Estos eran dos amigos, que venían de Mapimí. Para no venirse de oquis se pusieron a platicar. Se decían compadres. Se llamaban Chano, identifiquémoslo como A, y Chon, como B. Así que empezaron la charla: ¿Cómo sigue el enfermito? Pregunta A.
Le contesta B: Muy malito, sigue en la sala de terapia intensiva (Estadio Corona). No lo pasan a piso (primera victoria). A: Pero esa sala era donde todo era alegría, se componían cantos, no había dolores ni angustias. ¿Lo han visto buenos médicos?
B: Pues mire compadrito, se trajeron varios, dizque buenos, pero cuando el enfermo se puso más malito trajeron a un especialista en casos difíciles, que dicen ha salvado ya a varios y él mismo se lo recuerda a todos.- A: ¿Y qué otras luchas le han hecho?
B: Lo ponen bonito, lo trajean, lo muestran o lo esconden. Lo llevan al laboratorio. Fueron primero a los de Monterrey, parecía bien pero le levantaron la sábana y vieron que no. Ya muchos aconsejan que cambien a genéricos, que lo barran, no hallan la puerta.
A: ¿Y qué van a hacer? B: Esta semana lo llevan a otro laboratorio. Dicen que sus laboratoristas han tomado cursos en Japón, y salieron mal, pero ahora andan en Ecuador buscando reivindicarse. A: ¿Y los patrones? B: Preocupados pero firmes.
A: Oiga compadre, ¿lo van a llevar a donde está un águila? Ojalá no sea un zopilote como los del vivero de Lerdo. B: Mire compadre el tiempo está muy cambiante, es febrero loco y sigue marzo, ojalá al enfermo no le dé neumonía, queremos que se salve.