La mitad de las víctimas del 11-M aún siente miedo e inseguridad y no ha podido recuperar su vida
previa al atentado, mientras que dos de cada diez afectados aún no han vuelto a viajar en tren.
EL PAÍS
Madrid, ESPAÑA.- Las diez bombas que estallaron en cuatro trenes de Madrid rompieron para siempre la vida de dos mil familias, las de los 191 asesinados y los mil 824 heridos en el amanecer del 11 de marzo de 2004. Casi tres años después, la mitad de las víctimas aun presenta ansiedad, depresión, miedo e inseguridad, que les ha impedido recuperar su vida social previa al atentado.
Dos de cada diez aún no se han visto con fuerzas para viajar en un tren, según un estudio llamado Las víctimas, 36 meses después, elaborado por dos sicólogas y dos trabajadoras sociales para la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M. Es el último conocido.
El estudio fue elaborado con 300 víctimas del atentado, de las que el casi el 60 por ciento era de afectados directos y el resto, familiares. El informe explica que el 28 por ciento de los afectados aún no ha conseguido su reconocimiento como víctima del terrorismo y la mayoría de ellas ha tenido que pasar hasta dos veces por un tribunal médico para que se hiciera una valoración de sus heridas.
Ésta y otras situaciones han dificultado la adecuada reinserción de la víctima y de su familia, hasta el punto que ?la mitad de las familias dicen no haber recuperado todavía su vida posterior al atentado?. El 23 por ciento de los afectados directos, además, no ha podido volver a trabajar y la mitad de ellas se encuentra ahora en el paro, jubilada o los menos, cobrando una pensión de invalidez.
Casi tres años después de sufrir el atentado, el 59.3 por ciento de las víctimas sigue con problemas auditivos (muchos se quedaron completamente sordos como consecuencia de los estallidos) y el 50.4 por ciento sigue padeciendo las secuelas sicológicas de aquella tragedia. Durante la presentación del estudio, la sicóloga Syra Balanzat explicó que la proximidad del juicio, así como el atentado que ETA perpetró el 30 de diciembre en el aeropuerto de Barajas, han generado ?estrés postraumático? en las víctimas e incluso presentan ?nuevas síntomas?.
El juicio ha supuesto una ?victimización secundaria? de los afectados, por las dificultades para afrontar el sistema jurídico penal, lo que se traduce en ?reactualización del trauma, sentimientos de indefensión y desamparo?. Además, la constante presencia de las imágenes de los atentados en los medios de comunicación, o incluso la emisión de imágenes de nuevos atentados, provoca las mismas sensaciones en las víctimas del 11-M.
Los sicólogos de la Comunidad de Madrid advirtieron ayer que, ?en el momento de afrontar un juicio como es el del 11-M? muchas víctimas ?puedan dar marcha atrás y revivir aquellos momentos que fueron muy especialmente traumáticos para ellas y en general, para todos?. En el edificio de la Casa de Campo en la que se celebrará el juicio a partir de hoy habrá ?varios sicólogos, asistentes sociales y personal sanitario atentos ante cualquier necesidad de ayuda sicológica o médica?.
El estudio de la asociación que preside Ángeles Domínguez y patrocina la Comunidad de Madrid asegura que el 50.4 por ciento de los afectados aún presenta ?síntomas como ansiedad, depresión y una sensación constante de miedo e inseguridad e incluso ?desconfianza hacia los demás y ante ellos mismos?. Una cuarta parte sigue en tratamiento sicológico.
El 16 por ciento de las víctimas directas ?sigue sin poder utilizar el metro?, pero los que sí han podido volver a subirse ?manifiestan síntomas de ansiedad durante el trayecto o necesitan ir acompañadas de otras personas?. El porcentaje de quienes mantienen fobia a los trenes es algo más alto entre los familiares de fallecidos o heridos en los atentados, es decir, un 17.3 por ciento.
Dentro del monumento del 11-M
Hay una habitación azul en Atocha que conduce hasta el cielo. Se entra atravesando una mampara de cristal. El límite con otro mundo. Un mundo azul cobalto, un lugar con tintes oníricos, un rincón de cristal que hace temblar el espacio. Y está justo donde estaba antes la sucursal de un banco, justo a la izquierda de los tornos del metro. Cruzar ese límite es como meterse de pronto en una película de David Lynch, implica estar dispuesto a experimentar algo. Porque tras esa mampara hay un pasillo algo sinuoso, también azul cobalto, también acristalado. A cada paso, se hace el vacío. Silencio. Y, al fondo del pasillo: la habitación azul, encapsulada y presurizada. Y allí, la luz: un enorme foco de luz que se proyecta sobre el suelo y que, como si fuera un imán, atrae a cualquiera que se acerque: ¿de dónde viene esa luz?
Si hay algún misterio sin descubrir en Madrid es el monumento a las víctimas del 11-M, tapado y protegido con un cubo de lona negra al principio y por una enorme tela blanca actualmente. Todo el mundo espera a que sea descubierto hoy domingo en el acto que contará con la presencia del Rey y del presidente del Gobierno. Sin embargo, cuando se descubra el monumento, nadie que esté allí lo verá realmente. Porque desde donde se ve es desde abajo, a dos metros bajo tierra, desde la habitación azul. Porque el monumento es una especie de viaje, con la particularidad de que ese viaje conduce al cielo.
Sólo cuando uno ha cruzado la mampara, atravesado el pasillo, entrado en la habitación azul... sólo cuando uno se pone debajo de ese foco de luz y mira hacia arriba lo entiende todo. Entonces se siente atrapado por el haz de luz, envuelto en una membrana de centenares de mensajes que rondan su cabeza. Los mismos que dejaron escritos los madrileños aquel fatídico 11 de marzo de 2004 y los días posteriores, en el mayor gesto de espontaneidad y de compasión que se recuerda en la ciudad, consternada por las 191 víctimas del brutal atentado. En español, en árabe, en rumano... los 24 albañiles de distintas nacionalidades que han puesto pieza sobre pieza de vidrio macizo, iban descubriendo con emoción el significado de esos mensajes que se alzan en espiral, hasta el cielo.
Así que la vista desde la superficie, esa especie de cúpula de vidrio cilíndrica, sólo es parte del envoltorio de ese viaje. Eso sí, un envoltorio original, que ha supuesto un desafío a la arquitectura en España. Porque por primera vez se ha edificado con piezas de vidrio macizo, como si fuesen ladrillos de cristal de un espesor de 15 centímetros y de ocho kilos cada uno y con la forma de los comecocos de los videojuegos, como las idearon sus creadores.
?Se trataba de crear una pieza que nos dejara jugar con la luz y darle la forma geométrica que quisiéramos a la obra. Que nos permitiera hacer giros y no tener que cambiar de material ni utilizar otros para sostenerla?, comenta Miguel Jaenike, uno de los cinco arquitectos autores de esta increíble obra. (El País)