Valentín ElizaldeTras su muerte, en cuatro meses ha alcanzado casi 800 mil copias comercializadas en el país, que equivale a un aumento de más de 2000%.
Aseguran que se debe a que sus seguidores idealizan a los intérpretes y quieren conservar lo mejor de su legado musical
El Universal
MÉXICO, DF.- Negocios son negocios. Tras la muerte de cantantes legendarios, de quienes comienzan a consolidar una carrera exitosa y hasta de absolutos desconocidos, suele haber mejores dividendos para quienes editan sus discos, los cuales, en muchas ocasiones comienzan a venderse como si fueran pan recién horneado.
El caso más reciente es el del sinaloense Valentín Elizalde, que a casi cuatro meses de fallecido ha conseguido doblar la cantidad de discos que en los últimos cuatro años de su carrera habían comprado sus seguidores.
Según cifras de su compañía discográfica, El Gallo de Oro mantenía un promedio de ventas de 25 mil copias mensuales.
Sin embargo, tras su muerte, en cuatro meses ha alcanzado casi 800 mil copias comercializadas en el país, que equivale a un aumento de más de 2000%. “Es un fenómeno descomunal”, asegura personal de ventas de Universal Music. En su anecdotario existen datos que ponen en evidencia la necesidad de la gente por poseer lo que no se tiene. El día que fue asesinado Valentín Elizalde agotaron las existencias en las tiendas de Sinaloa y Jalisco. En siete días se vaciaron las bodegas y se reimprimieron más de 100 mil copias.
La instrucción de la disquera era no lucrar con la muerte de Elizalde. “No íbamos a hacer negocio con esto, sólo íbamos a satisfacer las necesidades de la gente; es parte del negocio, pero todo se salió de control”, comenta un responsable de ventas de la misma discográfica.
Antes de la muerte violenta del cantante, Vencedor, penúltimo álbum en la discografía de Elizalde, había conseguido 81 mil copias vendidas. Hasta hace unos días alcanzó 320 mil: en dos meses la gente adquirió más de 250 mil unidades y colocó la producción en el primer lugar de ventas en todo el país.
La industria de la música tiene visos de crueldad, pero bajo el argumento de llenar las necesidades del mercado, las ventas continúan.
La sicoterapeuta Lizi Rodríguez explica que detrás de este fenómeno de ventas hay un comportamiento que puede analizarse desde la sicología de masas.
“Que la gente compre discos o cosas de un artista que muere es una manera de conservar parte de lo bueno que era la persona. Al morir, lo que se recupera son sus cosas buenas, porque se empieza a hablar de lo bondadosa que era, nunca de lo malo. Frente a esa idealización, mucha gente busca acercarse a lo que termina siendo el mito”, explica la ex terapeuta de La Academia.
Arraigo: factor determinante
Para algunos, las circunstancias violentas en las que fallecen esos artistas generan un fenómeno de mayor impacto social, como con Selena, que tras su asesinato en 1995 fue lanzada a la fama mundial, aunque antes en México tenía una aceptación moderada.
Arturo Estrada Calderón, supervisor de ventas de EMI Music, afirma que en aquellos años la disquera no estaba preparada para la tumultuosa solicitud de discos de la cantante.
“En promedio vendía 20 a 25 mil discos al mes, pero a los dos meses después de su muerte llegó a 500 mil.”
En contraste, Mario Reyes Rivas, de Sony BMG, comenta que por el solo hecho de morir, un artista no ve reflejado su éxito en las ventas de discos y puede más su arraigo que su fallecimiento; como ejemplo cita las diferencias entre Rocío Jurado y Rocío Dúrcal, que dejaron de existir en circunstancias similares y con días de distancia.
“Al morir Rocío Dúrcal, durante dos meses las ventas subieron hasta 600%. El primer mes fue una locura, se agotó su catálogo, pero no sucedió así con Rocío Jurado, que murió días después. Ella nunca tuvo arraigo en México, fue más bien una artista de dos o tres éxitos”, explica.
En el mismo tenor fue recibida la muerte de Miguel Aceves Mejía, quien sólo aumentó 30% sus ventas tras su muerte a finales del año pasado, debido a que operó en su contra su pertenencia a una generación lejana a muchos consumidores.
Famosos y millonarios gracias a la muerte
En el ámbito internacional, sobre todo en Estados Unidos, ha quedado claro que a muchos cantantes la muerte les sienta bien.
El año pasado, el líder de Nirvana, Kurt Cobain, apareció como el personaje fallecido más rico del mundo al acumular ganancias por 50 millones de dólares.
Según estimaciones de la industria musical estadounidense, entre 2005 y 2006 se vendieron más de un millón de discos de Nirvana, cifra similar a la reacción de la gente tras la muerte del cantautor de la banda hace más de 13 años.
Pero si el arraigo en el público mexicano es el factor que determina el impacto de una muerte, hasta el día de hoy Valentín Elizalde se erige como el fenómeno de mayor relevancia en los últimos años, incluso por encima de Adán Chalino Sánchez, quien falleció a los 19 años en un trágico accidente automovilístico en 2004 y cuyo éxito se había fincado en el norte del país, pero principalmente en ciudades de Estados Unidos, donde sus cinco discos alcanzaron los primeros lugares en Billboard al difundirse la tragedia.
Sánchez, hijo del legendario cantante de corridos, Chalino Sánchez, murió cuando se dirigía a Sinaloa por carretera.
Aún no cumplía 20 años y ya había obtenido cifras récord de asistencia en sus bailes en Estados Unidos. A su funeral asistieron más de 10 mil personas y para conmemorar el primer año de su desaparición, se develó una escultura en su honor en Los Ángeles, California, donde es una leyenda musical que se coloca al lado de Selena.
Lizi Rodríguez afirma que la partida de un personaje que comienza a destacar en el ámbito artístico genera un duelo colectivo, donde un grupo es unido por el sentimiento de pérdida.
“Al morir, esa persona se lleva nuestros propios sueños de éxito, fama, logros, ambiciones. En este fenómeno de masas, la identificación que se da con (ese artista) es muy grande, muchos llegan a sentirse como parte del cantante o de su vida, por eso algunas personas sienten que una parte de ellos también se muere, tiene que ver con el fanatismo”, explica la ex sicoterapeuta de La Academia.
En 1980 se dijo que al morir John Lennon, también se moría una parte dentro de sus seguidores, quienes lo mantuvieron vivo al resucitar sus ventas.
Según estimados de Mario Henández, encargado del catálogo de Los Beatles en Méxio, Double fantasy, el último álbum del ex Beatle, consiguió ventas por 500 mil unidades y las ganancias de su catálogo se reactivaron y dejaron atrás, por lo menos en los números, los trabajos de Paul McCartney con su banda los Wings.
“De ahí, Lennon se hizo leyenda y ahora vende más que McCartney”, reconoce Arturo Estrada, ejecutivo de EMI Music.
La industria discográfica es la principal beneficiaria después de la muerte de un artista, sus deudos siguen en la lista y en la gente queda el vacío, ese que se llena con la compra de un disco, de un recuerdo.