“Si la batalla por la civilización se dirime entre los débiles y los bárbaros, los bárbaros ganarán”.
Thomas Sowell
Nuevos atentados. Y, una vez más, los grupos terroristas han escogido a Pemex como blanco.
A las dos de la mañana de este lunes, 10 de septiembre, se registraron seis estallidos simultáneos que afectaron distintos puntos de la red de gasoductos del estado de Veracruz. A las seis y media de la mañana, Pemex reconoció que las explosiones eran producto de “actos premeditados”. Hasta el momento en que escribo estas notas, ninguna organización se ha adjudicado los atentados; pero el sospechoso principal es, sin duda, el EPR. Los ataques, efectivamente, se parecen demasiado a los que en meses pasados se registraron en Guanajuato y Querétaro, que sí fueron reivindicados por el Ejército Popular Revolucionario.
En el Anuario Estadístico 2007 de Pemex se reporta que la filial Exploración y Explotación tiene 4 mil 232 kilómetros de oleoductos y 7 mil 669 de gasoductos; Pemex Gas informa de 8 mil 895 kilómetros de gasoductos y 3 mil 061 de productos; Pemex Refinación registra 4 mil 647 kilómetros de ductos de petróleo crudo y 9 mil 115 de ductos de productos; Pemex Petroquímica registra mil 071 kilómetros de ductos para sus petroquímicos.
Pretender resguardar con policías o militares esta extensísima y compleja red de ductos es simplemente imposible. Los miembros de las organizaciones terroristas lo saben. Han encontrado un talón de Aquiles en la economía mexicana. Y lo están atacando a discreción.
Si bien estos atentados no han generado hasta ahora víctimas humanas, no pueden minimizarse sus consecuencias. Los ataques en Guanajuato y Querétaro del 5 y 10 de julio pasados provocaron una interrupción en la distribución del gas de casi dos semanas en la zona del Bajío. Esto obligó a muchas de las empresas de la región a suspender actividades. No todas eran firmas importantes, que tuvieran reservas financieras para enfrentar la parálisis. La mayoría eran compañías pequeñas, restaurantes por ejemplo, que usan el gas natural como combustible. Las empresas aguantaron sus pérdidas, pero estas suspensiones de actividades pueden afectar el crecimiento e incluso el empleo.
Los gasoductos que han sido afectados en los ataques de este 10 de septiembre surtían una parte importante del altiplano mexicano. No sabemos en este momento cuánto tiempo tardará Pemex en reparar los ductos. Pero no hay duda de que habrá pérdidas económicas cuantiosas.
Pemex ya ha restringido la distribución de gas como consecuencia de los ataques de ayer. La empresa además tendrá que dedicar recursos, tan escasos en este momento, a la reparación de los ductos dañados. Y el país en su conjunto se verá obligado a realizar un nuevo y costoso esfuerzo por vigilar mejor los ductos y otras instalaciones estratégicas. Es una tragedia que debamos dedicar un monto creciente de recursos a labores de seguridad, en lugar de emplearlos para la inversión productiva; pero los terroristas no nos dejan opción.
Siempre será difícil impedir atentados terroristas por parte de organizaciones pequeñas pero bien adiestradas, pero el Estado mexicano no tiene más remedio que desandar el camino seguido en el sexenio de Vicente Fox e invertir fuertemente en la reconstitución del Cisen, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional de la Secretaría de Gobernación, y en el fortalecimiento de los servicios de Inteligencia de la PGR, la PFP y las fuerzas armadas.
Mucho se ha dicho que en el sexenio de Fox se desmanteló el aparato de Inteligencia del Estado mexicano bajo el argumento de que éste se utilizaba para vigilar y perseguir a disidentes políticos. Quienes conocen el tema de fondo, sin embargo, señalan que las instituciones de Inteligencia nunca fueron eficaces. Se trataba de instituciones que actuaban con ánimo fundamentalmente burocrático y que tenían escasos resultados concretos. El desprecio que el ex presidente Fox le tenía al aparato de Inteligencia se reflejó en la designación del ya fallecido Adolfo Aguilar Zinser, un académico muy respetado pero sin verdadero conocimiento sobre el tema, como consejero de seguridad nacional.
Hoy ya no podemos darnos el lujo de menospreciar los servicios de inteligencia. México se encuentra en guerra. Es verdad que los atentados del EPR no han ocasionado hasta ahora víctimas humanas ni daños permanentes a la infraestructura, pero esto no es por falta de deseos de los terroristas, que lo que buscan es hacerle el mayor daño posible al Estado mexicano.
Y el Estado tiene que responder de manera acorde. No es posible seguir dejando el tema de la seguridad nacional a la buena de Dios o a la discreción de los intelectuales. Los daños que resiente nuestro país por sus ataques son enormes.
11 DE SEPTIEMBRE
Al final todos los terroristas, de derecha o de izquierda, trabajan para la misma causa. Los atentados en el Gobierno de Salvador Allende facilitaron el Golpe de Estado del general Augusto Pinochet del 11 de septiembre de 1973. Los de Osama bin Laden, el 11 de septiembre de 2001, permitieron que el Gobierno estadounidense de George W. Bush violara abiertamente los derechos humanos de nacionales y extranjeros. Los del EPR, un día antes del 11 de septiembre de 2007, buscan impulsar el surgimiento de un Gobierno autoritario en nuestro país.
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www.sergiosarmiento.com