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Tráfico de armas cobra vidas en Nueva York

A pesar que Nueva York, EU, es muy distinta al territorio dominado por el crimen, las drogas y las pandillas en la década de los setenta y los ochenta, los últimos dos años han sido una pesadilla para la Policía, tras la muerte de varias personas a causa de balas perdidas. (Archivo)

A pesar que Nueva York, EU, es muy distinta al territorio dominado por el crimen, las drogas y las pandillas en la década de los setenta y los ochenta, los últimos dos años han sido una pesadilla para la Policía, tras la muerte de varias personas a causa de balas perdidas. (Archivo)

EL UNIVERSAL

El Departamento de Policía de Nueva York se debate entre la sorpresa y el no saber con certeza qué hacer para frenar la violencia cuyo origen principal es la existencia de miles de armas ilegales.

Esta ciudad es muy distinta al territorio dominado por el crimen, las drogas y las pandillas en la década de los setenta y los ochenta, pero los últimos dos años han sido una pesadilla para la Policía neoyorquina. Niños, una mujer embarazada y una joven madre murieron alcanzados por balas perdidas. También se ha desatado una extraña ola de oficiales asesinados, heridos y amenazados.

El Departamento de Policía de Nueva York se debate entre la sorpresa y el no saber con certeza qué hacer para frenar esa violencia cuyo origen principal es la existencia de miles de armas ilegales en las calles de Nueva York.

Se trata de una situación de emergencia ha llevado a la Policía y a su comisionado, Ramond Kelly, a tomar una iniciativa: Ofrecer una recompensa de mil dólares para quien aporte informes que conduzcan al arresto de gente que trafique o posea armas ilegales.

La operación se denomina “Gun Stop” y es difundida en el marco de un mensaje que el propio Kelly, un ex agente policiaco, pronuncia en tono desesperado.

“La ciudad de Nueva York es más segura de lo que fue hace décadas, pero aún es mucho lo que tenemos y podemos hacer para lograr que sea más segura, comenzando por lograr que las armas ilegales estén fuera de nuestras calles”.

De acuerdo con el mensaje de Kelly, el sesenta por ciento de los homicidios ocurridos en 2006 fue por resultado de disparos de armas ilegales. El 90 por ciento de las armas confiscadas de esos crímenes vino de otros estados.

Los 596 asesinatos ocurridos el año pasado no se compara con los dos mil 262 que reportan las estadísticas de 1990, pero aún así el comportamiento del crimen en algunas partes de Nueva York es extremo y preocupante.

‘NECESITAMOS TU AYUDA’

“El Departamento de Policía está haciendo todo lo que puede para poner fin a esta situación”, advierte Kelly en el mensaje, “pero necesitamos tu ayuda. Necesitamos que reportes la existencia de armas ilegales para frenar la pérdida de vidas inocentes”.

El promocional, difundido por la página web de la Policía de Nueva York (http://www.-nyc.gov/html/nypd/) continúa con una serie de historias narradas por el propio Kelly.

“Selina Akthel (muerta el 28 de diciembre de 2005) se encontraba en la ventana de su apartamento en Queens. Su esposo hablaba por el teléfono y sus hijos dormían. Súbitamente una bala perdida entró por la ventana y la alcanzó en la cabeza. Su familia planeaba para ella una fiesta de cumpleaños. En lugar de eso hubo un funeral”, cuenta la voz de Kelly. “Esa muerte fue provocada por un arma sin licencia, un arma ilegal”.

Kelly cita otros casos: David Pacheco no había cumplido dos años cuando una de las balas disparada en un pleito entre pandillas le penetró el pecho cuando iba con su madre y sus hermanas a un almuerzo de Domingo de Pascua.

“David también fue asesinado con un arma ilegal”, narra Kelly. Después cuenta otro caso dramático: el de Niccole Sutten, una afroamericana que estaba sentada en su apartamento una noche de verano cuando una bala perdida le alcanzó el cuello. Murió casi de manera instantánea. Tenía siete meses y medio de embarazo. El bebé vivió tres meses en una incubadora y murió.

“Si alguien hubiera reportado la existencia de esas armas ilegales, estas cuatro personas estarían vivas. Por la seguridad de nosotros, de nuestras familias y amigos tenemos que llevar las armas fuera de las calles”, dice el mensaje de Kelly.

La iniciativa de la Policía de Nueva York ofrece la recompensa de los mil dólares a quien aporte información que conduzca al arresto de quienes posean armas ilegales.

“No necesitas dar tu nombre ni más información. Recibes un código, recibes el dinero en efectivo y no hacemos preguntas”, ofrece el comisionado de la Policía neoyorquina.

“Llama. No serás un traidor de tu comunidad, sino alguien que habrá salvado alguna vida”.

Crímenes, made in USA

Asesinos seriales, masacres, crímenes casuales, francotiradores y súbitos acuchilladores forman parte de una galería criminal tan frecuente como horrorizante en Estados Unidos.

*El método más común para cometer suicidio es el uso de un arma de fuego, que utiliza 60 por ciento de quienes deciden quitarse la vida. De todos los suicidios, el 80 por ciento es cometido por hombres blancos, de acuerdo con un estudio de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales de EU.

*A mediados de los 90, un estudio realizado por esa institución determinó que los suicidios representaban la novena causa de muerte en EU. En 1995 decidieron acabar con su vida 31 mil 384 personas.

*Un alto porcentaje de esas muertes ocurre en universidades y centros de enseñanza superior. Cientos de estudiantes se suicidan y otros cometen homicidios y masacres.

*El análisis sobre 102 rachas de asesinatos indica que la mayoría fueron cometidos durante el día, por hombres blancos con educación. Siete de todos ellos eran asiáticos y alrededor de un tercio se suicidó.

*En febrero de 2002, Ronald J. Popadich, un hombre desempleado que vivía en casa de su madre, en Nueva Jersey, asesinó a tiros a su vecina, abordó un taxi, mató al conductor, robó un automóvil, atropelló a 19 personas, huyó y regresó al día siguiente a las calles de Manhattan para arrollar a otras siete. Al final de esa racha de furia, Popadich mató a cuatro personas.

*En marzo de 1990, Julio González, un cubano desempleado, riñó con su novia una noche en Happy Land, una discoteca del Bronx. Después de intercambiar palabras con un vigilante del club, salió a la calle, caminó hasta una gasolinera, convenció a los empleados de venderle una lata de combustible, regresó a la discoteca y le prendió fuego: 17 personas murieron.

*En 1999, un enfermo mental que había dejado de tomar sus medicinas empujó a las vías del tren a Kendra Webdale, una mujer que deseaba ser escritora.

*En otra ocasión, Jesse Nettles, un hombre sin hogar, acuchilló a cinco personas en Times Square, entre ellas a un hombre que empujaba un carrito con sus dos bebés. Más recientemente, Kenny Alexis atacó a cinco personas con un cuchillo. A una de ellas le atravesó la vena aorta, una tarde de verano, a un costado del Central Park.

*En 1966, Charles Withman asesinó a su madre y a su esposa. Horas después, subió hasta la torre de observación de la Universidad de Texas y abrió fuego. Mató a 14 personas antes de ser asesinado por la Policía.

*El último capítulo en esta historia de asesinatos en Estados Unidos ocurrió tres días después de la masacre en Virginia: en un barrio de Queens, Jimmy Lee Dawkins, un joven de 20 años con un historial de disturbios mentales, mató a su madre, al compañero sentimental de ésta, a una enfermera y luego se suicidó con una pistola. La madre había denunciado al hijo varias veces, pero la Policía se negó a arrestarlo.

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