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Sueños desvanecidos...| Hora cero

Roberto Orozco Melo

En Saltillo me encontré el sábado pasado con un respetado amigo, viejo opositor político y por más señas panista de aquel antaño en que Acción Nacional iniciaba su “brega de eternidades” según uno de sus destacados ideólogos... Estar sentado sólo, con el periódico del día abierto y un taza humeante en espera de ser consumida sirvió para que, después de naturales cortesías, mi amigo se acercara a saludar con la consabida frase que se dice entre antiguos conocidos: “¡Qué tiempo, amigo, qué tiempo hace! ¡Y qué gusto encontrarnos!

Sí, nos dio gusto a ambos. Así sucedía cuando la política electoral nos enfrentaba de manera irremediable y nos despedíamos enfurruñados, sabedores de que muy pronto nos veríamos las caras sin guardar el menor rescoldo por los encontronazos. Inevitable que en la plática surgiera, en mérito a la actualidad, el ineludible comentario de la reciente asamblea nacional del partido blanquiazul en que el señor Espino, su líder, resultó, como han comentado los caricaturistas nacionales y locales: bastante espinado.

Bueno, comenté a mi amigo que había entornado los ojos en un gesto de tristeza, es que es un señor muy espinoso, bastante “contreras” y además “lúridus” que equivale a ser cárdeno, torpe, negado, obtuso y tardo. ¿A quién, en su posición, se le ocurre ignorar, desatender y contrariar al más destacado miembro del partido político que dirige, quien es, y no por casualidad, el actual presidente de la República?

Mi amigo chasqueó la lengua tres veces por lo menos y dijo: “Mire que eso es cierto, pero éste señor es más duro de entendederas que el yunque, y no me refiero a la organización subversiva y fanática de la Iglesia Católica que antes dirigió, sino al yunque en que trabajan los herreros. Y eso puede ser bueno en todo, menos en la política, ¿O usted qué piensa?..”.

Igual que usted, le contesté, pero yo lo puedo decir; usted no, porque imagino que sigue siendo militante de Acción Nacional...¿O no?...Meneó la cabeza en señal de afirmación y con la voz baja se acercó a decirme: “Sépalo y cállelo, pero nada contento estoy con mi partido desde que empezó a ganar las elecciones...¿Qué paradoja no?”.

Vaya, exclamé, eso está muy raro. ¿No quiere que su partido triunfe en los comicios electorales? “¡Claro que no!...” saltó de inmediato y continuó: ¿No ve que este partido cambia mucho conforme gana más elecciones? Si me tiene paciencia y aguanta mi perorata le puedo ampliar mis puntos de vista” ¡Claro, claro! me apresuré a decir, pero déjeme conseguir un papelito para tomar nota. Cuando escuchó tal cosa le cambió el gesto y pensé: esto ya se lo llevó el carajo, pero le pregunté: ¿Tiene usted inconveniente en que me beneficie de su modo de pensar?...digo ¿publicarlo en mi columna?

Mire –respondió- si cuando éramos jóvenes e inexpertos jamás nos jugamos chueco, menos ahora que peinamos canas; bueno, agregó barriéndome con la mirada... ahora que yo peino canas y usted apenas logra aplacar algunas.

¡Publique lo que quiera, pero no me involucre! Uno, ya de viejo, no sabe cuándo va a necesitar un favor de su partido. ¿Me deja hablar?”...Soy todo oídos, contesté, y me acodé a escucharlo: “Mire, señor, usted ya se habrá dado cuenta. El PAN de aquellos años era un partido de verdad, aunque no ganara elecciones: tenía ideas, levantaba la voz y se hacía notar; le jugaban chueco y reclamaba, hacía valer sus razones políticas, jamás transaba con ellas y menos con sus actos; era diferente al de ahora: tenía dignidad: no bajaba la cabeza ni exponía la testuz para que lo sacrificaran. Nos decían tercos, pero jamás nos echaron encima la silla ni nos arrendaron. Los del “prigobierno” nos trataban con respeto y nosotros poníamos categoría y distancia con las autoridades, aunque fueran producto del fraude electoral. Ahora, desde que Salinas de Gortari nos halló la medida y el precio somos un partido diferente”.

“Y todo ha cambiado. Ganó Fox y no perdió el PRI sino el PAN. Enseñamos nuestra ignorancia para gobernar, y nos convertimos en reyes del desatino, de la vanidad y la tontería. No sabe el coraje que siempre me daba ver y oír las críticas contra el señor Vicente y la señora Martha: era la muína de saberlas ciertas, de que las críticas eran justas, y no teníamos armas para contradecirlas. Y ahora que ganó Calderón, un muchacho joven a cuyo padre nosotros conocimos y no precisamente en el triunfo, mire que el actual dirigente del PAN, impuesto por Martha y Fox, así en ese orden, ese tal Espino, le discute el mando, le juega las contras y lo exhibe.....”.

“Y es que ahora el PAN es, en general, una cueva para refugio de muchos acomodaticios que ganan lo que nunca imaginaron ganar: mucha lana, si señor, pero también mucho desprestigio. Como no va uno a amargarse, uno que luchó con don Luis H. Álvarez, con Clouthier, con aquellos líderes verdaderos...y mire, ya mejor me voy a levantar y no en armas, porque ya nadie lo sigue a uno. Ojalá le haya amargado el café...después de todo, no hay partidos sin defectos, hasta el suyo, pero ese no me duele. Me duele el PAN porque una vez lo soñamos diferente...”.

Yo también me levanté. Todos los sueños se desvanecen...

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