego Directo al Corazón y más adelante el himno del grupo: Jefe de Jefes. Minutos más tarde le tocó el turno al menor de la banda, Luis, quien interpretó Quiero Volar Contigo.

El repertorio ya había tenido temas clásicos, románticos, tristes, faltaba algo más alegre y bailable: La Manzanita, pero luego regresó el sentir del pueblo con De Paisano a Paisano, el corrido de José Pérez León, Agua Salada, Pacas de a Kilo, De Harina y de Maíz, La Fantasía, Golpes en el Corazón y Camelia la Texana.

Apenas habían cantado 16 canciones y se fueron; la primera “tanda” había terminado, pero a las 3:30 de la mañana regresaron para seguir con los éxitos. ¿Y la gente? ésa se quedó ahí sin importar que ya era sumamente tarde.

La Jaula de Oro, Mi Buena Suerte, El Rengo, Prisión de Amor, Tres Veces Mojado, Las Flores de mi Padre, Los dos Plebes, Ayúdame a Creer, El Carro Rojo, Los Socios, ¿En qué Fallé?, Nos Estorbó la Ropa, El Niño y la Boda, La Tumba Falsa, Rosita de Olivo, El Mojado Acaudalado, Un Día a la Vez y La Camioneta Gris complementaron el repertorio. Eran casi las cinco de la mañana. Las botas calaban, el rimel de algunas comenzaba a correrse, los botes de cerveza tapizaban el piso. Ya todo estaba dicho, bueno casi todo, faltaba una súplica, una petición que una persona no pudo reprimir: “¡regresen pronto!”.

Revive viejos tiempos

Apareció en un abrir y cerrar de ojos. Raúl vestía traje y corbata, sonreía, observaba gratamente la multitud y luego posaba su mirada en sus hermanos.

Hace 11 años que dejó el grupo; dice sentirse a gusto con su carrera como solista, sin embargo los extraña mucho como hermanos, como familia y compañeros “porque 30 años que anduve con ellos se dice fácil, pero no”.

El también integrante de la dinastía Hernández acompañó a “los Tigres” al baile que ofrecieron en esta ciudad. La gente que estaba cerca lo reconoció de inmediato, situación que lo puso feliz, pero sobre porque se dio cuenta que los laguneros le son fieles al grupo donde surgió.

-¿Hubo un momento en que quizá te arrepentiste de haber dejado a Los Tigres?

-Fíjate que no, la verdad es que uno tiene inquietudes y motivaciones y ese es el camino que uno debe seguir, lo que te gusta lo que quieres hacer y en este caso siempre me han apoyado muchísimo. He trabajado bastante en Estados Unidos y por el Pacífico. El trabajo nunca se acaba, lo que pasa es que hay qué recordar de vez en cuando el tiempo en que venía (a la Comarca). De repente dejé de venir porque me incliné por otras plazas pero estamos vigentes todavía en el trabajo y muy a gusto.

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