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Todas las noches tengo pesadillas

Adriana Guadalupe Miranda

PASTA DE CONCHOS | SOBREVIVIENTES DE LA EXPLOSIÓN ASEGURAN QUE LA EXPERIENCIA LOS MARCÓ PSICOLÓGICAMENTE DE POR VIDA.

Fermín jamás imaginó que una falla en uno de los motores le salvaría de morir en la mina.

El Siglo de Torreón

San Juan de Sabinas, Coah.- Ha pasado un año y Fermín Rosales Ramírez todavía tiene pesadillas. Su piel aún se eriza al recordar la explosión de la madrugada del domingo 19 de febrero de 2006, donde 65 de sus compañeros perdieran la vida en el interior de la mina número ocho de Pasta de Conchos. Sólo Rosales y otros seis compañeros sobrevivieron.

El minero de 30 años de edad, se encuentra a las afueras de su hogar marcado con el número 1326 de la calle Guerrero de la colonia Prolongación Progreso, en Nueva Rosita, a unos minutos de la mina, donde aún permanecen atrapados los restos de 63 de los 65 mineros caídos.

No esta solo. Israel Muñiz Cruz, le acompaña. Él es otro de los sobrevivientes de la tragedia, la cual marcara para siempre su vida y la de los que lo rodean. A diferencia de Fermín, prefiere no ahondar mucho en el tema.

Recargado en el cofre de un viejo automóvil, vestido de manera informal y gorra, Fermín relata su terrible experiencia y las secuelas que han quedado.

Era sábado, recuerda. Como todos los días, desde hacía ya tres años, salió de su hogar, se despidió de sus tres hijos y su mujer, tomó sus cosas de trabajo y se dirigió a su lugar de trabajo en el ejido Santa María, donde se localiza la unidad Pasta de Conchos.

En punto de las once de la noche, tiempo en el que su turno daba inicio, el joven minero arribó al lugar. Ahí, por última vez, platicó con los 65 mineros, quienes durante tres años, compartieron toda clase de experiencias.

Fermín se desempeñaba como motorista. Jamás imaginó que una falla en uno de los motores, la cual había reportado varios días antes al personal de seguridad de la mina, le salvaría de morir esa madrugada.

?Ya había fallado (el motor). En la mañana del viernes, les dije a los de seguridad que el motor tenía una falla eléctrica, fue entonces cuando lo saqué para que lo arreglaran en el taller (...) en la noche (del sábado) cuando volví, todavía estaba el motor afuera, fue entonces cuando el mayordomo me destinó a una de las planchas mientras lo arreglaban?, recuerda.

A 600 metros de la boca de la mina se encontraba el lugar que le fue destinado en esa ocasión, mientras que los otros 65 mineros se encontraban a por lo menos dos kilómetros de distancia. No estaba solo. Lo acompañaban tres de sus compañeros a quienes recuerda como Mario, Ricardo y Cruz Alba.

La explosión

Fermín recuerda que eran aproximadamente las dos de la mañana cuando una gran explosión cimbró el lugar. ?Estábamos como en un cuarto, en la plancha, de pronto se escuchó una explosión?, relata Fermín quien por un momento cierra sus ojos y recuerda con dolor lo sucedido.

Hace hasta lo imposible para que su voz no se quiebre. Toma un gran respiro y continúa con su relato.

Fueron más de dos horas las que el minero permaneció inconsciente, tras recibir varios golpes en la cabeza y gran parte de su cuerpo debido a la gran cantidad de material que se desprendió en el interior de la mina.

De acuerdo con los reportes de las autoridades, la explosión fue provocada por la acumulación de gas grisú, una de las tantas fallas que reportaron los trabajadores, menciona el sobreviviente.

Al despertar, Fermín aún se encontraba atrapado junto a sus tres compañeros. ?Comenzamos a hablarnos y cada quién salió por donde pudo y como pudo, yo llegué hasta el diagonal cuatro (...) entonces ya venía la ayuda y fue como me sacaron?, comenta, mientras Israel Muñiz Cruz, quien se encuentra a su lado, se lleva las manos hacia su rostro.

El joven minero resultó con heridas en la cabeza, tórax y en la región lumbar, mismas que lo hicieron permanecer internado en el Seguro Social de la localidad, por 12 días aproximadamente.

Mientras que Israel, quien no quiso dar más detalle de lo sucedido aquella madrugada del 19 de febrero, resultó con varias lesiones en algunos discos de la columna así como con algunas más en gran parte de su cuerpo.

Las secuelas

Al seguir con el relato la respiración de Fermín se agita y es que desde ese día su vida ya no fue igual.

?Todas las noches tengo pesadillas(...) me levanto sobresaltado cuando las imágenes de aquel momento se vienen a mi mente?.

Israel, por su parte, comenta que más que haber quedado marcados físicamente, aquella terrible experiencia los ha marcado psicológicamente de por vida.

Más tranquilos, ambos mineros comentan que días después del accidente, recibieron por parte de la empresa Industrial Minera México (IMMSA) un apoyo económico de 100 mil pesos, cantidad que no es contemplada por los trabajadores como parte de su finiquito, ?es sólo una ayuda, la cual nadie pidió?, manifiesta el joven minero de 30 años de edad.

Desde entonces, han recibido de manera semanal la cantidad de 700 pesos, insuficiente para mantener a una familia y las secuelas que han quedado en sus cuerpos, como es el caso de Israel, quien ha quedado afectado de su columna y debe de contar con terapias de rehabilitación para continuar trabajando sin ninguna complicación.

?Nada más nos dieron 100 mil pesos y fue todo?, comenta Fermín, quien califica como injusto el hecho de que las viudas y familiares cercanos a los 65 mineros caídos en la explosión, recibieran de manera inmediata la cantidad de 750 mil pesos y una casa de interés social, mientras que ellos deben de subsistir con 700 pesos mensuales y ahorrar parte de los 100 mil pesos para el futuro de sus hijos.

?Para todos es injusto, nosotros no alcanzamos becas ni casa(...) nos dijeron que sí pero no nos han dado nada?, expresó Israel, mientras cerraba sus puños y su rostro se enrojecía. Desde entonces, estos dos mineros como el resto de los sobrevivientes, han luchado por su cuenta para lograr una indemnización.

?Ni el sindicato ni la empresa ve por nosotros (...) el Gobierno del Estado dice que nos va a ayudar, pero no lo ha hecho?, expresa Israel Muñiz Cruz.

Más que no lograr una indemnización por parte de la empresa, el mayor temor que tienen ambos, es no conseguir empleo, pues hasta el momento se encuentran ?atados de manos?, ya que la empresa pese a que aún no los ha liquidado, no les permite trabajar en otra área de la mina por políticas de la empresa.

?No nos quiere ni dar trabajo en donde mismo (...) pues como quedamos marcados, las políticas de la empresa no lo permiten (...) Si ya no le servimos, como quien dice nos van a dar una patada y luego dónde vamos a trabajar?, manifiesta Fermín, mientras se lleva sus manos a su rostro y mira fijamente a su compañero Israel, quien encoge sus hombros y dice, ?quién sabe?.

Una tragedia que se pudo evitar

Al ser cuestionados sobre la seguridad en la mina, ambos coincidieron en que la tragedia registrada el 19 de febrero en Pasta de Conchos, pudo haberse evitado.

?Fueron varios los señalamientos que se hicieron en cuanto a seguridad?, manifiesta Fermín, cuya respiración se agita poco a poco.

?En el interior de la mina no se polveaba, actividad que es necesaria dentro de una mina de carbón para evitar que los gases puedan hacer reacción con algún chispazo de carbón?, explica el joven minero, ?pero además, no se contaba con botadores, los cuales evitaban que al caer una viga, el resto cayera causando un efecto dominó?.

Por lo menos en los tres años que Fermín laboró en el interior de la mina número ocho, asegura que los reportes de dichas irregularidades fueron continuos, pero el personal de seguridad de la empresa, los amenazaba con disciplinarlos.

?El disciplinarnos consistía en dejarnos sin salario por dos o tres días, cuando de por sí el pago era muy bajo (...) es entonces cuando el resto de los trabajadores preferíamos quedarnos callados?, menciona Fermín, mientras inclina su cabeza.

Ahora, después de un año de la explosión que marcara la vida de 65 familias y de otras tantas de los mineros que lograron salir con vida, como Fermín e Israel, esperan que los cuerpos de los 63 mineros, aún atrapados entre los escombros, sean rescatados, así mismo, confían en que pronto la empresa Industrial Minera México los indemnice conforme a la Ley, pero sobretodo que se castigue a los responsables de esta tragedia, misma que pudo haberse evitado.

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