Qué lástima por lo que acaba de ocurrir esta semana en Saltillo. El día de fiesta para el gobernador Humberto Moreira, se convirtió en una disputa ilógica entre las fuerzas políticas del Estado. No se puede explicar que el propio gobernador haya decidido arruinar su mejor ocasión de lucir para convertirla en un lamentable circo público.
Los panistas locales, contraparte de la disputa, se comportaron como se esperaba, de la manera más pobre posible. Al momento en que el gobernador arribaba al Congreso a presentar su Informe, los diputados de Acción Nacional decidieron salir del recinto legislativo para regresar a mostrar pancartas negativas al desempeño público de Moreira Valdés.
Lo peor de todo es que el profesor se enganchó en la provocación y lanzó acusaciones fuertes contra los diputados rijosos; lo grave del asunto y la responsabilidad que recae en los hombros del propio Moreira es ahora probar su dicho.
No resulta claro el motivo por el cual el gobernador enfocó sus baterías -además de la clase política local- a los senadores Guillermo Anaya y Ernesto Saro, ya que ellos están muy cómodos cobrando sus sustanciosas dietas en la Ciudad de México y levantando el dedo cuando su partido así se lo indica en las negociaciones que allá se hacen, mientras en sus estados “nadan de muertito”, a la vez que desde ahora ya hacen trabajo político para alcanzar la candidatura para gobernador en las elecciones que correrán hasta el año 2012.
Quizá Ernesto Saro deba algunas facturas políticas al Gobierno de Coahuila, ya que cuando ocurrió hace algunos meses una tromba en el municipio que él gobernó, Ramos Arizpe, Saro recriminó en la prensa la manera en que asistió el Gobierno del Estado a los damnificados de ese lugar, por no haberse coordinado con el régimen municipal, en poder del panismo; tal vez ésa se la haya guardado el cada vez más intolerante gobernador.
El caso de Anaya es distinto, ya que el profesor Moreira sugirió en una conferencia de prensa tomar como verdad el presunto vínculo familiar entre el ex alcalde de Torreón y una familia de narcotraficantes, que publicó la revista Proceso.
El amague de revelar proposiciones ominosas hechas por parte de la fracción panista al Ejecutivo Estatal es aún más incompresible, ya que Moreira tiene la obligación legal de denunciarlas en caso que el contenido de las mismas sea delictivo o contrario a Derecho, al momento y no utilizarlas para tranzar en caso conveniente.
El asunto pues, es que el clima político de Coahuila está peor que nunca y el origen es sólo de posiciones personales o de grupo. Qué pena que Humberto Moreira haya liberado el profundo rencor que le guarda a los panistas de esa manera. Pero el gobernador tiene que recordar que está obligado a gobernar para todos, incluyendo votantes y simpatizantes de Acción Nacional.
El Informe es la ocasión adecuada para hacer pausa, recoger los logros obtenidos y las tareas pendientes; en éste existen resultados alentadores como la captación de inversión extranjera conseguida para el Estado, la creación de decenas de miles de empleos para los coahuilenses. El objetivo marcado de que haya en Coahuila Cero-Marginación, está caminando y de llegar a conseguirse, loable sería que en esta entidad de la República no existiera miseria social como se conoce.
Pero el desplante inexplicable, sobre una actitud esperada de la Oposición, mostró que las pasiones a veces le nublan la razón.
YA TENEMOS DOS PEJES
Ironías de la vida. Vicente Fox Quesada decidió que Andrés Manuel López Obrador sería su enemigo y dedicó toda su fuerza a impedir que lo relevara en la Presidencia de la República. Fox provocó en parte la oleada de ataques al ex candidato del PRD y El Peje no tardó en darle la razón al propio ex presidente de ser un intolerante.
Pues de esa misma forma se comportó el hombre de las botas y del inexplicable mandil cuando interrumpió abruptamente una entrevista que le era realizada en Telemundo y donde el entrevistador lo cuestionaba acerca de la tenencia de algunas propiedades de él y de su peculiar esposa.
Vueltas da la vida, hoy Fox se ve tan ridículo y sin falta de respuestas congruentes cuando es acorralado. Por ello, López Obrador ya no está solo, ya en México tenemos dos Pejes.
eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx