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Una boda de blanco... y azul

EL SIGLO DE TORREÓN

La siguiente crónica está reconstruida a partir de las narraciones de asistentes al evento

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- La agenda del Presidente Felipe Calderón en su primera visita a Torreón el viernes se dividió de la siguiente manera: Una hora y media para tomarse fotos. Media hora para estampar su firma en un convenio. Media hora para cenar. Una hora para bailar.

A fin de cuentas no era agenda de trabajo, no había que preocuparse por otra cosa más que disfrutar la fiesta que reunió a figuras panistas locales y nacionales. El Presidente de la República, en primera fila, había tomado el avión presidencial el viernes por la tarde para asistir a la boda de un viejo compañero de batallas que hace dos meses le puso la banda presidencial.

Calderón llegó al hotel las 8:55 de la noche. Un diario de la Ciudad de México publicó que había entrado por el sótano para evadir manifestantes, lo cual habría sido un milagro porque el Camino Real no tiene sótano. De cualquier forma, Calderón llegó justo cuando se retiraban unos 30 miembros del Congreso Agrario Permanente que exigían que el Gobierno amplíe la superficie de riego para el próximo ciclo agrícola. Tampoco a los perredistas que desde un automóvil con un altavoz gritaban que venía el ?presidente espurio?.

Pero Calderón no venía en visita de trabajo. Bajó con su esposa Margarita Zavala de una Suburban blanca, vestidos en ropa informal y entró al Camino Real para el evento político/social más esperado en la Comarca en los últimos meses.

A las 9:20 llegó al salón dispuesto con mesas para más de 300 invitados que tuvieron que pasar por un arco detector de metales traído expresamente del aeropuerto por el Estado Mayor Presidencial. Ahí presenciarían la boda del presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Zermeño y Astrid Casale.

A las 9:30 la Juez del Registro Civil Angelina Fernández Colores llegó a presidir el enlace, en el que Calderón fue testigo de honor y de última hora. Por Astrid firmaron Antonio Zamarrón, colaborador del novio y amigo de la novia e Isela Fazio, amiga de la novia. Por Zermeño firmaron el senador Ricardo García Cervantes, el ex candidato presidencial del PAN, Diego Fernández de Cevallos y el Presidente de la República.

La Juez sacó una banda tricolor, pero más pequeña que la presidencial, para atar las manos de los novios.

Todos los que quisieron tomarse fotos con Calderón salieron con la imagen de recuerdo, incluyendo la diputada priista y ex alcaldesa de Gómez Palacio, Leticia Herrera, que se acercó al presidente para decirle: ?Yo soy su soldado en el Congreso?.

Una hora duró Calderón tomándose fotos antes de sentarse en la mesa de honor, con Zermeño, García Cervantes, el senador (y ex rival de Calderón) Santiago Creel y el senador (y compadre de Calderón) Guillermo Anaya, con sus esposas. La mayor parte del tiempo la pasó platicando con Zermeño y Anaya.

Diego Fernández, acompañado de su joven esposa se sentó en otra mesa. Muchos se quedaron admirados por la belleza y la cantidad de joyas de la mujer que mereció que el jefe Diego le mandara construir una ?carretera del amor? y que según uno de los presentes, merece que le hagan hasta un Distribuidor Vial Revolución (pero bien hecho).

El resto de la concurrencia estaba más atenta al presidente que a sus platos, a su ensalada de tomate con queso mozarella, a la crema de pistache, a la pechuga de pollo rellena de verduras en salsa de hongos, o a la champaña Moet, al whisky, al tequila, al cognac o a los vinos que fluyeron libremente. Más de un hombre o mujer reclamó a su pareja que le prestara atención en lugar de andar balconeando la mesa de honor, donde el presidente se llevaba a los labios un vaso de líquido incoloro, lo que hizo a más de uno preguntarse si era agua o vodka. Amenizaba la Orquesta Sinfónica de Nuevo León.

Por ahí andaba el alcalde José Ángel Pérez, pero en una mesa alejada. También el diputado panista Jesús de León, la alcaldesa de Lerdo, Rosario Castro. También su hermano Juan de Dios, Subprocurador de la República que seguramente no andaba ahí para informarse del caso de los cadáveres de cuatro agentes federales que habían aparecido unas horas antes.

Faltó el Gabinete. Varios secretarios de Estado estaban invitados, pero no vinieron. El que andaba por ahí, con cara muy seria, era Héctor Larios, quien peleó con Zermeño la coordinación de los diputados del PAN. Serio también estaba Santiago Creel, el ex secretario de Gobernación, delfín ungido por Fox que perdió con Calderón la candidatura panista y que apenas si platicó con el presidente. Leticia Herrera era de los pocos priistas. Los únicos perredistas estaban afuera, en la protesta.

A las 11 empezó el baile y la pareja de novios partió pista para el vals, seguidos de la pareja presidencial, cuando empezaba la ronda de cumbias de parte del grupo Alquimia, traído desde Monterrey. De la nada, salieron los teléfonos celulares con cámara. Las pantallas luminosas brillaban por encima de las cabezas, para que todos pudieran irse con la foto de Calderón bailando junto a Zermeño y Anaya. Margarita baila mejor que Felipe, fue la conclusión de algunos asistentes, aunque el presidente también sabe moverse. En el fragor de la música, cuando todos alzaban las manos, uno de los invitados que bailaba junto a Calderón pegó un manotazo en el hombro presidencial. De inmediato, una guardaespaldas se le acercó para pedirle que por favor tuviera más cuidado.

Calderón regresó a la mesa para encontrarse con más invitados que querían foto, foto, foto. Posó para todas, con todos. A las 12:45 se retiró y regresó a la Ciudad de México.

Entonces comenzó la fiesta en serio, liberada de los protocolos y la seguridad. Los hombres ya sin saco, con la corbata desanudada. En los micrófonos de Alquimia irrumpió la canción ?Mi Dulce Niña? versión 2005, es decir, versión campaña de Zermeño para la gubernatura. ?Jorge Zermeño será mi gobernadoooooor?. El otro protagonista de esa historia, Humberto Moreira, no estaba invitado.

Al final llegó el mariachi y Zermeño se aventó el Jarabe Tapatío antes de retirarse con su nueva esposa para partir a la Riviera Maya para la luna de miel. La fiesta acabó al filo de las tres de la mañana.

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