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Turbulencia y volatilidad

Salvador Kalifa

El segundo semestre de 2007 se ha caracterizado, entre otras cosas, por una fuerte volatilidad en los mercados financieros. Esto contrasta con lo que sucedió durante la primera mitad del año, cuando los inversionistas celebraron, llenos de euforia, el rompimiento casi diario de récord tras récord de los indicadores bursátiles.

Quizá algunos ya lo olvidaron en medio de los sobresaltos financieros recientes, pero el nivel de 32,411.84 puntos que alcanzó el 6 de julio pasado el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) se rebasó, después de una importante caída en Agosto, el 18 de octubre, cuando registró un nuevo máximo histórico de 32,836.12 puntos.

Lo mismo sucedió con el Dow Jones, que el 19 de Julio alcanzó los 14,000.41 puntos para rebasarlos después del sobresalto del verano y registrar un nuevo récord de 14,164.53 puntos el 9 de octubre.

El Nasdaq, mercado donde cotizan principalmente las acciones tecnológicas, mostró un desempeño similar, alcanzando los 2,720.04 puntos el 19 de Julio y llegando a un nuevo máximo apenas hace un par de semanas, el 31 de octubre, cuando se ubicó en 2,859.12 puntos.

La turbulencia financiera durante la primera quincena de noviembre ha ocasionado daños que, hasta ahora, no son muy significativos, por lo menos en los índices generales.

Estos, si bien están por debajo de sus máximos en el año, en algunos casos otra vez hasta en más del 10 por ciento, todavía registran un avance en relación con el nivel en que cerraron en 2006.

Ello, sin embargo, no es mucho consuelo para los inversionistas mexicanos, principalmente aquellos que recién entraron al mercado bursátil y no han logrado rendimientos atractivos, o lo que es peor, han visto una caída en su patrimonio al invertir en acciones que no se han movido en las mismas magnitudes que los índices generales.

Por ejemplo, América Móvil, que pesa considerablemente en el IPC, registra un incremento cercano al 40 por ciento en lo que va del año, pero Cemex, Femsa y Wal-Mart muestran una disminución entre 15 y 20 por ciento respecto al cierre de 2006.

En este contexto, los inversionistas se preguntan, y con razón, qué se puede esperar de los mercados en las semanas y meses siguientes. ¿Será esta caída transitoria? ¿Habrá pronto otro repunte que lleve los indicadores bursátiles a nuevos máximos?

Quisiera tener una respuesta definitiva a esas y otras preguntas, pero lo único cierto es que el futuro no es conocible. Hay, eso sí, elementos de juicio que sirven para normar el criterio con el que se habla de las perspectivas más probables, y lo lamentable del caso es que en estos momentos esos elementos no son muy favorables.

No cabe duda que la euforia de la primera mitad del año y el repunte durante el mes de octubre, han sido substituidos por un pesimismo creciente, que se refleja en una mayor volatilidad de los indicadores bursátiles y abre la puerta a la posibilidad de que, si se profundiza más la crisis inmobiliaria estadounidense, se presente un descalabro adicional en los mercados.

Hoy vemos que fue una tontería suponer que el alza extraordinaria de precios en los mercados inmobiliarios en varios países del mundo, incluyendo Estados Unidos, no era una burbuja, o que si lo era, no tendría repercusiones de consideración sobre los mercados financieros.

En dicho contexto, el panorama bursátil para México no se ve muy halagüeño. Por un lado, no olvidemos que las perspectivas de la BMV están íntimamente vinculadas a la suerte que corran los mercados financieros estadounidenses, que ahora atraviesan una contracción importante.

Un repunte aquí dependerá, para todo fin práctico, de un repunte allá, lo que por ahora se antoja bastante difícil, en particular por que todavía no se acaban las malas noticias relacionadas con su crisis inmobiliaria.

Por otro lado, mucho del auge reciente de la BMV no se debió al atractivo específico de nuestro país, sino al exceso de liquidez global que propició un alza generalizada de las bolsas alrededor del mundo.

Las condiciones no son ahora tan bonancibles. La turbulencia bursátil y un crecimiento bajo en EU, así como la posibilidad de una recesión allá tendrán una repercusión negativa sobre nuestro desempeño económico.

En dicho contexto, es muy probable que los inversionistas se decepcionen cuando vean que un desempeño mediocre de nuestro país, este y el próximo año, se traduce en pobres resultados de las empresas. Ello, a su vez, pudiera propiciar una caída adicional de los precios de las acciones en nuestro país.

En síntesis, la mayoría de los elementos de juicio disponibles a la fecha no son muy favorables para las perspectivas del mercado bursátil en México. Por una parte, no parece que la turbulencia actual vaya a ser pasajera. Considero que la volatilidad pudiera ser la norma de los mercados en lo que resta de este año y gran parte del próximo.

Ello se debe a que faltan varios meses para conocer el alcance de la crisis inmobiliaria en EU, ya que no será sino hasta la segunda parte de 2008 cuando terminen las condiciones preferentes de los créditos hipotecarios otorgados sin enganche y con tasa de interés “gancho” durante el año pasado.

Por otra parte, parece difícil que dentro de esta mayor volatilidad podamos alcanzar nuevos máximos históricos en los indicadores bursátiles en los próximos meses, y todavía es temprano para llegar a una conclusión definitiva en cuanto al tiempo que tomará hacerlo.

En consecuencia, los inversionistas necesitarán mucha paciencia y un buen estómago para sortear la turbulencia y volatilidad que quizá caractericen a los mercados en los meses siguientes.

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