Sergio Markarián, director técnico del Cruz Azul, se encuentra estableciendo las bases para que la Máquina llegue a los altos planos a los que estaba acostumbrada. (Jam Media)
Para crear algo primero hay que imaginarlo, y Sergio Markarián lo tiene bastante claro. Su Cruz Azul apenas ha sostenido dos partidos durante la pretemporada, pero el director técnico uruguayo ya tiene perfectamente establecida la manera en que quiere que La Máquina se muestre durante el Apertura 2007: con temple y espíritu ofensivo.
“Ponemos énfasis en las variantes de ataque”, explica el sudamericano. “Esto va a ser todo el año y trabajaré 80 u 85 por ciento dedicado al ataque.
“Tengo la vocación de hacer un equipo que juegue bien y que no rehúya a la responsabilidad de hacer espectáculo”, agrega.
Aunque el pasado reciente ha enseñado a los Cementeros que practicar un futbol agradable a la pupila no es suficiente para proclamarse campeones.
Por eso, Markarián va más allá. Anhela tener un plantel con hombres que sepan responder en los momentos cruciales.
“Me interesa que haya capitanes futbolísticos, líderes en el vestuario en un momento de crisis, y –ahí– no sólo tengo que ver que haya quienes se expresen, sino motivar a que surjan si no los hay”, sentencia. “Ese es un trabajito que hemos hecho de a poco; hemos tenido charlas sobre ese tema, la necesidad de hablar dentro del campo de juego, de expresar –de alguna manera– una respuesta, a las circunstancias de juego, que sea la que queremos”.
Porque estar al frente del Cruz Azul representa una obligación extra, al menos en el ámbito local. El ex estratega de la selección paraguaya sabe que se encuentra al frente de uno de los clubes más importantes del futbol mexicano, por lo que jugar bien no será suficiente para decir que no se quedó en deuda.
“Reconozco la doble responsabilidad que un entrenador tiene que asumir, de que su equipo tenga una expresión estética agradable y me voy a esforzar para ello”, asegura.
Faltan poco menos de tres semanas para que la numerosa afición celeste presencie el primer duelo de la nueva versión de su equipo, pero Markarián ya hace su primera promesa: adiós a la frialdad que suele caracterizar a los azules, para lo que –admite– necesitará compromiso total por parte de todos los jugadores que están a su cargo.
“No queremos un equipo frío, queremos un equipo vibrante y para tenerlo, hay que hablar y –en ese sentido– no necesitamos un capitán, necesitamos muchos... Quizá uno por línea”, menciona.
Pero, en este momento, lo primordial es que los jugadores se sientan cómodos hasta en los entrenamientos, en los que Markarián intenta crear el mejor ambiente posible.
“En general, la respuesta me parece buena. Los chicos son muy respetuosos; es más, han aceptado el clima que impongo en los entrenamientos”, manifiesta orgulloso. “No hay un clima de frialdad, no hay rostros contraídos. Mis entrenamientos son de buen humor, no para reírnos, sino para entrenar con ganas y sabiendo que todos somos compañeros con objetivos en común”.
Que son, hacer de La Máquina un equipo con temple y espíritu ofensivo.
