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Strauss-Kahn afila la navaja para posible recorte de personal en FMI

El socialista francés busca eficientar las labores del FMI

El socialista francés busca eficientar las labores del FMI

EFE

Washington, EU.- El nuevo director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, dejó claro ayer que aplicará al propio organismo las recetas que extiende a Gobiernos con problemas presupuestarios, por lo que podría llegar a recortar personal.

Pertenecer al partido tradicionalmente aliado con los sindicatos no ha impedido al socialista francés entrar en el Fondo Monetario Internacional (FMI) afilando la navaja, para pesar de sus 2,635 empleados.

En su primer encuentro con la prensa tras asumir ayer la jefatura del Fondo, Strauss-Kahn dijo que tratará con todos los jefes de departamento la cuestión del presupuesto y el volumen de personal, y revisará las prioridades de la institución.

“Probablemente tendremos que reducir el tamaño de la institución, probablemente tenemos grasa y dinero que nos podemos ahorrar”, señaló el ex ministro francés, aunque añadió que aún no ha tomado una decisión sobre el número de personas que podrían perder el empleo.

El Fondo pasa por la peor crisis presupuestaria de su historia, pues prácticamente se ha quedado sin clientes que estén interesados en pedirle préstamos.

Eso se debe a la buena marcha de la economía mundial en los últimos cinco años y a que los Gobiernos prefieren no tener al FMI mirándoles por encima del hombro para asegurarse de que siguen la política que el organismo quiere.

El antecesor de Strauss-Kahn, el español Rodrigo Rato, impulsó un presupuesto que prevé un recorte del gasto del 6 por ciento en términos reales -descontada la inflación-, al cabo de tres años.

El FMI gasta anualmente en torno a 1,000 millones de dólares y en 2005 inauguró un nuevo edificio, un bloque de cristal del tamaño de una manzana con fuente exterior incluida, que costó 150 millones de dólares.

La institución está bajo intensa presión para llevar más allá las reducciones fiscales y Strauss-Kahn, como candidato, reconoció por dónde iban los tiros de los países accionistas, que habían de votarle.

En octubre el Grupo de los Siete países más industrializados del mundo (G-7) le dijo al FMI que debe revisar “seriamente” sus actividades y “consolidar” su gasto.

Hoy Strauss-Kahn reveló que el G-7 sugirió que la reducción del gasto sea del 16 por ciento en tres años, en lugar del 6 por ciento.

Un comité de eminencias, encabezado por el banquero Andrew Crockett, sugirió al Fondo vender parte del oro depositado en sus cofres e invertir más reservas como posibles fuentes adicionales de recursos, en un estudio realizado por encargo de Rato.

El director gerente no pidió al comité que mirara el lado de los gastos, pero Crockett no ha ocultado su opinión al respecto.

El FMI “es una organización que ha crecido mucho, donde su personal se ha doblado en los últimos diez años, y probablemente tiene más recursos que los que necesita”, ha dicho.

Las declaraciones de Strauss-Kahn a su entrada en el FMI pueden no hacerle muy popular con sus nuevos empleados, pero la institución no es una democracia y quienes tienen la sartén por el mango son los países miembros.

Más delicado para ellos es el plan para redistribuir el voto en el seno del FMI, que aún responde al peso económico de las naciones en 1944.

El ex ministro francés reiteró hoy que irá “más lejos” que Rato en esa reforma y señaló que los países desarrollados deben transferir un volumen de voto “significativo” a las naciones emergentes.

Mientras en los cambios internos el nuevo director gerente quiso marcar sus diferencias con su antecesor, en su visión de la economía mundial siguió la misma línea.

Señaló no creer que Estados Unidos vaya a caer en una recesión, pese a la debilidad de su mercado inmobiliario, y que el euro está en su nivel de equilibrio.

Como Rato en junio de 2004, cuando asumió su cargo, Strauss-Kahn también tuvo que lidiar en su primera reunión con la prensa con el tema inconveniente de la deuda argentina en suspensión de pagos.

En este caso se trata de los 6.200 millones de dólares que Argentina debe a los 19 países que forman el Club de París.

Strauss-Kahn, como candidato, se había mostrado ambiguo sobre el papel del Fondo en la renegociación de esos títulos, pero hoy dejó claro que el Gobierno argentino, que le respaldó en la carrera por el puesto, necesita la “aprobación” del organismo para llevarla a cabo.

Con ello, su breve luna de miel con Argentina probablemente ha acabado.

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