Ángel Cabrera viene de la calle, como Maradona, Ginóbili y otros genios, del vivero sin fin que es el mundo de los “caddies” en Argentina. (AP)
Madrid, España.- Un golfista de habla española ha derrotado al número uno, Tiger Woods, el último domingo de un “grande”, y no hablamos de los ibéricos Sergio García, Miguel Ángel Jiménez o José María Olazábal.
Esta podría ser una interpretación de lo que ocurrió el domingo en el terrible campo de Oakmont, Pensilvania, en la última jornada del Abierto de Estados Unidos, en el que se impuso el argentino Ángel Cabrera, pero sería demasiado limitada, demasiado de andar por casa.
Otra visión de lo ocurrido podría destacar, como lo hacía ayer la prensa norteamericana, que el verdadero ganador del 107 Open estadounidense no fue sino el campo de Oakmont, su selvático “rough”, sus estrechas calles, sus inmensos bunkers, dado que Cabrera acabó en +5 y que suena a ridículo que Tiger Woods y Jim Furyk, respectivamente números uno y tres mundiales, que compartieron el segundo puesto lo hicieran con +6.
Esta versión, también limitada por localista, añade que a Woods, que ha terminado 1, 1, 2, 2 en los últimos cuatro “grandes” -PGA, Británico, Masters y Open de EU- le han derrotado en los dos últimos, jugados en campos imposibles, dos verdaderos desconocidos, Zach Johnson y Cabrera, que tiene 37 años y que en 11 años en el circuito europeo sólo había ganado tres torneos y que nunca había triunfado en Estados Unidos.
Desde el lado argentino se habla, también parcialmente, de Roberto de Vicenzo, el ganador del Open Británico del 67 y casi triunfador en un Masters en el que anotó mal los golpes, se escribe también de Oberto, otro nativo de Córdoba, como el “Pato” Cabrera, y de Ginóbili, que condujeron a San Antonio al anillo de campeones de la NBA...
Una visión global de una victoria no tan inesperada debe partir de dos imágenes vistas en los últimos hoyos el domingo, la de Tiger Woods, sus pectorales a punto de reventar las costuras de su estrecho y adherido Nike, la de Cabrera, anchas espaldas, cabeza clavada entre los hombros, tipo de oso cariñoso: un golfista de otra época imponiendo su presencia en un golf, el del siglo XXI que más parece la Fórmula Uno, adoración de la tecnología, culto al cuerpo, de las salas de musculación, de las escuelas de golf, de las universidades.
Cabrera viene de la calle, como Maradona, Ginóbili y otros genios, del vivero sin fin que es el mundo de los “caddies” en Argentina. Mientras en Europa y en Estados Unidos los caddies son una especie en vías de extinción gracias a la democratización y la popularización de los clubes, en los que los jugadores arrastran cada uno su carrito, en la república sudamericana el golf es aún reducto de las clases altas, gente que necesita que les lleven los palos. “De hecho, en el circuito europeo somos 15 los caddies argentinos”, dice Daniel Cánovas, que fue “caddie” de Cabrera. “Y la mayoría de los jugadores argentinos profesionales han sido “caddies”.
Después de perder, Woods hizo el elogio. “Para ganar en Oakmont había que darle recto, muy largo, tener una gran fuerza para sacar la bola del ‘rough’ y una gran sutileza en el juego corto”, dijo Woods. “Una definición perfecta de Cabrera”, dice Mariano Bartolomé, profesor de la escuela de Jim McLean en Madrid y Miami y “coach” del argentino, que llegó a profesional gracias a las enseñanzas en Córdoba del padre de Eduardo Romero, el “Gato”, jugador de la época de Seve Ballesteros, y el apoyo económico del propio Gato.
“Tiene un talento increíble. Es un gran pegador y tiene un juego corto muy, muy bueno. En Oakmont la clave ha sido que ha jugado con paciencia desde el primer día y ha sabido superar la tercera ronda, 76 golpes, sin hundirse. Y que estaba en su semana”.
En los momentos más tensos del último día, como después del “drive” en el último hoyo, Cabrera echaba un sorbo de su botella de agua y encendía un pitillo. “Otros contratan psicólogos, yo fumo”, explicó.
Se pone a la altura de Roberto De Vicenzo
El argentino Ángel Cabrera logró igualar, 40 años después, al prócer del golf de su país, Roberto De Vicenzo, al ganar el Abierto de Estados Unidos en el Oakmont Country Club de Pensilvania.
Cabrera venció a Tiger Woods y De Vicenzo al legendario Jack Nicklaus en el Abierto Británico del Royal Liverpool en 1967, los dos triunfos más importantes del golf argentino en toda la historia.
El nuevo campeón del segundo torneo “grande” del año nació en septiembre de 1969 en Villa Allende, en la provincia de Córdoba, y se convirtió en profesional, de la mano de su amigo Eduardo “Gato” Romero, en 1989, año en el que se casó con Silvia, con la que tiene dos hijos: Federico y Ángel.
Su primer título lo ganó en el Abierto de Argentina en 2001 y el más importante hasta el conseguido hoy en el BMW Championship en el Wentworth Club de Inglaterra, en mayo de 2005.
Junto con Romero fueron subcampeones en la Copa del Mundo de 2000 detrás de Tiger Woods y David Duval, considerado uno de los mayores logros del golf argentino. Tras la victoria, De Vicenzo dijo en Buenos Aires que “es emocionante ganar el Abierto norteamericano; no lo hace cualquiera, es pasar a la historia del golf.
“Éstas son grandes satisfacciones, estos muchachos trabajan de una forma que la gente no puede entender. No es cosa sencilla recorrer el mundo semana tras semana; jugar un torneo no es jugar un partidito. Todos tenemos que estar contentos porque es un triunfo para el deporte argentino”, agregó en declaraciones al sitio web infobae.com.
De Vicenzo opinó que Cabrera “se controló bien, hizo las cosas como debía hacerlas, por eso está recibiendo este honor” en Pensilvania y que Tiger Woods “jugó un poco desconcertado, un poco llorón. Le dio un poco de ventaja a todos”.
Tierra de campeones
En Córdoba, cuna de campeones, los aficionados al deporte completan con Cabrera una semana de éxitos resonantes, porque un hijo pródigo de esa provincia, el jugador de baloncesto Fabricio Oberto, ganó el jueves con los Spurs de San Antonio el título de campeón de la NBA.
Cordobeses destacados en la historia deportiva argentina son, entre otros, los ex futbolistas Mario Kempes, Osvaldo Ardiles, Américo Gallego y Óscar Ruggeri, todos campeones del mundo con las selecciones argentinas de 1978 y 1986.
En la actualidad, el tenista David Nalbandián, el futbolista Pablo Aimar, los nadadores José Meolans y Georgina Bardach y la jugadora de hockey Soledad García.