Los principales focos en los que la mutilación femenina es una práctica tradicional son ciertas zonas de Oriente Medio y el sudeste asiático.
Entre 100 y 140 millones de mujeres han sufrido la ablación de clítoris en el mundo, esencialmente en el África subsahariana, pero también en otras regiones donde esta práctica es tradicional e incluso en los países del Norte de Europa y Norteamérica donde suponen unos 6.5 millones.
Estas son algunas de las principales conclusiones de un informe divulgado ayer por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia (INED), que insiste en romper con la idea de que la mutilación genital femenina es una práctica vinculada a la religión musulmana.
“El principal factor del riesgo de mutilación es la pertenencia étnica y no la religión”, ya que esta práctica tiene que ver con los ritos iniciáticos de entrada en la edad adulta de algunos pueblos, subrayan en el informe sus autoras, Armelle Andro y Marie Lesclingand.
Andro y Lesclingand explican que la ablación de clítoris se practicaba en África mucho antes de la llegada de las religiones monoteístas y, observando su distribución geográfica, corroboran que “no hay relación entre la difusión del Islam en un país y la proporción de mujeres” a las que se ha practicado esta mutilación.
A modo de ejemplo, señalan que en Etiopía las tres cuartas partes de las mujeres han sufrido esta operación cuando los musulmanes no suponen más que un tercio de la población, mientras que en Níger sólo un 2 por ciento han sido mutiladas, cuando el país es casi enteramente musulmán.
Paralelamente en los países del norte de África, donde la población es también casi por entero musulmana, la escisión no existe.
Un caso interesante que viene a confirmar la tesis de las expertas del INED es el de Senegal -también abrumadoramente musulmán-, donde la ablación no se practica en el grupo mayoritario, los Wolof, pero es relativamente frecuente en otros minoritarios, como los Peul, los Toulouleur, los Soninké y los Malinké.
Fuera del continente negro, los principales focos en los que la mutilación femenina es una práctica tradicional son ciertas zonas de Oriente Medio y el sudeste asiático (Yemen, Indonesia, Malasia).
También ha llegado, por efecto de la inmigración, a países europeos como Francia, donde según las estimaciones del INED hay entre 42 mil y 61 mil mujeres que han padecido la extirpación de su clítoris, con una hipótesis media de 53 mil.
Las autoras del informe constatan que la práctica retrocede en la mayor parte de los países, y que esa tendencia tiene mucho que ver con “el grado de movilización de los Estados”.
Así aluden a las recomendaciones internacionales explícitas en contra de las ablaciones de los años noventa y al protocolo firmado en 2003 por todos los países miembros de la Unión Africana en el que se condenan oficialmente y se prohíben las mutilaciones sexuales.
