Tuberculosis sigue latente
Cada año, cerca de ocho millones de nuevos casos se presentan en el mundo y casi dos millones de personas fallecen por esta
MÉXICO, DF.- Informes recientes de la Organización Mundial de la Salud indican que en varios puntos del planeta, sobre todo en los países de África subsahariana y Asia, se presentan con mucha frecuencia casos de tuberculosis, una enfermedad que se creía erradicada.
“En nuestro país se dan 17 casos de tuberculosis por cada 100 mil habitantes, y en los países del primer mundo se le considera una enfermedad reemergente debido, entre otras cosas, a que personas de edad avanzada la desarrollan con asiduidad”, dice el doctor Rogelio Hernández Pando, académico e investigador de la Facultad de Medicina y jefe del Departamento de Patología Experimental del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Hay dos factores potenciales de contagio: la emigración de personas de países pobres a Europa o Estados Unidos, y la presencia de bacterias de tuberculosis resistentes a los medicamentos.
A este panorama se debe agregar la denominada tuberculosis latente, en la cual el sujeto se infecta, tiene la bacteria viva en su organismo, pero aún no expresa clínicamente la enfermedad. Se sabe que cuando menos 30 por ciento de la humanidad (cerca de mil 700 millones de personas) está en esa situación.
Por si fuera poco, en un tratamiento “normal” es necesario administrar diariamente tres antibióticos diferentes por un periodo no menor de seis meses. No resulta raro que muchos pacientes lo abandonen, con lo cual la enfermedad se vuelve recidiva (no desaparece y puede presentarse de nuevo) y resistente a los fármacos (esto obliga a recetar antibióticos de segunda línea, más caros y difíciles de obtener, en caso de que aparezca de nuevo).
INMUNIDAD
Hernández Pando y sus colaboradores (alumnos de posgrado) de la Facultad de Medicina estudian los mecanismos inmunológicos relacionados con el proceso de protección de la tuberculosis.
“Investigamos este proceso en modelos experimentales. Tratamos de reproducir, hasta donde es posible, la enfermedad humana en animales de laboratorio, con el fin de obtener información de la respuesta inmunológica protectora y de aquella que permite la progresión del mal. Recientemente empezamos a probar sistemas de inmunoterapia, los cuales favorecen la actividad del sistema inmunoprotector para que, junto con los medicamentos, éste pueda eliminar a la bacteria en el menor tiempo posible”, apunta el experto.
Hasta ahora se han utilizado estrategias que tienden a incrementar la inmunidad protectora protagonizada por células sanguíneas conocidas como linfocitos T y por macrófagos (los linfocitos T producen hormonas que activan a los macrófagos, cuya actividad consiste, literalmente, en tragarse a la bacteria y destruirla).
“Es un binomio determinante para que el cuerpo humano se proteja de la tuberculosis -señala Hernández Pando-. Entre personas que se infectan por primera vez se ha visto que 90 por ciento no desarrollan la enfermedad.
Esto indica claramente que aquél es un sistema altamente eficaz que puede contener y destruir a la bacteria.”
Desde el punto de vista terapéutico, uno de los logros de los investigadores universitarios es haber determinado que la eficiencia de los linfocitos T aumenta con la administración de la hormona dehidroepiandrosterona, producida por la corteza suprarrenal, la cual induce a su vez la producción de interferón gamma, una molécula que estimula a los macrófagos, destructores de la bacteria.
“Si se utiliza dicha hormona en combinación con los antibióticos, el periodo del tratamiento de la enfermedad podría acortarse”, comenta Hernández Pando.
Los investigadores trabajan, asimismo, con un grupo de especialistas en farmacia de la Universidad de Salamanca y con médicos del IMSS de Monterrey, dirigidos por el doctor Salvador Said, en la modificación de la estructura química de ciertos antibióticos primarios, para que puedan penetrar con más contundencia la compleja pared de la bacteria de la tuberculosis y llegar a su núcleo.
“De hecho -informa Hernández Pando- dos de esos antibióticos ya se encuentran en proceso de ser patentados.”
LATENTE
Una tarea impostergable es obtener una vacuna que refuerce el sistema inmune para evitar que una infección latente de tuberculosis se convierta en activa.
Un individuo infectado puede vivir sin presentar ningún síntoma y morir por otra causa, o bien desarrollar otra enfermedad o trastorno -como SIDA, cáncer y diabetes, o desnutrición y estrés excesivo- que genere cierto nivel de inmunosupresión y, en consecuencia, reactive la infección latente.
Los investigadores universitarios han analizado la respuesta inmune de animales de laboratorio con infección latente y encontraron una respuesta alta a la producción de interferón gamma y de la hormona conocida como factor de necrosis tumoral (ésta es producida por los macrófagos).
Tras años de estudio identificaron algunas moléculas que se expresan durante la infección latente, para usarlas como refuerzo del sistema inmune y así impedir que aquélla se convierta en activa.
“Con la doctora Clara Espitia Pinzón, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, encontramos un gen especial que pertenece a una familia conocida como PGR y que se expresa en la superficie de la bacteria de la tuberculosis.
Cuando se obtienen linfocitos provenientes de animales con infección latente y se confrontan con la molécula pura, se produce una alta concentración de interferón gamma, lo cual indica que tales células son un fuerte inductor de la actividad inmunológica.
Al inyectarlas en los animales de laboratorio con infección latente, no reactivan la enfermedad. Por ello concluimos que ésa podría ser una manera muy útil de evitar que la infección latente se vuelva activa.
Esta vertiente de investigación nos tiene muy ocupados”, finaliza el investigador.
OTROS CAMINOS
Los investigadores universitarios, en colaboración con un grupo de la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, han trabajado con moléculas de linfocitos, ya que éstas estimulan la inmunidad celular.
La terapia génica ha arrojado también resultados optimistas. Dulce Mata, del equipo de especialistas, aisló el gen que codifica el interferón gamma y lo introdujo en el ADN de un adenovirus del resfriado común. Luego instiló el adenovirus purificado en animales de laboratorio tuberculosos y éstos empezaron a producir grandes cantidades de interferón gamma y a mejorar (en muchos casos sanaron).
Por otro lado, la doctora Adelina Jiménez, del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI, recurrió al conocimiento indígena en materia de herbolaria y obtuvo un par de moléculas que reportaron una extraordinaria eficacia para destruir la bacteria de la tuberculosis; más aún: se concluyó que estimulan también el sistema inmune.
LA MÁS UTILIZADA
La vacuna que más se ha utilizado en la lucha contra la tuberculosis es la BCG (Bacilo Calmette-Guérin, por el doctor Albert Calmette y el veterinario Jean Marie Camille Guérin, del Instituto Pasteur de Francia, quienes lo aislaron hacia 1928).
Este bacilo es una micobacteria proveniente de Mycobacterium bovis, la cual afecta al ganado vacuno.
Ambos investigadores subcultivaron la micobacteria alrededor de 40 veces, lo que dio como resultado que perdiera poder para causar la enfermedad, al tiempo que mantenía su capacidad de estimular el sistema inmune.
La vacuna BCG se ha usado en todo el orbe. En algunas regiones ha funcionado muy bien, pero en otras no, como el sur de la India.
Todo indica que algunos factores, como las condiciones genéticas de la población y la manipulación de la bacteria en laboratorio, han incidido en esta disminución de su efectividad. De ahí que distintos grupos de investigación se empeñen en aportar nuevos conocimiento para resolver esta situación.
Nuevas vacunas
La doctora Yolanda López Vidal, de la Facultad de Medicina, obtuvo una vacuna BCG recombinante que es más eficaz que la BCG normal.
■ Otra estrategia para producir mejores vacunas ha sido mutar un gen de la bacteria, llamado mce. Este proceso se llevó a cabo en colaboración con la doctora Brigitte Gicquel, del Instituto Pasteur, y del doctor Ángel Cataldi, del Instituto de Biotecnología de Argentina.
■ “Los mutantes obtenidos redujeron drásticamente la capacidad patógena de la bacteria, pero mantienen su alto grado de inducción de la respuesta inmune”, asegura Hernández Pando.
■ Otra vacuna proveniente de una mutación, conocida como phoP, fue generada por el grupo francés de la doctora Gicquel y por el doctor Carlos Martín, de la Universidad de Zaragoza, España.
■ “Aquí hemos demostrado que es tan eficaz como la misma BCG, pero menos riesgosa. Al experimentar con ratones scid, que carecen de respuesta inmunológica y son susceptibles de morir por cualquier infección, hemos hallado que luego de inocularlos con la mutante phoP sobreviven más tiempo que aquellos inoculados únicamente con BCG. Lo importante de este hallazgo es que la phoP puede proteger, sobre todo, a personas nacidas con VIH-SIDA”.
■ El problema con estos pacientes es que si se les vacuna con la BCG, una bacteria viva, pueden desarrollar tuberculosis porque su sistema inmune no responde; pero si se les vacuna con una bacteria más atenuada es factible que se pueda favorecer cierta protección sin que corran riesgos.
FUENTE: El Universal