La primera incursión fue al ejido Presidente Salvador Allende, en el municipio de Durango, donde visitaron e hicieron un recorrido por el Rancho Turístico y Cinegético La Muralla, administrado por el núcleo ejidal.
El Siglo de Durango
El campo mexicano es viable siempre y cuando los diferentes sectores vinculados a las actividades primarias avancen en el desarrollo de sus sistemas productivos bajo un entorno de sustentabilidad.
La opinión es coincidente en ese sentido por parte de Robert Davis, Juan Martínez y Ricardo Hernández, miembros de la comitiva del Banco Mundial que visitó diversas comunidades rurales de Durango durante la semana en curso.
El Siglo de Durango los acompañó en diferentes poblaciones y ejidos donde se ejercen recursos federales derivados de un millonario préstamo hecho por el Banco Mundial al gobierno de México para obras de desarrollo comunitario.
Y en ese trayecto, los especialistas del organismo internacional dejaron claro que México tiene mucho qué ofrecer aún en materia de recursos naturales, medio ambiente y desarrollo rural sustentable.
La misión de este organismo mundial contó con Robert Davis como especialista en el área forestal; Juan Martínez, agrónomo, y Ricardo Hernández, ambientalista.
El objetivo esencial de su visita a México, y especialmente a la sierra del estado de Durango, fue revisar la correcta aplicación de los recursos que se ejercen a través de los fondos prestados al país por esta banca de desarrollo.
SU VISIÓN
Robert Davis, jefe de la misión del Banco Mundial en Durango, dijo que el interés de esta institución es convertirse en una banca de desarrollo que en este caso busca ayudar para incrementar la productividad del sector social en el campo mexicano.
Sin embargo, lo mismo que en esta ocasión visitan varias poblaciones forestales de Durango en la vigilancia y el seguimiento del Procymaf, los funcionarios del Banco Mundial hacen este tipo de recorridos en muchos otros países.
Y es en ese tipo de recorridos donde encuentran la importancia de preservar que el sector rural de México siga siendo de las comunidades, de los ejidos y de las poblaciones agrícolas, ganaderas o forestales.
Cuestionados si creen obsoleto el esquema ejidal de México, los entrevistados admiten que aún persisten problemas derivados del reparto agrario, e inclusive señalan la existencia de conflictos por la tenencia de la tierra.
Sin embargo, y sobre todo los funcionarios del Banco Mundial de origen mexicano, afirman que la riqueza rural de este país es precisamente la forma de convivencia de sus pueblos, lo cual no en muchos países sucede actualmente.
Y es que, el oaxaqueño Juan Martínez, especialista agrónomo de la institución trasnacional, pone de ejemplo la importancia de fortalecer las comunidades mediante el impulso de las actividades primarias que realizan.
Martínez, quien ha visitado los diferentes continentes del mundo para conocer o revisar proyectos de vida comunitaria, afirma que no es imposible lograr que las comunidades y los ejidos sean sustentables y con alto nivel de desarrollo.
Al igual que Ricardo Hernández, especialista en materia ambiental, Juan Martínez admite que en otros países donde los recursos naturales son de propiedad privada se evitan muchos conflictos que sí ocurren en países como México.
Sin embargo, resaltan que es precisamente esa circunstancia social del campo mexicano la que hace a este sector sumamente peculiar e importante en el contexto mundial. “México es un país afortunado”, dicen.
Y es que, lejos de ver como un problema la subsistencia de la figura jurídica del ejido y la comunidad, señalaron que es una “realidad positiva” que debe ser aprovechada e impulsada mediante diversos esquemas de apoyo oficial.
Hay problemas que hacen cada vez más difícil la actividad forestal, subrayan, pues en México hay cien mil hectáreas de plantación de árboles mientras en Chile esta cifra llega a un millón 200 mil hectáreas con plantaciones.
Empero, insistieron en que la tendencia es dejar de extraer madera de los árboles y dedicar a otras actividades los bosques ejidales y comunales, régimen en el que se encuentra el 80 por ciento de la superficie forestal.
RECORRIDO
Dentro del muestreo acudieron a distintas comunidades que se han beneficiado con la segunda etapa del Proyecto de Conservación y Manejo Sustentable de Recursos Forestales en México (Procymaf II).
La primera incursión fue al ejido Presidente Salvador Allende, en el municipio de Durango, donde visitaron e hicieron un recorrido por el Rancho Turístico y Cinegético La Muralla, administrado por el núcleo ejidal.
Ahí conocieron el caso de un ejido forestal que ha decidido dejar de tumbar árboles para dedicarse a la caza cinegéticas y a la prestación de servicios ecoturísticos, que recibe clientes de varios países, inclusive de Europa.
Los ejidatarios explicaron que de diciembre al 15 de enero se desarrolla sobre todo la cacería de venado cola blanca; de marzo al 15 de mayo el guajolote silvestre, y en los intermedios el ecoturismo en general.
Los enviados del Banco Mundial insistieron en el llamado al ejido Presidente Salvador Allende para que diversifiquen sus actividades para hacer un aprovechamiento más integral y menos lesivo de su bosque.
Luego, la ruta de los visitantes se dirigió al ejido Agustín Melgar, ubicado también en el municipio de Durango, donde conocieron la planta que potabiliza y embotella agua de los manantiales de la región.
En este sitio, enclavado en la región serrana del municipio capitalino, la gente de Banco Mundial se percató de las mejoras que registra la planta y embotelladora pese a que se trata de una empresa dirigida por el propio ejido.
Esta empresa tiene una producción promedio de venta de 550 garrafones cada diez días, y además ha incursionado en el mercado con presentaciones de 500 mililitros, un litro y litro y medio, bajo la marca Santo Domingo.
Este proyecto recibió un apoyo de Procymaf por 500 mil pesos y la comunidad ejidal puso otros 500 mil pesos. “Es que ya no queremos cortar, sino vivir de los proyectos”, dijo en el encuentro uno de los ejidatarios.
Agustín Melgar es uno de tantos ejidos que prefirieron dejar de producir madera porque los niveles de extracción fueron disminuyendo y la población se quedaba sin oportunidades de trabajo la mayor parte del año.
Sin embargo, en ese proceso de cambio se han percatado de que la cuenca que poseen tiene una capacidad de extracción de 27 mil metros cúbicos al año en sus manantiales, mientras que la producción ideal de dos mil garrafones semanales apenas impactaría en siete mil metros cúbicos al año.
Hay cuatro manantiales adicionales que dan más agua, pero el ejido Agustín Melgar cuenta con un total de 30 ó 35 manantiales en total, lo que ha hecho que esta población deje a un lado la madera y se dedique a otras actividades.
La siguiente fase del recorrido de la gente del Banco Mundial fue acudir a la zona de producción del ejido San Pablo, en el municipio serrano de Pueblo Nuevo, donde conocieron los proyectos de manejo forestal que ahí se tienen.
En este sitio los ejidatarios afirman que han podido crecer en el desarrollo de distintas alternativas productivas y de servicios ambientales y ecoturísticos, pero sin abandonar lo forestal maderable.
Los visitantes del organismo internacional consideraron positivo el trabajo del ejido San Pablo debido a que con el apoyo que han recibido le han dado cada vez mayor valor agregado a la madera que extraen.
Y es que dijeron que los objetivos de este organismo financiero al apoyar estos proyectos giran en torno a que los recursos naturales no se escaseen, sino que se manejen de forma sustentable y con mayores alternativas de riqueza para las comunidades.