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Tareas para el 2007/Las laguneras opinan...

Rosario Ramos Salas

A Federico en su cumpleaños

llegó el 2007 y con él, la esperanza. Parece que las aguas se aquietaron, después de un 2006 de campañas con costos elevados para todos, de elecciones cuestionadas, marchas y manifestaciones que a muchos afectaron, un fin de sexenio que acabó cansado y sin rumbo, con el ánimo caído y una toma de protesta de la que muchos no estamos orgullosos. Lo bueno fue que el año terminó y las esperanzas se renovaron, los buenos deseos se expresaron y las hojas en el calendario comenzaron a caer.

Para este año me propongo escribir no sobre asuntos o temas nacionales, ésos están muy lejos. Intentaré escribir sobre lugares y temas, asuntos e ideas que para una comunidad son importantes.

Llevo toda mi vida viviendo aquí y creo conocer la ciudad que habito y los lugares que he recorrido desde que nací, pero como a muchos la rutina nos absorbe y hace que no nos detengamos a mirar con atención nuestro entorno.

Por ello, me propongo recorrer la ciudad y observarla con atención, desde muchos puntos de partida, tomarle el pulso y el ritmo, observar sus lugares y el entorno, qué hace especial a una ciudad, qué la hace diferente de otras. Qué sentido tiene esta comunidad, qué nos da identidad, significado, pertenencia. Qué nos hace a los laguneros permanecer y no emigrar. Por qué somos cómo somos, qué hemos aprendido en estos primeros cien años.

Ahora que estamos cumpliendo el centenario, intentaré hablar sobre Torreón, porque entre más gente hablemos de ella, creo que seremos más afortunados, estaremos más ubicados e identificados y podremos caminar con más seguridad. Conocer la historia y analizar la actualidad nos da herramientas para poder avizorar el futuro, lo que nos espera y lo que sigue.

Trataré observar sus calles y avenidas, los congestionamientos de tránsito cada vez más engorrosos, sus mercados que van quedando vacíos, las plazas y jardines tan necesitadas de cuidado, las tiendas de abarrotes o de la esquina, llamadas ahora, elegantemente tiendas de conveniencia, los cines, los desfiles, las fiestas, las escuelas, los eventos culturales, los comercios, las colonias y los barrios, las iglesias, las esculturas urbanas, los estadios, las industrias, los centros comerciales. Tantas cosas que hacen a una ciudad ser lo que es y no ser otra.

Intentaré salir de casa con mis cinco sentidos más aguzados y despiertos, con los ojos bien abiertos, con una lupa en la mano para mirar cerca, para observar la vida de sus habitantes, sus trabajos y creaciones, sus historias cotidianas, sus afanes y también sus chismes.

Cómo nos ven los que vienen de visita, los que pasan por aquí o llegan para quedarse. Me parece que los cien años nos obliga a todos a mirar de otra manera. Tal vez podamos definir juntos qué es lo que sigue, por dónde queremos seguir transitando, cómo queremos ser para los próximos cien.

Intentaré rescatar la memoria, traer los recuerdos hasta aquí, cómo éramos antes, cómo somos ahora. Cómo pensamos la ciudad ahora, cómo la vivimos, cómo la imaginamos al futuro.

Orhan Pamuk, el laureado premio Nobel de Literatura o Carlos Monsiváis uno de los escritores mexicanos más reconocidos escriben sobre su ciudad, la recorren, la observan, la desmenuzan, la devoran, todo para escribirla, comunicarla, revivirla o repensarla. Así, Estambul o la Ciudad de México o Buenos Aires con la literatura de Borges o muchos otros que escriben sobre lo más cerca que uno tiene que es su casa o la ciudad que habitan, les dan vida a través de sus escritos.

Quiero aprender de ellos, inspirarme en ellos para tomar los asuntos cotidianos que suceden en nuestra ciudad. Ver la ciudad, qué cosas han cambiado en cien años, dirán que muchas, claro Torreón no es el mismo que hace cien, ni cincuenta, ni veinte. Cambiamos todos los días y todos los días nos levantamos para tratar de vivir mejor. Hoy Torreón es mejor que ayer. Quiero también que otros la miren con detenimiento, la vivan, la comuniquen, para entre todos repensarla.

Para cumplir con estas intenciones decidí que empezaría por nuestros mercados. No sé por qué se me ocurrió iniciar con este tema, tal vez porque cada vez que visito una ciudad, siempre voy a conocer sus mercados o por lo menos el mercado principal. Tal vez porque en los mercados se refleja uno de los elementos básicos de la convivencia humana, el trueque que es la base de la economía y forma de vida de las sociedades y los pueblos. Creo que desde que hubo dos habitantes en el mundo, existió el trueque y no hay ciudad o pueblo por más pequeño que éste sea que no tenga un mercado, un lugar para intercambiar productos.

O quizá también porque tengo muy vivo el recuerdo de nuestras visitas semanales, acompañando a mamá al mandado, al mercado Alianza. Según la historiadora lagunera Silvia Castro, la Alianza se instaló, como mercado público de detallistas, a partir de 1896, en las cercanías de lo que era la fábrica de aceites y jabones, La Alianza, fabricación en la que se utilizaba la semilla de algodón como materia prima. Que por eso se llamó la Alianza y desde entonces así se le quedó.

Pero como ya comencé a meterme con los recuerdos y ya se terminó el espacio, dejaré para la próxima el tema de los mercados y así iré moviéndome entre pasado y presente, tratando de repensar la ciudad para el futuro.

garzara1@prodigy.net.mx

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