“Tomas mi vida cuando tomas los medios de los que vivo”.
Shakespeare
En su primer Informe de Gobierno Marcelo Ebrard anunció la creación de un “seguro de desempleo”. La verdad es que el esquema no es un seguro sino un subsidio nuevo. Su propósito es político: seguir comprando votos para la campaña presidencial de 2012.
¿Por qué digo que es un subsidio y no un seguro? Porque un seguro es un esquema financiero en el cual se aporta dinero a un fondo para cubrir una eventualidad futura. El seguro de vida cubre un fallecimiento, el de autos un accidente o un robo, el médico una posible enfermedad; pero siempre, requieren aportaciones a una reserva.
Darle dinero a un enfermo no es un seguro médico sino una caridad. Dárselo a una persona sin trabajo no es un seguro de desempleo sino un subsidio.
Una veintena de países del mundo, todos ellos de alto nivel de desarrollo, cuentan con seguros de desempleo. Son programas que permiten un alivio para quienes, por una u otra razón, pierden su trabajo. Tienen beneficios sociales indudables, sobre todo porque eliminan la incertidumbre y los problemas familiares que se registran como consecuencia del desempleo. Pero también producen costos importantes para la economía y para la sociedad.
Estos costos son la razón por la que los países menos desarrollados no cuentan con estos esquemas. Para empezar, un seguro de desempleo debe tener un fondo de reserva que permita que el esquema sea autosustentable en el largo plazo. Esto aumenta el costo de contratación de los trabajadores para las empresas, ya que a éstas se les exige que cubran una parte.
Además, los seguros generan un incentivo para que la gente se mantenga desempleada ya que en el momento en que uno trabaja pierde el ingreso. Una de las consecuencias perversas de los seguros de desempleo, de hecho, ha sido fomentar precisamente el desempleo que deberían combatir.
México no ha tenido un seguro de desempleo en parte por estas razones. Pero a cambio de eso en nuestro país hay un sistema que obliga al patrón a pagar una indemnización relativamente alta: de tres meses de salario más 12 días adicionales por cada año de antigüedad. La indemnización tiene la ventaja sobre el seguro de desempleo de que no crea un incentivo para que la gente se abstenga de trabajar. Uno puede trabajar de inmediato sin importar que haya recibido una indemnización laboral. En países como Estados Unidos, en contraste, las indemnizaciones por despido son mínimas o inexistentes.
La propuesta de Ebrard, reitero, no es un seguro. No crea un fondo al que se aporte dinero para financiar una eventualidad que sería la pérdida del empleo. Se trata simplemente de un subsidio.
El esquema, por ello, no es sustentable en el largo plazo. Según Ebrard, el dinero para crear este programa, 150 millones de pesos, surgiría de los ahorros obtenidos por el gobierno del Distrito Federal de la renegociación de la deuda capitalina. No hay ninguna propuesta para obtener más recursos una vez que se acabe esa cantidad.
Ebrard ha hablado de la posibilidad de entregar 1,500 pesos mensuales a 30,000 desempleados durantes seis meses. Ahí empiezan los problemas. Ese subsidio, aun suponiendo que no se gastara un solo centavo en Administración –lo cual, por supuesto, es imposible-, tendría un costo de 45 millones de pesos al mes. Esto quiere decir que, en poco más de tres meses, se acabarían totalmente los fondos. No se cubrirían ni siquiera los seis meses de la primera generación de beneficiarios, por no hablar de las siguientes.
Pero, además, el jefe de Gobierno ha señalado que los desempleados participarían en programas de capacitación para obtener habilidades que los volvieran más empleables. Sólo que esos cursos cuestan y nadie dice de dónde saldrá el dinero.
Hay más cuestionamientos a este programa. La Ciudad de México tiene la tasa de desempleo más alta del país, con 6.7 por ciento de la Población Económicamente Activa, contra el 3.95 por ciento nacional. Esto significa que hay alrededor de 240 mil desempleados en el Distrito Federal. ¿Bajo qué criterios se escogerán los 30 mil que recibirán el subsidio al desempleo? ¿Serán aquellos que demuestren fidelidad al PRD y que acudan puntualmente a manifestaciones y plantones?
Entiendo que Marcelo Ebrard quiere ser presidente de la República y que busca impulsar su popularidad personal y la del PRD. Comprendo también que, bajo las reglas del viejo sistema político mexicano, repartir dinero de los contribuyentes es la forma más eficaz de comprar votos.
Pero reconozcamos que un subsidio al desempleo difícilmente será la manera de traer más prosperidad permanente. Mejor utilizar el dinero ahorrado en la renegociación de la deuda capitalina en lo que prometió Ebrard: invirtiendo en infraestructura.
RECORTE DE TASA
La Reserva Federal de los Estados Unidos recortó ayer su tasa de redescuento medio punto porcentual, a 4.75 por ciento, en lugar de un cuarto de punto como se había previsto. Esto impulsó de inmediato a los mercados bursátiles de la Unión Americana y de México. A menores intereses, más atractivas se vuelven las inversiones bursátiles. Pero cuidado. Un recorte tan fuerte de la tasa revela que la Reserva está preocupada. La crisis hipotecaria en Estados Unidos es mayor, al parecer, de lo que se pensaba.
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