Los presidentes europeos se reunieron ayer en Berlín, Alemania, para conmemorar el 50 aniversario del Tratado de Roma, que dio origen a la Unión Europea. (EFE)
El sueño europeo cumple 50 años este 25 de marzo. Hace medio siglo, los seis países fundadores firmaron en la capital italiana el Tratado de Roma, un acuerdo histórico con el que se puso la primera piedra de un proyecto de unión anhelado por emperadores, reyes y políticos de todas las épocas.
Francia, Alemania, Italia y los llamados países del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) se comprometieron a eliminar aranceles, crear un mercado común y encaminar sus pasos hacia una unidad que trajera la paz al Viejo Continente, sacudido cruelmente por guerras y conflictos que en la primera mitad del siglo 20 alcanzaron escala mundial.
Cincuenta años después de aquel acto fundacional, que estuvo enmarcado en el inicio de la Guerra Fría, la Unión Europea es la realidad geopolítica más novedosa del mapa mundial y se ha consolidado como un modo alternativo de entender las relaciones entre naciones.
Un total de 27 países forman parte de ella, 12 gozan de una moneda común y el resto disfruta de un libre mercado de bienes y personas.
Expertos explican que, visto con una perspectiva histórica, se ha superado con creces las expectativas de aquellos Tratados de Roma.
“Hemos llegado más lejos de lo que pensaban los padres fundadores. Nadie se podía imaginar que el sueño europeo alcanzase desde el Atlántico hasta Rusia, que la mitad de los países del Imperio Soviético formasen parte de la UE en tan poco tiempo”, comenta Mario Segni, ex político, analista e hijo del presidente de la República italiana que firmó los tratados en Roma, Antonio Segni.
“Siempre ha habido muchas crisis en la construcción europea. Atravesamos la enésima, pero Europa siempre ha salido reforzada de estas crisis. De hecho, cuando se firmaron los Tratados de Roma se salía de una crisis espectacular y sin embargo se dio un giro espectacular”, añade Araceli Mangas, catedrática de Derecho Comunitario de la Universidad de Salamanca.
La Unión Europea no es una federación política, como Estados Unidos, ni tampoco responde al esquema de las viejas potencias multinacionales, como el Imperio Otomano, el Español o el Británico. Los expertos, por ello, hablan de un esquema completamente novedoso.
“La UE es algo particular, una nueva realidad, un instrumento político precioso y definitivamente diferente al resto. Es una unión libre de pueblos que mantienen su propia identidad, pero comparten un marco homogéneo de paz y prosperidad”, asegura Segni.
Como realidad política, Europa busca su propia voz internacional, especialmente frente a los Estados Unidos, algo que ha provocado diversas crisis, puesto que cada singular país teje sus alianzas independientemente, provocando contradicciones.
“Europa tiene que desarrollar su dimensión transatlántica, su pacto con Estados Unidos. En ese contexto, una Europa antiestadounidense quedaría en manos de los neoconservadores y los aislacionistas. Es una película que ya hemos visto y que no gustó a nadie”, considera Leopoldo Nuti, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Roma Tre.
“Europa busca y defiende su propia identidad frente a otras potencias. Con Estados Unidos no ha de buscar la confrontación, pero tampoco debe perder sus principios, que son los de una gran potencia civil, solidaria, el primer donante en ayuda para el desarrollo. Los europeos están orgullosos de su construcción solidaria, de la construcción y no de destrucción en la que muchas veces incurre la potencia americana”, discrepa Mangas.
Otro de los problemas clave que afronta la UE es la ampliación. ¿Hasta dónde han de llegar las fronteras de Europa? “Es difícil contestar a eso. Europa no tiene fronteras físicas delimitadas.
En cuanto a Rusia, todos los expertos descartan la posibilidad de que entre a formar parte algún día del proyecto unitario europeo, por la heterogeneidad de sus pueblos y las peculiaridades de su construcción nacional.
EL ‘MILAGRO’ ECONÓMICO ESPAÑOL
“España ha sido el modelo de referencia para la docena de países que se han incorporado a la UE desde 2004”, señala un alto funcionario de la Comisión que ha seguido la trayectoria española desde Bruselas durante los últimos 20 años.
“El éxito español se ha valorado mucho más desde fuera que en nuestro país. Todos quieren hacer como España”, asegura. Polonia es un buen ejemplo de esta percepción. “Polonia”, explica la comisaria polaca Danuta Hübner, responsable de Política Regional, “partía de una renta per cápita muy inferior a la que tenía España en 1986. No obstante, estoy convencida de que tenemos mucho que aprender de los españoles en cuanto al uso inteligente y eficaz de las oportunidades que ofrece la integración europea”.
Sin duda, el indicador más relevante del éxito de la integración española ha sido la convergencia en el nivel de renta per cápita. En 1985, España tenía una renta per cápita equivalente al 71 por ciento de la Europa de los Quince. En 2004, el último dato disponible había ascendido hasta el 90 por ciento. Tras las últimas ampliaciones con países más pobres, España ya se ha situado por encima de la renta media (100.7 por ciento) de la Europa de los Veintisiete.
Desde su adhesión y hasta 2013, España habrá sido el país mayor receptor de fondos comunitarios, con más de 150 mil millones de euros. No obstante, durante la etapa actual 2007-2013, Polonia, con 67 mil 284 millones de euros, prácticamente dobla la cantidad asignada a España.
El cambio más visible de esta modernización se ha registrado en el aumento de la población, en más de seis millones de habitantes, al que ha correspondido un crecimiento paralelo del empleo. Millones de inmigrantes han escogido el territorio español para iniciar una nueva vida.