“Nada es más peligroso que la victoria”.
Yuri Lotman
El PRI y sus aliados barrieron en la elección intermedia de Veracruz de este domingo. Atrás quedó ese estado en el que, en 2004, el PAN y el PRD (este último en alianza con Convergencia) le ofrecieron una fuerte batalla a la ola roja de Fidel Herrera. Se desvaneció también la entidad en que, en 2006, la Coalición por el Bien de Todos de Andrés Manuel López Obrador obtuvo un triunfo en la votación presidencial. Este 2 de septiembre, Veracruz simplemente se tiñó de rojo.
Según el programa de resultados preliminares, la alianza Fidelidad por Veracruz (que incluye al PRI, al Partido Verde y a Alternativa) ganó este 2 de septiembre 28 de los 30 distritos electorales del estado. En dos alianzas distintas, el PRI también ganaba ayer a las dos de la tarde 155 municipios, dejando al PAN 31, al PRD 15, al Partido Revolucionario Veracruzano cuatro, a Convergencia cuatro, al PT dos y a Alternativa uno. Entre los municipios importantes, el PAN sólo se quedó con Alvarado y Boca del Río (donde triunfó el joven Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo de Miguel Ángel Yunes Linares, director del ISSSTE). El PRI se llevó todos los demás; desde Córdoba hasta el puerto de Veracruz, desde Poza Rica hasta Coatzacoalcos, desde Tuxpan hasta Minatitlán, desde Papantla hasta Jalapa.
En 2004 las cosas fueron muy distintas. Junto con el Partido Verde, en una alianza que también se llamó Fidelidad por Veracruz, el PRI obtuvo apenas 13 de los 30 distritos legislativos. El PAN ganó entonces 14 distritos y el PRD, aliado con Convergencia y el PT, tres. En esos mismos comicios de 2004, el PAN consiguió 88 municipios, Fidelidad por Veracruz 71 y el PRD (con el PT y Convergencia) 43. En aquella votación, el Partido Revolucionario Veracruzano se quedó con 10 alcaldías.
La “ola roja” de 2004 fue apenas un riachuelo, pero en 2007 se convirtió en marejada o, más aún, en tsunami. El PRI y sus aliados obtuvieron lo más cercano a un “carro completo” que puede dar el actual sistema electoral de nuestro país. El PRD y Convergencia son, por supuesto, grandes perdedores en la contienda de 2007, especialmente después del triunfo de López Obrador en 2006; pero la mayor derrota, sin duda, la sufrió el PAN.
Si bien el gobernador Fidel Herrera, ha sido muy cuestionado por el PAN y el PRD, la victoria que ha obtenido es en verdad contundente. Son muchas las acusaciones que una y otra parte se hicieron durante la campaña, pero el resultado parece ir más allá de cualquier intento de descalificación. La balanza política en Veracruz ha cambiado de manera dramática. El estado vuelve a ser priista.
Todavía ayer el gobernador Herrera protestaba porque el Gobierno no había cumplido con la promesa hecha por el presidente Felipe Calderón de bloquear la difusión del mensaje a la nación de este 2 de septiembre. El mensaje del presidente se difundió, pero eso no cambió el sentido del voto. En nada podía ayudar al PAN un discurso. Si algo demuestra la votación de este domingo es que la “intervención” de un gobernante no puede cambiar el rumbo de una elección. A los políticos les cuesta trabajo entenderlo, pero los electores no son simples borregos que inclinen su voto por un discurso o una declaración de un político.
¿Qué pasó con el PAN? Es difícil saberlo, pero la falta de un personaje, como Gerardo Buganza, que concentrara su lucha electoral hizo mucho daño. El PRD se desplomó, quizá en parte como consecuencia de la caída de popularidad que ha tenido el partido en todo el país por las tácticas de confrontación de Andrés Manuel López Obrador y sus incondicionales, pero también porque no mantuvo la alianza con Convergencia, el partido de Dante Delgado. Convergencia desapareció, a su vez, porque no es nada sin la alianza con el PRD y el PT. Por otra parte, algo bueno debe haber hecho el gobernador Herrera a ojos del electorado.
Se ha hecho común que los partidos y los políticos se nieguen a reconocer sus derrotas. En esta ocasión ocurrirá lo mismo. El PAN y el PRD reclaman ya un fraude electoral y se quejan de la intervención indebida del gobernador. Los priistas responderán que el triunfo de Yunes Márquez en Boca del Río fue producto de las acciones de su padre. Las quejas irán a parar a los tribunales y al final la elección quedará como está. La ventaja del PRI es demasiado grande para que la modifiquen los magistrados.
Más que buscar la explicación en las quejas de los derrotados, hay que entender al elector veracruzano, el cual nos está diciendo que es suficientemente maduro -o volátil- como para dividir su voto en tres en 2004, apoyar al PRD en 2006 y dar en 2007 un apoyo contundente al PRI.
PALAVICINI
Es difícil creer que la interrupción de la transmisión de televisión de Cepropie, cuando Ruth Zavaleta explicaba las razones por las que ella y la bancada perredista abandonarían el pleno del Palacio Legislativo este primero de septiembre, haya sido realmente un error de producción. La destitución-renuncia de René Palavicini, director de Cepropie, el Centro de Producción de Programas Informativos, es la manera en que el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, busca dar sustento a esta versión. El propio Palavicini, sin embargo, se ha negado hasta ahora a salir en público a explicar su versión de los hechos.
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