Qué lección. Santos, que parecía condenado a irse a la Primera A, recibió un estirón salvador del Atlas y entró a la repesca con dos goles hechos por jóvenes que deben aún estar viviendo las emociones del partido ganado a la Máquina 2-0.
Oribe Peralta, que entraba una y otra vez y no anotaba, tuvo su recompensa hasta el postrer partido del torneo regular, y para Agustín Herrera fue también un premio por lo que ha luchado, recordando que fue de los que ayudaron a cambiar el panorama.
Pero había que estar ayer en el Corona, viviendo y sintiendo la emoción que provocaba el partido y las noticias que llegaban del Estadio Jalisco, donde Atlas vencía a los Gallos Blancos, que lucharon y se aproximaron, pero finalmente cayeron vencidos.
El haberse salvado debe traer nuevos aires a la institución lagunera, donde hay mucho por reorganizar para no volver a tener estas angustias, y para que la gran afición de la Comarca tenga menos presiones y pueda gozar más del espectáculo.
Una mención especial a la afición santista, que llenó siempre el Corona, que alentó en todo momento y que nunca aceptó bajar de categoría. Ello motivaba a los jugadores, que sabían del gran compromiso que tenían, y en Santa Rita nunca dejaron de trabajar y soñar.
Ahora hay que ir contra San Luis en busca de más glorias. No hay tiempo para descansar, sino para seguir en la lucha. Ayer Cristian Mijares volvió a hacer su aparición en el Corona, convertido en el talismán del conjunto de la Comarca.