Cartagena de Indias.- Apenas unos pasos fuera del avión y las paredes del aeropuerto bogotano “El Dorado” están repletas de una publicidad con un globo aerostático blanquiazul de telefonía celular, que me resulta muy familiar. Lo mismo sucede al salir del aeropuerto de Cartagena, unas sombrillas azules y un letrero gigantesco rezan: Todo Colombia es territorio Comcel…
Gracias a su fusión con Celcaribe, de 2003, Comcel es hoy la empresa de telefonía con la mayor cobertura y el mayor número de usuarios en Colombia. De hecho, de acuerdo con el Ministerio de Comunicaciones colombiano, Comcel es la operadora celular que da servicio al 66% de los usuarios de telefonía móvil en este país sudamericano. Sin embargo, la competencia no está nada fácil: Telefónica, Tigo y Ola compiten por el mercado colombiano de poco más de 30 millones de usuarios.
A través de América Móvil, Carlos Slim expande su dominio de las telecomunicaciones a todo el continente. Es el otro lado de la moneda. La enorme fortuna de este magnate, que en México divide opiniones porque muchos sueñan con repetir su éxito empresarial, mientras que otros consideran su riqueza una pesadilla en un país tan desigual como México, afuera de nuestras fronteras es todo un sueño que este empresario decida llevar algo de su capital a otros países latinoamericanos.
Comcel es líder en Colombia y compite fuertemente con las otras compañías locales y españolas. Lo mismo está sucediendo en Centroamérica y en todo el continente. De hecho, la inversión total de Slim en América Latina se calcula en más de 14 mil millones de dólares a 2006. Tan sólo este año Slim acaba de invertir unos 3,677 millones de dólares en la compra de Verizon, la compañía líder en la República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico, como revela una nota de Silvia Luna del Cato Institute. En Brasil, el grupo Carso acumula inversiones por más de 6 mil millones de dólares y en Argentina es dueño del grupo Techtel.
El emporio de Slim planea extenderse al terreno de la televisión y al de la construcción. En Argentina y Colombia, el Grupo Carso compró varias cableras y la influyente revista colombiana Semana especulaba sobre si en breve el empresario mexicano lanzaría un noticiero que compita con Caracol Colombia y que transmitiera a España y al mercado hispano en Estados Unidos.
Hoy millones de latinoamericanos utilizamos el servicio de telefonía celular de Slim y en México otros millones más sus servicios de Internet o de telefonía fija. Recientemente se especuló que el empresario mexicano ya había rebasado al estadounidense Warren Buffett en la lista de Forbes como el segundo hombre más rico del mundo y que estaba a un paso de alcanzar a Bill Gates, quien ocupa la primera posición. ¿Qué orgullo para México? No puedo mentir, ver el éxito de un mexicano en otro país me provocó sentimientos encontrados. Por un lado, la obviedad, un gusto enorme que un mexicano domine el sector de las telecomunicaciones en América Latina, pero, por el otro, un deseo enorme de que algún día el enorme poder económico de Slim siga motu proprio el ejemplo de Gates y Buffet en torno a la filantropía.
Si bien, la Fundación Telmex va creciendo año con año desde que fue creada en 1995, el alcance de sus labores aún representan un porcentaje mínimo del potencial que tiene para ayudar al desarrollo de México y de Latinoamérica. Los 100 millones de dólares que Slim prometió a la Iniciativa Global Clinton para combatir la pobreza en la región palidecen ante los 23 mil millones de dólares que, de acuerdo con Forbes, el magnate mexicano sumó a su fortuna en tan sólo 14 meses. Como empresario, Slim ya está más allá del bien y del mal. Después de todo, salvo por Bolivia, Cuba y Venezuela, países donde aún no opera su emporio, ya podría decirse que toda América Latina es territorio Slim…
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