Lleva ocho años en el poder sin que exista poder humano que pueda contener sus desmedidas ambiciones políticas.
Llegó al Gobierno con la bandera de un socialismo democrático, pero hoy pisotea sin remordimientos los derechos humanos más elementales.
Su formación militar ha hecho de este personaje un gobernante harto peligroso no sólo para su pueblo sino para el continente Americano.
Además la riqueza petrolera de su país lo convierte en un líder todopoderoso que desea a toda costa heredar el papel protagónico dejado por Fidel Castro.
Nos referimos a Hugo Chávez, presidente de Venezuela desde 1999, quien ha realizado paulatinamente los cambios constitucionales para perpetuarse en el poder.
Por lo pronto ya envió al Congreso la propuesta de una nueva Constitución que permitirá su reelección, reducirá la jornada laboral a seis horas y limitará todavía más la libertad de expresión al considerar ilegal las críticas en contra de su Gobierno y de la llamada Revolución Bolivariana.
En mayo pasado Chávez arrancó la concesión a Radio Caracas Televisión, la cadena que operó durante más de cincuenta años y que era considerada la más popular de Venezuela.
No contento con cerrar a RCTV, el Gobierno chavista confiscó los equipos de la empresa y puso en servicio una cadena estatal de radio y televisión sin pagar un centavo a sus antiguos propietarios.
En Venezuela hace varios años que la libertad de expresión es prácticamente letra muerta. Los diarios que critican al régimen son hostigados por todas las vías posibles, en cambio los medios alineados reciben jugosas partidas de publicidad entre otras canonjías.
La cerrazón de Chávez llega al extremo de impedir que organizaciones independientes como la Sociedad Interamericana de Prensa sesionen en su país. Hace unos días la SIP denunció que el Gobierno venezolano presionó a hoteles de Caracas y Maracaibo para que no dieran cabida a la asamblea de medio año a realizarse en marzo de 2008.
En América Latina sólo Cuba ha impedido en los tiempos recientes la visita de misiones de la SIP a su territorio y ahora es Chávez quien se abroga el derecho de decidir que reuniones se realizan en el territorio venezolano.
En semanas recientes se divulgó un plan de desarrollo económico y social de Venezuela para el periodo 2007-2013 en donde establece neutralizar la acción del imperio, fortalecer la solidaridad de los movimientos sociales organizados y crear una estrategia mundial para movilizar masas en apoyo al proceso revolucionario.
En palabras simples lo que Chávez quiere es combatir a Estados Unidos y extender su influencia mediante la intromisión en otros países como lo hizo en su tiempo la Alemania de Hitler, la Unión Soviética de Stalin y la Cuba de Fidel Castro.
Es obvio que Hugo Chávez empieza a perder el piso como suele ocurrir con los dictadores demagogos y desquiciados, pero repetimos, el gran peligro es que su Gobierno tiene muchos petrodólares y asesores de izquierda con mucha experiencia y vagancia.
En los últimos años han entrado cientos de asesores cubanos además de 30 mil médicos que Chávez se trajo para apoyar a su camarada Fidel a quien le llama “mi padrino”.
Lo más grave es que Chávez no está solo en su alocada cruzada internacional. Lo apoyan los Castro de Cuba, Evo Morales de Bolivia, el Gobierno radical de Irán y no faltará mucho para que Corea del Norte y quizá Rusia se unan a sus temerarios planes.
Lo que no entendemos todavía es por qué Estados Unidos compra petróleo a Venezuela y mantiene una relación estable con un Gobierno que lo ha desairado y agredido.
Esperemos que Chávez no agarre a nadie dormido cuando tome acciones concretas para extender sus dominios en nuestro continente. Sus ansias de poder son por demás claras y evidentes.
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