Una taza de té… bebida sin prisa, cómodamente sentados para consentirnos a media mañana o a media tarde es una delicia; y si se acompaña de un pedazo de chocolate oscuro, ¡ahhh!... es el éxtasis puro.
Sí, ya sé. Para los adictos a la cafeína, el té no tiene ninguna gracia. Sin embargo, sería conveniente que te enteraras de todas las bondades que tiene.
El sólo hecho de tomar té, además de que revitaliza, cura y enriquece el día, simplemente te mantiene más joven y saludable. Sus componentes, como potasio, ácido fólico, manganeso, vitamina C, B, B1 y B2, crean defensas contra los radicales libres o toxinas que pueden alterar la estructura química de las células, que afectan al DNA. Sin el té, nuestro DNA empieza a envejecer, lo cual se traduce en que... nosotros también.
Y como si mantener las células jóvenes no fuera suficiente, un reporte del American Journal of Epidemiology sobre el consumo del té y las enfermedades cardiovasculares, dice que por cada tres tazas de té que una persona beba al día, hay de un 23 a un 66 por ciento de reducción en el riesgo de un infarto. Visto así, creo que las tres tazas diarias son más baratas que una angioplastía, ¿no?
Después del agua, el té es la bebida que más se consume en el mundo. Aunque la ciencia apenas hace veinte años ha empezado a estudiar y probar sus numerosos beneficios, los arqueólogos han encontrado evidencias del uso del té de hace más de 500 mil años.
Los tres principales tipos de té que hay son negro, verde y oolong, que vienen de la misma planta. La diferencia en el color y el sabor resulta del grado de fermentación que las hojas tengan durante su cosecha. La fermentación determina el tipo y cantidad de flavonoides que conserve el producto final.
Los flavonoides, para los que no sabemos, tienen asombrosos poderes medicinales: mejoran la circulación, evitan que se forme la placa de grasa en el corazón, fortalece las paredes de las venas y previene algunos tipos de cáncer. Se encuentran en frutas, vegetales, especies y tés.
Pero ojo. Los tés herbales no se consideran “té”. Son infusiones de plantas con propiedades maravillosas, sin embargo, no contienen los antioxidantes que hacen al té tan valioso y benéfico.
Por la cantidad de antioxidantes que contiene, tomar té verde diariamente rejuvenece también los huesos de las mujeres, afirma el doctor Michael F. Roizen en su libro The Real Age Diet. Asimismo, reduce el riesgo de fractura de huesos tan frecuente en los casos de osteoporosis.
Otro estudio en el 2003 reveló que las catequinas del té verde bajan de forma sensible los niveles de colesterol “malo”; así como la grasa del cuerpo en un cinco por ciento en tres meses. ¡Además adelgaza!
Por supuesto, algún “defecto” tenía que tener: ¡sus 35 mg. de cafeína por taza! Lo cual no es nada, comparado con los 100 mg. de cafeína que contiene una taza de café.
El rey de los tés, el que tiene más alto contenido de propiedades, es el blanco de China. No tiene color y su sabor es muy delicado. Después le sigue el verde, el oolong y, por último, el negro. Los conocedores aconsejan hervir las hojas y no consumirlo en bolsita. Y, por supuesto, no tomar las bebidas de té que vienen ya preparadas y endulzadas.
El té es un sabor que se adquiere. Aunque culturalmente no tengamos la costumbre de tomarlo, si con el tiempo educas y acostumbras a tu paladar a este delicioso y sofisticado sabor, tu salud, tu piel y todo tu cuerpo te lo van a agradecer. Así que... a tomar té.