La mañana del 21 de mayo los policías municipales iniciaron el paro de labores afuera de la Dirección de Seguridad Pública. (Fotografías de Ángel Padilla y Sergio Reyes)
La mañana del lunes 21 de mayo pasado, 400 policías de Torreón decidieron irse a paro de labores para exigir un aumento salarial y mejor armamento. Durante un día y medio, la ciudad estuvo prácticamente indefensa
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Por primera vez, al menos en dos décadas, policías preventivos de Torreón hicieron un paro de labores. Cerca de 400 agentes no salieron a vigilar las calles de la ciudad y en las horas siguientes se registraron nueve asaltos a negocios, cinco de ellos con armas de fuego.
La ciudad estaba indefensa.
Los manifestantes exigen aumento de sueldo y mejores armas. Eran las 8 de la mañana, del lunes 21 de mayo de 2007, cuando un grupo de aproximadamente diez policías decidió romper la rutina de la corporación policiaca y aprovecharon para retener las patrullas que entraban o salían del edificio ubicado
en Periférico y Bravo.
La huelga de policías que duró casi 36 horas, tuvo dos detonantes. El primero, el incremento de hechos violentos en el país, y que en los últimos tres meses se acentuaron en la Comarca Lagunera, alcanzando un nivel mayor después de las claras amenazas que recibió la corporación presuntamente por el crimen organizado, cuando le “obsequiaron” coronas fúnebres, con distintos destinatarios de los cuerpos policiacos de los tres niveles de Gobierno.
El segundo punto y más próximo, fue el paro de labores momentáneo que hicieron una docena de elementos de la Policía Preventiva del Estado (PPE), la mañana del viernes 18 de mayo, en demanda de aumento salarial, mejores armas y chalecos antibalas.
Fue en la misma comandancia de la PPE donde se dio a conocer que el aumento de sueldo sería del 24 por ciento, retroactivo al mes de enero y que ya estaba autorizado para entrar en vigor el mes de junio.
La noticia “calentó la cabeza” de más de un agente de la Policía Preventiva municipal, que vieron el aumento de sus compañeros estatales como una respuesta lograda mediante una ligera presión, ignorando
que el alto porcentaje se debía a que en el sexenio pasado, los estatales no recibieron ningún aumento
de sueldo.
Con los dos ingredientes, los hechos violentos y el aumento autorizado a los estatales, la mañana del lunes, luego de cumplir con los honores a la Bandera en la explanada de la Dirección de Seguridad Pública
Municipal (DSPM) los policías paristas entraron en acción.
Un factor técnico facilitó el paro, luego que desde el 11 de mayo cuando fueron enviados algunos arreglos florales al edificio de Seguridad Pública, se incrementó el nivel de vigilancia y fueron asignados patrulleros
a las entradas de los estacionamientos de visitantes y de patrullas, así como francotiradores en la azotea del inmueble.
Desde esa fecha, una patrulla bloqueaba un carril para la entrada de las visitas y la otra para la entrada de las patrullas. Fue en el cambio de turno del lunes 21 de mayo, cuando se formó la hilera de patrullas que terminan su turno y entraban al estacionamiento; coincidiendo con las patrullas que se disponían
a salir a la calle, pero que tenían que esperar su turno, ya que les interrumpía la circulación la patrulla estacionada en batería, para restringir el paso a vehículos ajenos al lugar.
Al darse cuenta que se había “ahorcado” la entrada y salida de patrullas, los paristas empezaron a pedirle las llaves de las patrullas a sus compañeros, muy pocos convencidos y la mayoría renuente al principio e incluso algunos tuvieron que ser prácticamente bajados de sus vehículos.
“Vamos a pedir aumento de sueldo”, “Tenemos que estar unidos”, “A los estatales ya les aumentaron, seguimos nosotros”, gritaban los iniciadores del movimiento a sus compañeros para que los respaldaran y
llegó un momento en el que poco más de 50 patrullas quedaron varadas afuera del edificio de Seguridad Pública.
Apenas inició la huelga y vinieron los enlaces en vivo en los noticieros matutinos de la localidad, las noticias del paro de policías y sus demandas se hicieron publicas. “Yo creí que nos iban a resolver luego luego”, dice un agente que prefirió reservar su nombre.
Unidos, los policías sintieron confianza y más relajados participaban del paro, lanzando consignas contra sus superiores y quejándose de malos tratos y constantes amenazas.
INCONFORMES ARMADOS
La singular manifestación de policías que abandonaron su trabajo llamó mucho la atención, pero más aún por un pequeño detalle que durante las primeras horas parecía que era pasado por alto.
La diferencia entre un paro de choferes de ruta o de trabajadores del sistema operador de agua era simple y delicada: Los paristas portaban armas.
Y así se veía que los reclamos y consignas eran secundadas por los agentes que, los menos, se inconformaban con su pistola en la cintura, pero los más osados, se paseaban entre la gente con sus armas de cargo, que podían ser un rifle de asalto R-15 o una escopeta que normalmente tenía el cañón abajo.
Con unas herramientas de trabajo así, era muy difícil pensar en que el movimiento fuera dispersado por medio de la fuerza pública. El poco o mucho criterio de los huelguistas armados no iba a ser puesto a
prueba, y qué bueno que así fue.
Casi siete horas después de iniciado el paro de labores, se resolvió la delicada situación de los huelguistas armados. Su abogado, José Javier Rodríguez, alzó la voz para informarles que estaría a cargo de su representación legal para darles personalidad jurídica y el primer punto que exigió fue precisamente la devolución de las armas, con el argumento de evitar una denuncia en contra por robo, pero la realidad era desarmar a los manifestantes y evitar trágicas consecuencias.
Para cuando el abogado sehizo presente, la inicial demanda de aumento salarial ya estaba acompañada por la petición de armas, parque, chalecos, nuevos horarios, facilidades de crédito, uniformes. La espontaneidad de las peticiones era tal que oculto en la multitud, un policía quería elevar al rango de
petición formal, “que le cambiaran a su vieja”.
El paro de labores que se proyectó para unas horas se alargó sin que los policías estuvieran preparados. Al principio era recurrente la demanda de que el alcalde José Ángel Pérez estuviera presente, pero el edil nunca se presentó. “El primer día (de su gestión municipal) aquí estuvo, dándole la mano a todos, y ahora, ni se aparece”, señalaba un uniformado.
Al mediodía dos policías que iniciaron el paro buscaban acercarse con los representantes de los distintos medios de comunicación y en voz alta aseguraban que había una “ola de robos” en tiendas de conveniencia, “porque los ‘malandros’ ya sabían que no había policías”.
AUMENTA LA PRESIÓN
Molestos por no obtener respuestas favorables ni la atención esperada por los representantes del Ayuntamiento, a las 12:30 horas del lunes 21 de mayo, cerca de 60 policías dejaron el plantón y entraron al edificio de Seguridad Pública para sacar al personal administrativo y poner llaves y esposas en las puertas, impidiendo el acceso al inmueble.
Media hora después, Alfredo Castellanos Castro, director de Seguridad Pública, intentó ingresar al edificio por el estacionamiento de las patrullas pero una decena de agentes le impidió el paso. Tuvieron que presentarse Rodolfo Walss Aurioles, secretario del Ayuntamiento y Ricardo Muñiz, asesor del alcalde, para suplicar que dejaran entrar al jefe policiaco, ya que estaban por terminar de revisar las peticiones.
A las 13:30 horas inició la reunión en la sala de juntas donde estaban algunos mandos medios, y los funcionarios municipales.
Cerca de 20 policías manifestantes entraron al recinto y a los tres minutos la mitad se salió porque dijeron no iban a tolerar los gritos y amenazas de Rodolfo Walss, quien dio instrucciones para no permitir la
entrada al lugar de los representantes de distintos medios de comunicación.
En la antesala de la oficina del director, que colinda con la sala de juntas, se mantuvieron cerca de 30 policías que estaban atentos al mudo desarrollo de las pláticas y en ocasiones golpeaban la puerta de cristal para llamar la atención de sus compañeros y conocer sobre los avances.
A las 14:30 horas, los policías representantes de la manifestación abandonan la sala de juntas, al conocer que no se iba atender la petición del aumento de sueldo, ya que los funcionarios municipales les seguraban que ya les habían incrementado el 20 por ciento desde que inició la presente
Administración Municipal.
Castellanos Castro mostró documentos donde se acredita que los policías están asegurados por 150 mil pesos por muerte natural y 300 mil pesos derivada de su trabajo y dijo que se analizó en un pizarrón un posible nuevo rol de trabajo en jornada de 12 por 24 horas.
También mostró el jefe policiaco que ya se habían pedido uniformes, armas, tiros, chalecos y demás equipo que no reveló en cantidades argumentando motivos de seguridad.
Castellanos Castro constantemente “apelaba a la vocación de los policías y les hacía un llamado para que se fueran a trabajar a la calle, en beneficio de la ciudadanía”, pero su petición no era atendida.
No había acuerdo y el hambre obligó a la “cooperacha” de los policías que juntaron los suficiente para hacer una discada y comprar tortillas. El sol ya no daba oportunidad de “sombritas” y algunos agentes decidieron recostarse bajo sus patrullas.
Fue hasta las 18:00 horas cuando se presentó en el exterior del edificio el abogado Javier Rodríguez, presentando el documento con las peticiones de los policías por escrito, con el fin de darles personalidad jurídica a los demandantes.
La postura del Ayuntamiento no fue clara para atender el documento y antes de la salida del personal administrativo a las 19 y 20 horas, los policías procedieron a privar de su libertad de tránsito a sus compañeros y compañeras, que no podían abandonar el edificio y en sus casas reportaban que estaban
“secuestrados”.
El bloqueo de labores alcanzó su nivel máximo cuando los paristas impidieron el acceso a las telefonistas que iban a cubrir el turno nocturno del servicio de emergencias del 066 y se tuvieron que canalizar las llamadas al edificio del Centro de Control, Comunicaciones, Cómputo y Comando (C4), para no dejar de
atender a la ciudadanía.
APOYO INSTITUCIONAL
Cuando se cumplieron 24 horas del paro de labores, de estar la ciudad en “un día sin policías”, se empezaron a revelar las gestiones de apoyo que hizo el Ayuntamiento con otras autoridades para garantizar la vigilancia.
La mañana del martes 22 de mayo se anunció que recorrerían las calles de la ciudad patrullas de la PPE y de la Policía Ministerial, así como de algunos municipios cercanos.
En el exterior del edificio se observaba que el número de paristas había disminuido considerablemente y sólo un centenar seguía en pie, la mayoría sin uniforme o sólo portando su pantalón oficial.
Sin detallar cantidades, Alfredo Castellanos aseguraba que la ciudad no estaba sin vigilancia y que “había gente trabajando en las calles”. El jefe policiaco nunca dio un número aproximado pero en las bitácoras de control vehicular, se pudo constatar que sólo entre 20 y 40 patrullas podrían estar fuera del edificio, incluyendo las que estarían en reparación, dejando así sólo un 20 por ciento de vehículos oficiales para cubrir todo Torreón.
Cuando se anunció que se integrarían a los patrullajes vehículos de otros municipios, algunos policías se manifestaron preocupados, toda vez que interpretaron la acción como una postura clara del Ayuntamiento
de no sentarse a negociar e ignorar sus demandas.
Fue entonces cuando una rueda de prensa anunciada para las 13:00 horas del martes, donde los paristas “darían a conocer los detalles de las redes de corrupción en Seguridad Pública”, fue sustituida por la mesa
de negociación entre Ayuntamiento y representantes de los huelguistas.
Luego de cuatro horas y media de negociación, la comitiva de policías encabezada por su representante legal, salió del edificio para dar a conocer a los compañeros los acuerdos de la minuta que estaba por firmarse si la mayoría daba el visto bueno.
El aumento de 350 pesos quincenales directos al salario fue el mayor logro, que algunos de los policías no entendieron y decían que al final sólo les iban a incrementar 200 pesos.
Fueron los mismos representantes paristas, quienes se encargaron de despejar las dudas, casi de uno por uno. La eliminación de la jornada laboral de 12 horas de trabajo por 12 horas de descanso, con la respectiva compensación de 500 pesos mensuales, también generó dudas, pero el argumento de estar más tiempo con la familia “y no trabajar como bestias” como repetía uno de los policías, fue avalado por la gran mayoría.
Seguridad jurídica, armamento, chalecos para cada agente, créditos en el Fondo de Pensiones del Municipio y uniformes, se sumaron al pliego que finalmente firmaron los policías inconformes y el Ayuntamiento, poniendo fin al paro de casi 36 horas, que nunca se había registrado en la historia de Torreón.