Santos Laguna es algo más que un equipo de futbol. Se ha convertido en un símbolo de lucha de una comunidad, tan deseosa de tener instituciones muy propias, muy de acuerdo a su idiosincrasia y su manera de ser, de pensar y de actuar.
Hubo un lejano tiempo en que esto lo representaba un equipo de beisbol que tenía en sus filas a peloteros de gran calidad, algunas veces veteranos ya pero de gran nombre y fama. Sin embargo el futbol fue ganando terreno en tierra desértica.
Y así aparecieron dos equipos que llegaron al máximo circuito, sin mucha suerte pero sí con mucho apoyo de una afición que llenaba los estadios y soñaba con dar pelea a los grandes, entre los que ya estaban América, Guadalajara, Atlas y Atlante, entre otros.
Pero la realidad mostró que no había más que para pelear por no descender, y los dueños o directivos decidieron vender los equipos, dejando huérfano de futbol a la Comarca Lagunera. No había muchos que se interesaran por esta rama y la cosa no pasó a mayores.
Pero años después apareció un reducido grupo de románticos que de las cenizas sacaron el interés por el futbol profesional y adquirieron la franquicia del Santos, que era del Seguro Social. Al principio todo se veía en familia, eran pocos los que apoyaban.
Con mucho trabajo y esfuerzo emergió Santos Laguna que llegó a ganar en poco tiempo dos campeonatos haciendo ruido y escribiendo historia. Hoy, todo está nuevamente en peligro y se requiere del espíritu lagunero unido, no desunido por dos o tres, para rescatarlo.