No se malentienda el título. Pese a su larga historia de casi setenta años, Acción Nacional no ha logrado integrar una clase gobernante.
Podría calificarse de injusto ese señalamiento al considerar que esa formación apenas ha ocupado una vez el Gobierno Federal. Sin embargo, si se mira el número de gobernadores que el panismo ha tenido desde 1989 a la fecha, asombra que aun hoy carezca de auténticos cuadros de Gobierno. Aquella cifra no es menor: 27 panistas son o han sido gobernadores.
Ante esa cifra, no deja de ser curioso que –en el ámbito federal– el panismo sufra para encontrar cuadros con capacidad para desempeñarse como secretarios de Estado y ante eso, se vea en la necesidad de buscarlos en otros partidos o en otros ámbitos.
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En funciones de gobernador, el panismo tiene actualmente a ocho cuadros.
Se trata de Luis Armando Reynoso en Aguascalientes, Eugenio Elorduy Walter en Baja California, quien en breve será reemplazado por su correligionario, José Guadalupe Osuna; Juan Manuel Oliva en Guanajuato, Emilio González Márquez en Jalisco, Marco Antonio Adame en Morelos, Francisco Garrido Patrón en Querétaro, Marcelo de los Santos en San Luis Potosí y Héctor Ortiz Ortiz en Tlaxcala.
Con toda razón podría destacarse como absurdo traer a esos cuadros al Gabinete, considerando la responsabilidad que tienen. Eso es cierto pero, aparte de ellos, hay 19 panistas que se encuentran en la condición de ex gobernadores que, por la experiencia de administración y de gobierno, podrían considerarse como candidatos viables a ocupar una posición en el Gobierno Federal.
De ésos, sin embargo, habría que descontar a ocho. Dos ellos lamentablemente fallecidos: el bajacaliforniano Héctor Terán y el guanajuatense Ramón Martín Huerta. Y seis más por la simple razón de que forman parte del equipo de Felipe Calderón, tal es el caso del ex gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, que se desempeña como secretario de Gobernación; del también ex gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas, que ocupa la Secretaría de Agricultura; del ex gobernador de Querétaro, Ignacio Loyola Vera, que es el procurador del medio ambiente y del ex gobernador de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks, que encabeza el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
A éstos hay que agregar a los ex gobernadores de Aguascalientes y de Jalisco, Juan José León Rubio y Gerardo O. Solís, que ocupan la oficialía mayor y la coordinación de asesores de la secretaría de Gobernación.
Hay, pues, seis ex gobernadores en el Gabinete, pero no se trata de funcionarios que destaquen por su labor. Peor aún, a casi nueve meses del Gobierno calderonista a varios de ellos se les echa de menos en su función. Tal es el caso del secretario Francisco Ramírez Acuña que, ocupando Gobernación, comienza a destacarse por su ausencia y bajo perfil, siendo que cuenta además con la experiencia de dos ex gobernadores más.
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Ahora bien, descontados esos ex gobernadores precisamente porque prestan sus servicios en la Administración federal, quedarían 11 panistas cuya, supuesta experiencia, no concluye necesariamente –desde luego, no en todos los casos– en la integración de esa clase gobernante de la que carece Acción Nacional.
Ese grupo de ex gobernadores lo componen el hidrocálido Felipe González González; los bajacalifornianos Ernesto Ruffo Appel y Alejandro González; el chihuahuense Francisco Barrio; los guanajuatenses Carlos Medina Plascencia y Vicente Fox; el morelense Sergio Estrada Cajigal; los regiomontanos Fernando Canales Clariond y Fernando Elizondo Barragán; el nayarita Antonio Echevarría y el yucateco Patricio Patrón Laviada.
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Tres ex gobernadores de este último grupo despachan como senadores de la República: Fernando Elizondo Barragán, Alejandro González Alcocer y Felipe González.
Puede entenderse que el ámbito parlamentario es un frente que Acción Nacional no puede descuidar y que, por ello, más vale mantenerlos en su escaño. Sin embargo, en el caso de Fernando Elizondo y Felipe González no puede perderse de vista que ambos ocuparon, respectivamente, una secretaría y una subsecretaría de Estado en el anterior Gobierno.
No forman parte, desde luego, del grupo calderonista, pero su experiencia en el Gobierno Federal, podría restarle dolores de cabeza a Acción Nacional.
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De los ocho restantes, desde luego, habría que descontar por obvias razones al ex gobernador y ex presidente de la República, Vicente Fox. No sólo por haber ocupado aquel puesto, sino sobre todo por su incapacidad para reconocer su nueva circunstancia.
Más allá de ese caso, llama la atención la virtual desaparición política del también ex gobernador, ex diputado y ex senador, el también guanajuatense Carlos Medina Plascencia. Estuvo cerca del Plan Nacional de Desarrollo pero, después, desapareció. En la misma condición está el bajacaliforniano Ernesto Ruffo Appel que, siendo el panista pionero en ocupar una gubernatura, tuvo una efímera participación en el anterior Gobierno.
Dos ex gobernadores con experiencia tanto en el ámbito de la Administración federal e incluso en las lides parlamentarias, que también aparecen borrados son el chihuahuense Francisco Barrio y el regiomontano Fernando Canales. De pronto, la vocación y la actividad política desapareció de ellos.
El morelense Sergio Estrada Cajigal más parece un prófugo de la opinión pública que un ex gobernador. El nayarita Antonio Echevarría apenas es un recuerdo. Y claro, falta por ver qué será del yucateco Patricio Patrón Laviada que hace poco dejó de ser gobernador.
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Si bien se puede seguir la huella de esos cuadros panistas que han tenido ya experiencia en el ejercicio del poder o de hecho, la tienen en estos días, llama la atención que no alcancen a integrar una clase gobernante.
Algunos de los panistas que ocupan una gubernatura son reconocidos por ser piedra de escándalo dentro o fuera de su propio partido o bien, por carecer de una verdadera visión de gobierno y presumir, eso sí, un sinnúmero de dogmas y prejuicios. Varios de los ex gobernadores con cargo en el Gobierno Federal, no dejan ver la supuesta experiencia política y administrativa acumulada como jefes de Gobierno. Algunos de los ex gobernadores del PAN, sin cargo en el Gobierno Federal, dejaron por memoria una constelación de abusos en el poder que hoy los obliga al confinamiento político, como es el caso de Sergio Estrada Cajigal.
En realidad son pocos, muy pocos los gobernadores y ex gobernadores panistas que se perfilan como fundadores de nueva clase política albiazul o bien, como cuadros políticos desperdiciados en la actual Administración.
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A casi setenta años de su fundación, Acción Nacional tendría que revisar qué está ocurriendo con él. El paso de partido de Oposición a partido de Gobierno no lo ha sabido dar.
Si bien su condición de partido en el Gobierno Federal es relativamente reciente, ya no lo es tanto en los gobiernos estatales y municipales.
Sobra decirlo, un partido incapaz de formar, educar, cuidar y vigilar cuadros políticos, administrativos y parlamentarios tiende a verse disminuido. Es claro que Acción Nacional arrastra una crisis de una dimensión superior a la que advierten sus propios cuadros y militantes. Es grave que con tanto panista en el poder, Acción Nacional no logre integrar una clase gobernante y en más de un caso, ni siquiera saber para qué quiere el poder.
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