Esta noche, la de hoy, será la Nochebuena, la de la pausa obligada por nuestras creencias para pedir lo mejor para todos. Qué gran regalo para la humanidad entera sería que cuando menos por este día los odios y los rencores quedaran sepultados por el espíritu navideño.
Esta no es una noche más, es la dedicada de manera muy especial a la unión familiar, recordando la venida de Jesús y las muchas esperanzas que surgieron cuando se buscó una vida mejor, digna de ser gozada por todos, sin importar razas ni credos.
¿Qué le pidió usted al Niño Dios? Así nos pregunta mucha gente por estos días, y la respuesta es la misma de siempre: salud para todos los nuestros y más comprensión, tolerancia, respeto y amor para los demás. Los regalos materiales pasan a segundo término.
El que tiene salud de cuerpo y mente, puede tener el tesoro más grandioso de la humanidad. Se pueden fijar todavía muchas metas por cumplir, y se puede aspirar a triunfar en lo que hagamos en delante, por difíciles que sean los caminos.
Hoy, disfrute de los seres que están a su lado, goce a plenitud la alegría de los niños y de la familia. Ellos no necesitan regalos ni juguetes caros, les importa más que con ellos pase un rato alegre, disfrutando de la compañía de todos.
Que esta Nochebuena sea la mejor de todas, y que el Señor lo llene de bendiciones y de salud. Que se cumplan el año próximo sus más caros anhelos y que siempre busque la unidad familiar, el fomento de la amistad y el buen trato a los demás. Muchas felicidades.
