En 21 días concluye el segundo año de Gobierno del alcalde José Ángel Pérez y el balance dista mucho de ser positivo. Aunque en principio pueda atribuírsele al edil buena voluntad para hacer las cosas, en los hechos su Administración ha mostrado torpeza en la operación política e incapacidad en diferentes aspectos de la función pública. Varias situaciones ocurridas durante este agonizante 2007 lo confirman.
Si 2006 vio nacer algunas diferencias entre los gobiernos municipal del PAN y estatal del PRI, el año que está por terminar estuvo marcado por el desencuentro. Sin duda el asunto más polémico fue la controversia constitucional promovida en abril por el Ayuntamiento de Torreón ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación contra la Secretaría de Desarrollo Regional de La Laguna, la cual fue creada por el gobernador Humberto Moreira para “mejorar” la atención del Estado hacia la Comarca. Curiosamente, al frente de la nueva dependencia quedó Eduardo Olmos, ex contrincante de José Ángel Pérez en las elecciones locales de 2005.
El argumento de alcalde y compañía para presentar la controversia fue que la Secretaría violaba la autonomía municipal y obstaculizaba la gestión del Ayuntamiento ante el Gobierno Estatal. Frente a las críticas, la Administración local panista sostuvo una férrea defensa de su actuación, pero no tardaron mucho en revelarse las pifias cometidas por quienes interpusieron tan temerario recurso legal. En julio, la Corte ordenó detener todas las obras que la Administración estatal priista llevaba a cabo en Torreón hasta que se resolviera de fondo la controversia, decisión que sorprendió incluso a los integrantes del equipo de José Ángel Pérez, quienes tuvieron que admitir que la controversia interpuesta llevaba errores y que no era el objetivo del Municipio la suspensión de obras.
El hecho fue utilizado políticamente por Moreira y su gente de una forma hábil y tendenciosa al perorar ad nauseam lo insólito que resultaba el hecho de que un Gobierno impugnara trabajos y programas destinados al beneficio de sus gobernados.
Pero el asunto anterior fue sólo uno de los tantos enfrentamientos estériles que la Administración de la ciudad mantuvo con la del estado. Entre ellos, basta citar sólo otros dos: la discusión innecesaria en torno al lugar en donde debería construirse el Centro de Control de Crisis -en donde terminó por imponerse la propuesta del Gobierno de Coahuila-, y la absurda guerra de acusaciones desatada por las fallas en la activación del Código Rojo luego de la ejecución de dos policías municipales. En ambos casos, nuevamente la Presidencia Municipal concentró la mayor cantidad de críticas.
Un tema que evidenció una vez más la deficiente operación política del Ayuntamiento fue el cambio de recorrido de los camiones rojos y verdes que cubren la ruta Torreón-Gómez-Lerdo y que desde hace 30 años habían circulado por la congestionada calle Múzquiz. La decisión del Municipio de sacar a los autobuses de esta vía para desahogarla y de enviarlos a la avenida Ferrocarril, con la consecuente prolongación del trayecto, motivó diversas manifestaciones de protesta por parte de transportistas, usuarios y comerciantes. En medio del estira y afloja, las autoridades han corregido en dos ocasiones su postura sin que se haya logrado hasta la fecha resolver el conflicto.
La tardanza en la ejecución de obras de infraestructura vial fue un problema que provocó el descontento de muchos ciudadanos en el año. Cinco de los proyectos viales principales a cargo del Ayuntamiento sufrieron una demora considerable y un incremento en el costo contemplado originalmente. La lista la encabeza el par vial Madero-Comonfort, al que le siguen la avenida Juárez Oriente, el par vial Tecnológico-Gómez Morín, el bulevar Montessori (Tajito-Las Villas) y el bulevar Juan Pablo Segundo. En todos los casos, los errores de planeación fueron la constante, errores que para la Administración son sólo ajustes sobre la marcha.
También en materia de obras destacan los famosos regalos para Torreón por sus cien años, tan anunciados desde 2006, pero que aún están sin concretar pese a que la celebración ya culminó. El alcalde habló acerca de rescatar el Centro Histórico y dotar a Torreón de más espacios recreativos, proyectos ambos que hasta el momento se han quedado en el papel.
Un asunto en el que el Ayuntamiento carga con buena parte de la responsabilidad es el de los pobres resultados en materia de fomento económico. Salvo la ampliación de algunas plantas y la apertura de unas cuantas franquicias, el año que termina ha sido malo en materia de inversión privada en el municipio. Podríamos citar dos causas: la falta de infraestructura de calidad para albergar industrias y la ausencia de una buena estrategia de promoción.
A todo lo anterior hay que sumar problemas a los que la ciudadanía perece empezar a acostumbrarse, como la creciente inseguridad y las constantes fallas en los servicios de agua potable y alumbrado público, problemas que si bien pueden no ser atribuibles completamente al desempeño de la Administración municipal, sí le impactan de forma negativa por ser la autoridad responsable más cercana a la población.
Muchos veíamos en 2007 el gran año de Torreón por la celebración del Centenario, coyuntura que representaba para el Gobierno Municipal encabezado por José Ángel Pérez, una oportunidad de oro para demostrar de qué está hecho como gobernante y político. No obstante, lo acontecido en estos casi 12 meses deja mucho qué desear y poco margen para ver con optimismo los dos años que restan de la Administración. Ojalá que las cifras alegres y los aplausos condescendientes en el informe de hoy no anulen la posibilidad de la reflexión y la autocrítica que permitan mejorar el desempeño del Ayuntamiento en la otra mitad del cuatrienio.
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