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Tragedias y preocupaciones...| Hora cero

Roberto Orozco Melo

¿Ante quién perdió Esmeralda? Esmeralda Abigaíl Mandujano González, de ocho años de edad, perdió en la lucha contra la muerte, coincidieron ayer en señalar los diarios matutinos de Saltillo; pero yo pregunto: ¿Fue la muerte quien ganó la partida? ¿O Esmeralda perdió la vida por nuestras leyes blandengues, nuestro indiferente Ministerio Público, por irresponsabilidades familiares, por nuestra inútil Policía de Tránsito o los tres insensibles hospitales donde peregrinó Esmeralda y su madre en busca de asistencia médica, final y tardíamente encontrada en el Muguerza donde perdió la vida.

En la opinión de sus maestros y compañeros de escuela, Esmeralda era una niña estudiosa, solidaria condiscípula y de notables conducta y puntualidad. El irresponsable mozalbete que la victimó manejaba sin pericia, pero con mucha velocidad una motocicleta negra; ella caminaba rumbo a su casa después de asistir a su turno escolar en la primaria Luis Donaldo Colosio. Su madre, Juana Emilia, la llevaba de la mano y al ver correr al alocado motociclista en la calle trató de estirarla para ponerla a buen recaudo, pero ya tenía encima la cercanía del peligro. No pudo salvarla, la madre cayó al suelo y al incorporarse en busca de la pequeña la sintió muy cercana, pero con una masa de hierros calientes y retorcidos sobre su pequeño cuerpo.

Obviamente un policía detuvo al motociclista de nombre Alberto Borjón. Más tarde los reporteros se enteraron que un día anterior habían infraccionado a Borjón, allá mismo, en Ramos Arizpe, por conducir esa misma motocicleta a muy alta velocidad y sin siquiera tener licencia para hacerlo. Si ese día un agente del MP responsable lo hubiera retenido por lo menos 24 horas o si sus padres le hubieran castigado escondiendo la motocicleta, seguramente no habría sucedido el atropellamiento y la muerte de Esmeralda. El muchacho durmió en la casa familiar, pues seguramente sus afligidos padres pagaron la sanción de diez mil pesos. La aseguradora del vehículo ofreció a la señora Mandujano un triste consuelo: cien mil pesos por aquella pequeña y promisoria vida.

Asomado a la computadora en que trabajo un compañero me dice: “Cuánto duele ver estas tragedias”, sí, musito. Y cuánto duelen e indignan las injusticias. Pero nunca aprendemos de ellas para prevenirlas. Por su parte, las autoridades siempre tienen muy poca... responsabilidad para aplicar sanciones y muy mala memoria: al día siguiente olvidan todo.

Otras preocupaciones:

Con tono claro, preciso y rotundo desligó el presidente Felipe Calderón al Congreso de la Unión y al Poder Ejecutivo de los efectos inflacionarios aparecidos en el país, con motivo de la inminente y apresurada, diríamos, alza al precio de los energéticos de petróleo que íbamos a pagar a partir del próximo primero de octubre.

Bien por el presidente y agradecidos, aunque el detente sólo tendrá efecto durante el último trimestre de 2007, ya que la Presidencia soltará los canes de las repercusiones a partir del primer día de 2008 en que iniciarán su vigencia los decretos de carácter fiscal que los mexicanos cargaremos en el lomo con el alza de precio en la gasolina y otros combustibles, el CETU y como puntilla el ISR y la cadena inflacionaria.

Entonces no podemos despreocuparnos pues, a mayor abundamiento, es muy posible que los magos Beltrones y Gamboa hagan realidad las exacciones que los diputados acostumbran incluir en la desde hace mucho tiempo desprestigiada miscelánea fiscal: un regalo de principios de año que, ya causa original o reflejo inflacionario, de cualquier manera va a pegar mucho y muy duro en la flaquísima cartera de la gente pobre, pobre gente a la cual no le va a doler lo duro sino lo tupido.

Y mire usted por qué y cómo: los diputados perredistas, priístas y panistas lograron fraguar, sazonar y consumar un chantaje contra el Gobierno de Calderón al condicionar la aprobación de la sedicente reforma fiscal sujeta a otra aprobación en un dando y dando: la anhelada reforma electoral que los conducirá a asumir, entre otros poderes políticos, el control de las elecciones federales por medio del Instituto Federal que la nueva legislación política puso en manos de los tres partidos mayoritarios: una ruda venganza del lopezobradorismo por la derrota electoral de 2006. Y todavía lo agradece el presidente de la República. ¡Qué carga tan dura y oprobiosa! diría mi abuela...

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